martes, 24 de diciembre de 2019

La pedagogía del cuento y cante, según Luis Rosales


Hoy traigo al blog unas líneas autobiográficas preciosas -así me parecen a mí- del gran Luis Rosales, en un ensayo titulado “El cante y el destino andaluz”, que leí en la revista Nueva Estafeta allá por el año 1979, que he releído hoy, y que comienza diciendo, ni más ni menos: “El cante es un misterio y al misterio sólo podemos acercarnos con respeto.”


Pero yo pienso en mi niñez, hace ya medio siglo, y quisiera deciros que a mí se me fue haciendo la memoria con el cante. Y precisando, un poco más, añadiré que la conseja y el cante eran los dos elementos educadores en el campo andaluz. Con el tiempo las cosas pasan, desde luego, pero tal vez nada se pierde. Allá en las lindes de Periate, junto a Iznalloz, lo que ya entonces era mi vida se me fue abriendo paso entre palabras, en una encrucijada, que fomentaban las voces de Encarnación y de José. Encarnación cantaba. José decía consejas, y al declinar la tarde mis hermanos y yo los rodeábamos como la paja cerca el hormiguero. Todo empezaba y terminaba igual. El cuento, para despertar la imaginación, y el cante, para despertar el corazón; para la formación del niño no era preciso nada más. El cuento, para poblar la vida y aun para alucinarla, y el cante, para calmar las alucinaciones e ir dejando la vida en su rescoldo. La letra con cante entra: con cante y no con sangre. El cuento, en fin, para vivificarnos, y el cante, para adormecernos, y así hora tras hora y día tras día, en aquellos años primeros, enterizos y fundadores de la niñez.”




(Nueva Estafeta, 9-10, agosto-setiembre 1979, p. 73; también recogido en Esa angustia llamada Andalucía, 1987)

viernes, 6 de diciembre de 2019

Soneto a Matanzas. Una contribución a la poesía oral

Hoy traigo a estas páginas un recuerdo familiar. Mi tío Jorge Marcé Castany, que tenía una memoria prodigiosa, solía recitar un poema burlón y escatológico -un exabrupto más bien- dedicado a la ciudad de Matanzas (Cuba), que al parecer había compuesto hacia finales del siglo XIX un empresario circense que tuvo allí una mala experiencia (supuestamente le quemaron el circo: todo ello es pura tradición oral). El curioso soneto de 15 versos (que mi tío titula Elegía), en vez de endecasílabos, consta de octosílabos (no muy regulares, en un momento dado se cuela un heptasílabo) y rimas que tampoco responden a los modelos clásicos. Desgraciadamente no conozco Matanzas (la Atenas de Cuba, según reza la tradición), pido disculpas a los matanceros que se puedan sentir ofendidos por el texto, pero no puedo dejar de pagar esa deuda que, con la memoria de mi tío, tiene contraída la tradición oral cubana.

Matanzas, me cago en ti,
y en tu puñetero pan,
y en tu cochino San Juan,
y en tu sucio Yumurí.

Me cago en el Potosí, 
que abarca todo el estero,
y, por dejar de cagar,
me cago en los matanceros.

El día que llegué aquí,
todo me lo jodieron, 
la carpa me la quemaron, 
los yeguas me las mataron
y los monos se me fueron.
Tiene que ser maricón
el hombre que nazca aquí.


N.B. Incluyo también la versión manuscrita de mi tío, con su estupenda letra Palmer.




domingo, 10 de noviembre de 2019

La bocca mi bacció tutto tremante (Dante: Inferno, V, 136)




Recuerdo que, cuando hace años, estudiando en Perugia un curso de verano de italiano, cayó en mis manos el pasaje de Paolo y Francesca, del Inferno de Dante, al llegar al verso anteriormente referido, me quedé estupefacto por su fuerza y sonoridad. Acababa de toparme con uno de esos versos que son absolutamente perfectos y que desafían cualquier posibilidad de traducción. Pienso en el gongorino “infame turba de nocturnas aves”, o la inigualable aliteración de San Juan de la Cruz: “un no sé qué que quedan balbuciendo”, o “la mer, la mer, toujours recomencée”, de Valéry, por citar sólo tres ejemplos máximos.

