miércoles, 29 de noviembre de 2017

Papeles póstimos de un profesor de COU (3): UN poema de Antonio Machado: LOS SUEÑOS MALOS.

El profesor de COU se topó con la poesía de Machado tempranamente, en su antiguo Bachillerato de 6 cursos, gracias a un profesor enamorado de don Antonio. La fue descubriendo poco a poco, hasta que la hizo suya, y es ahora una de las voces que le acompaña siempre (uno de los grandes, grandes) y por la que siente tanta veneración como su antiguo profesor.
Ni que decir tiene que en sus años de enseñante hubo de explicar muchas veces la poesía de Machado, tanto las Soledades. Galerías. Otros poemas (SGOP), como los Campos de Castilla. Prefiere este último, más humano e insertado en la Historia, sin por ello dejar de reconocer la grandeza del anterior, libro plenamente simbolista. DE SGOP, de la sección “Humorismos, fantasías, apuntes” traigo hoy este poema, que solía comentar en clase. Apunto lo esencial de él, sin entrar en un comentario a fondo.

Los sueños malos (LIV)

Está la plaza sombría; 
muere el día. 
Suenan lejos las campanas. 

De balcones y ventanas
se iluminan las vidrieras
con reflejos mortecinos, 
como huesos blanquecinos
y borrosas calaveras.

En toda la tarde brilla
una luz de pesadilla. 
Está el sol en el ocaso. 
Suena el eco de mi paso. 

¿Eres tú? Ya te esperaba... 
No eras tú a quien yo buscaba. 


Poema de 14 versos, en octosílabos, con la sola excepción del tetrasílabo en el segundo verso, y con una bastante rara rima en pareados, exceptuando, de nuevo, una cuarteta en los versos del 5 al 8.
Esta rima en pareados entiendo que potencia el efecto hipnótico y onírico del poema (ese fragmentarismo de las imágenes de un sueño), pues que evidentemente se trata de un sueño, un sueño malo, es decir, una pesadilla (v. 10).

El poema nos sitúa, dentro de esa pesadilla, en un determinado contexto espacio-temporal en que se mueve el poeta (solo hacia el final se nos da a ver esa acción: “mi paso”, v. 12) y donde se producirá un enigmático encuentro que reviste la forma de diálogo.

Son notorias, en el contexto espacio-temporal, las referencias al acabamiento del día (“plaza sombría”, “muere el día”, “tarde”, “ocaso”). El poeta merodea por una plaza, en torno a balcones y ventanas, donde sólo puede percibir notas mortuorias (“reflejos mortecinos”, “huesos blanquecinos”, “borrosas calaveras”).

Si atendemos a varios de los poemas de SGOP en que aparece el poeta merodeando por una plaza en torno a balcones y ventanas (X, XXV, XXX, XXXVIII, XCIV) nos podemos dar cuenta de que la voz poética anda buscando lo que podríamos denominar la fantasmática mujer ausente (probablemente muerta). