viernes, 10 de diciembre de 2010

Un amour fou del siglo XI

BEN ZAYDUN

Te dije un día que al ver
cómo venía de dejarte
se levantó a ejercer su oficio
aquella plañidera.
Sabes también que anduve como un perro
errando años por la ruina
de al-Zahara, recorriendo los extramuros
de Córdoba y murallas
entre los harapientos, la basura.
Nada quería fuera de mi muerte.

Y bien, Wallada: ahora hallé otras cosas.
No otro amor, ya no quiero
caer en un error semejante.
Ahora las tardes alargadas, el gusto
de estar solo y poder
escribir del fragor aquel sin que me tiemble
la mano, para vida y temor
de cuantos vienen,
sacan miel de las quemaduras
y te han dejado en unos trazos, una palabra,
un personaje del poema: a tanto
descendiste, eso eres ya
tú que todo lo eras.

Y tampoco me importa
seguir de este modo condenado a ti
para siempre.
Distraído, al pasar,
sin olvido, sin mortificación,
toco los muros que nos conocieron.


Fernando Quiñones: Las Crónicas de Al-Andalus