La traducción en prosa castellana que manejaba yo, de Bruguera, traducía “la boca me besó tembloroso”, que resultaba un tanto lánguido y simplón. De forma parecida traduce también en prosa, en la B.A.C., Nicolás González Ruiz: “me besó temblando en la boca”, que no tiene apenas fuerza.

Yo entonces, temerario, intenté unos endecasílabos que pudieran acercarse a versionar el original, con resultados muy insatisfactorios: primero escribí “la boca me besó trémulamente”, pero me parecía que un adverbio en -mente no era un buen final de verso; luego “tembloroso la boca me besó”, con poco afortunado hiperbaton, y finalmente “la boca me besó del todo trémulo” que, aunque lejos del original, no me parecía tan malo.

Repasando traducciones en verso de autores notables, veo que Ángel Crespo tradujo “la boca me besó todo anhelante”, que no está mal y guarda valiosos detalles del original que subrayo. Por su parte José María Micó traduce espléndidamente “estremecido me besó en la boca”. Si juntamos los aciertos de los dos y los comprimimos en un endecasílabo resultaría algo bastante próximo al original.

Bécquer, que sabía bastante de estas cosas, no se atrevió a traducirlo y solamente a citarlo y elogiarlo en su rima XXIX, que reza así.


XXIX

La bocca mi bacciò tutto tremante

Sobre la falda tenía
el libro abierto;
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros.
No veíamos las letras
ninguno creo;
mas guardábamos ambos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo.
Sólo sé que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo,
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos,
yo dije trémulo:
¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?
Y ella respondió encendida:
¡Ya lo comprendo!


(cfr. abajo la pintura de Ary Scheffer sobre Paolo y Francesca)

miércoles, 6 de noviembre de 2019

Lima la horrible: la viveza criolla según Salazar Bondy


Te mete tanto Vargas Llosa en Lima, cuando escribe La ciudad y los perros, que según leía la obra, consultaba en Google Maps muchos aspectos de la capital peruana (localizaciones geográficas, calles, edificios, monumentos…), y tanto me interesó la ciudad que quise prolongar ese efecto leyendo Lima la horrible (1964), de Sebastián Salazar Bondy, obra contemporánea a la del joven Vargas. Se trata de un ensayo de interpretación de la sociedad peruana, inteligente y bien escrito, que me recuerda lo que puede ser para México El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, o para Cuba, aunque de tratamiento más específico, la Indagación del choteo, de Jorge Mañach.

El caso es que me gustó mucho el libro, y uno de sus pasajes (de los más notables) me produjo una conmoción personal. Me explico: cierto día, hace años, comentando con mi hermano la crisis crónica en que viven inmersos los países latinoamericanos, él se irritó y comenzó a despotricar contra el modelo humano de el vivo, que es el que triunfa en Latinoamérica, y cómo a partir de ese modelo tramposo y amoral no se pueden construir sociedades sanas. Mi hermano no era un teórico de las sociedades, y no me consta que hubiera leído a Salazar Bondy, pero lo llamativo es que las ideas que manejaba se corresponden fielmente con la teorización del peruano. Cito a continuación ese fragmento de Lima la horrible, en que se describe la viveza criolla y su nefasto influjo.

Aparte de lo anotado, el criollismo es más aún. Es también viveza criolla. Hay una palabra proscrita que expresa mejor, más gráficamente, este “valor” inscrito en la singular tabla axiológica del criollo. ¿Qué es esta viveza? Una mixtión, en principio, de inescrupulosidad y cinismo. Por eso es en la política donde se aprecia mejor el atributo. En síntesis, consiste en la flexibilidad amoral con que un hombre deja su bandería y se alinea en la contraria, y en el provecho material que saca, aunque defraude a los suyos con el cambio. Abelardo Gamarra retrató al Diputado Fiambre, provinciano que llega a legislador como testaferro de los feudatarios de su región, y Francisco Vegas Seminario ha revivido al personaje modernizándolo en la persona del Honorable Ponciano, pero el dueño de la viveza criolla que actúa en la vida pública no es precisamente esta especie de chusco advenedizo, sino el que, venga de donde viniere, mediante la maniobra, la intriga, la adulación, la complicidad, el silencio o la elocuencia, se halla como un porfiado tente-en-pie siempre triunfante. La figura es antigua. Acerca de ella informaba al monarca español un virrey zahorí: … se doblan al respeto, a la relación, al empeño y a los fines particulares, aunque giman la razón y la causa pública (Conde de Superunda). El vivo de esta laya se da, no obstante, en todas las esferas de la actividad. Es el comerciante o proveedor que sisa en el peso, el funcionario que vende el derecho, el abogado que se entiende con la parte contraria, el prefecto que usa del mando en beneficio personal, el cura que administra los sacramentos como mercaderías, el automovilista que comete la infracción por simple gusto, el alumno que compra el examen, el jugador de dados cargados, el artista que se apadrina para el lauro, el ladrón o ladronzuelo que escamotea la prenda ajena a vista y paciencia (o con la complicidad) del policía, todo el que obtiene, en resumidas cuentas, lo que no le pertenece o le está vedado por vía ilícita pero ingeniosa debido a lo cual es hecho es meritorio. En homenaje a su picardía, los vivos merecen la indulgencia. Los otros, los que proceden de acuerdo a su conciencia o a la ley, son tontos. En vivos y tontos, dentro de la maniquea conciencia criollista, se divide la humanidad.”

(Biblioteca peruana, 1974, p. 31-32)




domingo, 20 de octubre de 2019

¿Íbate tanto en un pastor dormido? Ilustrando un verso de Garcilaso


El reciente viaje a Italia (Génova, Pisa, Lucca) está resultando productivo a efectos del blog. Me esta proporcionando material, sobre todo de tipo visual, para ilustrar determinados momentos literarios. Como, por ejemplo, esos dos inmortales versos de la Égloga primera de Garcilaso, que tanto me gustan, y de los que ya hablé aquí. Nemoroso, afligido por la muerte de su amada Elisa al dar a luz, se le queja a la diosa Diana, por no haber asistido, en su avatar de Lucina-Selene, diosa de los partos, a su amada, y le espeta:


¿Íbate tanto en perseguir las fieras?
¿Íbate tanto en un pastor dormido?


Pues bien, en la Galleria Nazionale del Palazzo Spinola (Génova) me encontré con el siguiente cuadro de G. B. Casoni, que resulta una perfecta ilustración del segundo de los versos: Diana-Selene contemplando al bello pastor dormido, Endimión:








Para el contexto de estos versos podéis consultar la siguiente entrada:




viernes, 18 de octubre de 2019

De viajes, doña Emilia Pardo Bazán, Génova, Alejandro Magno y Diógenes: divagación


Muchas veces le he instado a mi amigo Javier García Gibert a que recopile sus escritos sobre viajes (magníficos, que me ha ido leyendo a lo largo de los años, tras los muchos viajes que ha realizado) y que publique un libro sobre el tema. Se muestra muy reacio Javier, porque entiende que el tipo de viaje que él hacía hace 20 o 30 años ya no existe. Los teléfonos móviles han acabado con todo. Con la educación, por supuesto, a la que ambos nos dedicábamos, pero también con los viajes. Ese tipo de viaje de aventuras (a la India, a África o a Sudamérica), adonde ibas con el billete de ida (y tal vez el de vuelta), pero sin reservas de hotel (no existía Booking), ni de ningún otro tipo. Donde la información más valiosa te la daban ciertas guías (la mítica Lonely Planet) o, sobre todo, viajeros con los que te encontrabas y te proporcionaban determinados consejos o sugerencias. Pero para ello, tenías que estar abierto al encuentro con otros seres humanos y a escucharles. Hoy en día toda la información parece estar en los móviles y la pantalla se convierte en el único interlocutor de tantas personas que hacen turismo.

jueves, 17 de octubre de 2019

Papeles póstumos de un profesor de COU (6): De nuevo sobre la alegoría: un ejemplo




En mi reciente viaje a Italia, me encontré, en el monumental cementerio Staglieno de Génova, una inscripción en un sepulcro, que responde al modelo clásico de la alegoría, me refiero al tipo de alegoría que yo solía poner como ejemplo en clase cuando explicaba el procedimiento. Si la alegoría consiste en una serie de metáforas interrelacionadas, que guardan por ello una coherencia semántica, veamos como funciona en este caso. Traduzco la inscripción:

Fe, Esperanza, Caridad, son los astros, oh mortal, que te guían en tu ruta por el mar del mundo, ileso siempre de los escollos, de los monstruos y de las sirtes, flotarás sobre las olas hasta que llegues al seno del puerto de la calma eterna.

Los elementos subrayados son las metáforas que conforman la alegoría, pero deben remitir, una a una, a términos de la realidad que se quiere significar. A partir de la imagen “mar / del mundo” y su peligrosa navegación por él, el texto nos quiere dar a entender que, con Fe, Esperanza y Caridad, es decir, las virtudes teologales del cristianismo, podemos recorrer de forma más segura y salva los peligros del camino de la vida, hasta que rindamos cuenta al Creador en el tránsito de la muerte y el paso a la vida eterna.

Desglosamos las imágenes (Ti = término imaginario) con sus correspondientes referentes (Tr = término real):

astros = la guía de las virtudes cristianas

ruta = camino

mar = la vida en el mundo

escollos, monstruos y sirtes = peligros y obstáculos en nuestro camino

flotar = estar seguro, salvo, ileso

puerto = la vida eterna de ultratumba






jueves, 3 de octubre de 2019

Una nota sobre la imagen y el estilo en la prosa, con Salinger y Vargas Llosa como pretextos.





En el primer fragmento del capítulo VII de la segunda parte de La ciudad y los perros, que se dedica a los avatares del teniente Gamboa, tras su intento de aclarar la muerte del cadete Ricardo Arana en el colegio militar Leoncio Prado y que finalmente le conducirá -le penalizarán- a un destino anodino lejos de Lima y en el límite de la selva, nos topamos con el siguiente pasaje:


El teniente salió, sin pedir permiso al capitán. El patio de las cuadras estaba vacío, pero pronto sería mediodía y los cadetes volverían de las aulas como un río que crece, ruge y se desborda y el patio se convertiría en un bullicioso hormiguero.” (Seix Barral, 1976, p. 296)

Subrayo las dos imágenes que emplea el autor: se refiere a la salida de los cadetes de las aulas con el símil del “río” (que crece, ruge y se desborda, donde introduce de pasada otra imagen “ruge”), y luego utiliza la metáfora del “hormiguero” para representar el multitudinario movimiento del patio.
Lo llamativo es que son dos imágenes sencillas, manidas, casi coloquiales, podríamos decir, y el autor no hace nada por alterarlas (o desautomatizarlas), aunque sea mínimamente. Son imágenes muy básicas, pero eso sí, muy efectivas, crean perfectamente el efecto que quieren crear, sin distraer para nada al lector.
Vargas Llosa es, como escritor, dueño de un estilo preciso y eficaz, pero sin la menor floritura o refuerzo retórico. Es, ante todo y esencialmente, un gran constructor, un arquitecto de la novela.


En uno de los Nueve cuentos de J. D. Salinger, el tiulado “El periodo azul de Daumier-Smith”, que es casi un relato picaresco de un casi pintor que se pone a trabajar en una casi academia de dibujo que dirigen en Montreal unos japoneses, nos encontramos con este pasaje (Bobby es el padrastro del narrador, y ha traído al hotel que comparten una invitada):

La invitada era una mujer joven muy atractiva, divorciada hacía unos pocos meses, con quien Bobby salía bastante a menudo y a quien yo había visto en diversas oportunidades. Era una persona verdaderamente encantadora, y todos los intentos que hizo para lograr mi amistad, para persuadirme amablemente de que me despojara de mi armadura, o por lo menos del yelmo, fueron interpretados por mí como una velada invitación a meterme en su cama en cuanto me viniera bien, es decir, apenas pudiéramos esquivar a Bobby, que notoriamente era demasiado viejo para ella.” (Edhasa, 1986, p. 200).

En el original inglés:

The guest was a very attractive young lady, then only a few months divorced, whom Bobby had been seeing a lot of and whom I'd met on several occasions. She was an altogether charming person whose every attempt to be friendly to me, to gently persuade me to take off my armor, or at least my helmet, I chose to interpret as an implied invitation to join her in bed at my earliest convenience--that is, as soon as Bobby, who clearly was too old for her, could be given the slip.


Subrayo igualmente las imágenes tanto en la traducción castellana con en el original. Lo llamativo de Salinger, y es propio de su estilo, es cómo, partiendo de una imagen manida, la de “armadura” para referirse a la cerrazón de una persona, le añade un desarrollo inesperado, “yelmo”, que desautomatiza la imagen anterior y le da intensidad novedosa; por no atender a la sutil insinuación que el verbo “despojarse” (take off) propone si se lo relaciona con la frase que va a continuación (y que el personaje-narrador interpreta como propuesta erótica). Es otro concepto de estilo en la prosa, aquel que considera que la literatura tiene que dar un sentido más puro (más innovador, desautomatizado) a las palabras de la tribu, y que eso se suele conseguir poniendo en relación palabras que normalmente no lo están (o no lo están en el uso que en el texto se les da: “armadura” y “yelmo” sí están en relación, pero como vestuario de guerra, no para referirse a la cerrazón o cortedad de carácter).

Dos estilos, dos maneras. Reconozco que me siento más próximo al concepto de estilo de la prosa que maneja Salinger, pero eso no quita que valore, y mucho, la manera que tiene Vargas Llosa de construir un relato.

lunes, 30 de septiembre de 2019

Nueve cuentos, J. D. Salinger. Un recuerdo.

Releyendo los portentosos cuentos de Salinger, me encuentro, en el titulado "Teddy" con el siguiente pasaje:

- "Nada en la voz de la cigarra indica cuán pronto ha de morir" -dijo Teddy de repente. "Nadie marcha por este camino en esta tarde de otoño."

Son dos poemas japoneses, como aclara el niño de diez años, Teddy, inmediatamente.

Recuerdo que el segundo de ellos me lo mostró Ana, la filósofa y bloguera Colifata, hace muchos años. No recuerdo si lo metimos en la Revista del Instituto, que dirigíamos con Anahí, o simplemente me lo recitó o dio a ver. También lo he buscado en su blog (El rincón de la Colifata.blogspot) infructuosamente. El caso es que me impresionó hondamente, sobre todo viniendo de ella en aquel momento. Lo que no sabía es que procedía de un cuento de Salinger, aunque bien miradas las cosas es del todo pertinente. Ana sólo leía buena literatura, que tenía además la delicadeza de compartir conmigo. En determinados momentos ¡cómo la echo de menos!

P.S. En inglés el pasaje suena así: `Nothing in the voice of the cicada intimates how soon it will die,' " Teddy said suddenly. "'Along this road goes no one, this autumn eve."'

lunes, 9 de septiembre de 2019

Peruanismos en La ciudad y los perros, de Vargas Llosa


Leí La ciudad y los perros, en 1977. Y la he releído ahora, 42 años después. Entonces me gustó mucho y me impresionó la capacidad constructora de Vargas Llosa. Ahora me ha vuelto a encantar, aunque creo que la he entendido mejor, que he hecho una mejor lectura.
Los peruanismos, igual que indicaba a propósito de Conversación en La Catedral, están realizados sin mayor rigor científico. Simplemente son una ayuda a la lectura, palabras que al lector peninsular le pueden resultar algo extrañas.
En cursiva van las palabras nuevas de esta novela respecto al léxico que ya seleccioné para Conversación..., muchas de cuyas palabras se repiten aquí.

¡Vaya un novelón! Extraordinaria obra que debería ser lectura obligatoria de todo joven de 20 años.Toda una lección creativa, y una lección de vida, de las oscuridades de la vida.




- aguaitar: mirar, ver. (se trata de un catalanismo peruano)
- almuerzo: comida de mediodía.
- amarillo: traidor, desleal a una causa.
- apanado: empanado, rebozado con pan rallado.
- arranchar: quitar violentamente a alguien algo.
- arrecharse: enojarse.
- bachiche: inmigrante italiano.
- balde: cubo.
- barra: hinchada, seguidores de un equipo.
- batir: molestar, tomar el pelo.
- bautizo: novatada.
- bolondrón: alboroto.
- botar: echar, tirar.
- brevete: licencia de conducir.
- bulín: casa de citas, burdel.
- cachaco: militar o policía.
- cachar: practicar el coito, copular.
- cachascán: lucha libre.
- cachero: persona que mantiene relaciones sexuales (=cachar) con alguien.
- cachita: ironía, tono burlón.
- cachuelero: chófer.
- cafiche: proxeneta.
- calatear: desnudar.
- calato: desnudo.
- hacer de campana: vigilar.
- canchero: ducho, experto en algo.
- canillita: vendedor callejero de periódicos.
- carcocha: coche viejo.
- carcoso: mugriento, sucio.
- cargamontón: acoso a alguien entre varias personas.
- chacra: alquería o granja.
- chalaco: gentilicio de los habitantes de la provincia de Callao.
- chalaca: acción utilizada en el fútbol para golpear la pelota con un salto de espaldas (= chilena)
- chancar: empollar, estudiar con ahínco.
- chancay: panecillo dulce típico de la ciudad de Chancay.
- chance: oportunidad.
- chancón: empollón, persona que estudia mucho.
- chancho: cerdo (fig. hucha o alcancía).
- chapar: agarrar, pillar.
- chaucito: adiosito (de ciao).
- chaveta: cuchillo pequeño.
- chavetazos: cuchillazos.
- chicha: bebida alcohólica.
- chicharrones: torreznos.
- chifa: restaurante de comida china.
- chilcanito: cóctel hecho a base de pisco y ginger ale.
- chingana: tabernucha.
- chiste: revista de historietas cómicas.
- cholifacio: despectivo aplicado a los cholos.
- cholito: tonto o ingenuo.
- cholo: mestizo de sangre europea e india.
- chompa: jersey.
- chueco: torcido, defectuoso.
- chupe: guisado de patas en caldo, con carne o pescado, etc.
- chusco: animal de raza mezclada.
- cocacho: coscorrón.
- cojudo: tonto, bobo.
- colectivo: autobús.
- colerones: disgustos, enfados.
- combo: golpe.
- comer: cenar. (“desayuno, almuerzo y comida” es el equivalente latinoamericano a nuestro “desayuno, comida y cena”).
- comerse: follar, tirarse.
- conchudo: sinvergüenza, caradura.
- consignar: retener a los cadetes en el colegio, castigados sin permiso para salir.
- tirar contra: escaparse del colegio saltando un muro.
- cristina: gorra militar sin visera.
- crudo: saco o costal de tela de cáñamo.
- cuadras: tramo de calle entre dos esquinas. También, galpones donde pernoctan los cadetes.
- cumpa: compadre, amigo de gran confianza.
- cunda: pícaro, audaz.
- dar bola: hacer caso.
- disfuerzo: exageración.
- encanar: meter en la cárcel.
- estar de candela: muy bueno, magnífico.
- estar parado: estar de pie.
- fachoso: vistoso, llamativo.
- flojera: pereza, dejadez.
- fregarse: joderse, fastidiarse.
- fumatélico: cigarrillo.
- fundillo: parte trasera del calzón.
- galpón: cobertizo grande, almacén.
- gallinazo: zopilote, ave de rapiña.
- garúa: llovizna, sirimiri o calabobos.
- gorrear: usar o consumir lo ajeno sin retribuir.
- guagua: bebé.
- guapear: desafiar, medirse a alguien sin complejos.
- huachafo: cursi, ridículo.
- huacho: décimo de un billete de lotería.
- huayco: masa enorme de lodo y peñas que por las lluvias torrenciales se desprende.
- huevas: huevón
- huevón: en Perú se emplea, coloquial, para dirigirse a alguien, siempre que exista confianza. También quiere decir tonto.
- jalar: suspender.
- jirón: vía urbana compuesta de varias calles.
- jopo: flequillo.
- qué leche: qué suerte.
- lisuras: palabras o acciones groseras.
- maceteado: robusto.
- machaza: femenino de machazo: valiente, arrojado.
- machucarse: golpearse.
- madre (ser una madre): ser muy malo.
- de mamey: muy bueno.
- manejar: conducir (un automóvil).
- mazamorra: mezcolanza, revoltillo.
- mechadera: trifulca, bronca, pelea.
- merengue: desorden, lío, trifulca.
- minetera: que habitualmente practica sexo oral (lunfardismo).
- mulita: botella pequeña de bebida alcohólica.
- con todos los muñecos: nervioso.
- muñequearse: ponerse nervioso, intranquilo.
- ñizca: pizca, fragmento pequeño de algo.
- palomilla: muchacho travieso y callejero.
- paradero: parada de autobuses y tranvías.
- pascana: etapa o parada en un viaje.
- pata: amigo.
- patota: grupo de amigos.
- pericotes: ratones (fig. opositores al régimen).
- perros: cadetes de 3er año del colegio militar Leoncio Prado.
- pichicatero: drogadicto.
- pichula: pene.
- pintón: guapo, atractivo.
- pisco: aguardiente de uva.
- plata: dinero.
- polilla: prostituta.
- poto: nalgas.
- prestarse: tomar prestado.
- pucho: colilla.
- pulpería: taberna.
- quena: flauta del altiplano peruano.
- rabanitos: comunistas.
- recibirse: graduarse.
- réferi: árbitro.
- requintar: protestar.
- resondrar: reconvenir.
- rocoto: fruto grande, de color rojo, muy picante.
- rosquete: homosexual.
- rulero: rulo.
- sacón: chaquetón.
- salado: desafortunado, con mala suerte.
- sambo: negro oscuro; o mestizo de negro e indio.
- sardinel: hilera de piedras alargadas y estrechas.
- sebiche: plato de pescado o marisco macerado en limón.
- sonso: tonto.
- soroche: mal de montaña.
- templado: enamorado.
- tomar: beber alcohol.
- tombo: policía.
- topo: persona de cortos alcances que se equivoca en todo.
- trompearse: batirse a puñetazos.
- truquero: mentiroso, tramposo.
- vento: dinero.
- vereda: acera.
- virolo: bizco.
- voltear: girar.
- yobimbina: (yohimbina) compuesto farmacológico estimulante de la actividad sexual.
- zambo: nacido de negro e india, o viceversa.
- zangoloteo: movimiento brusco de algo.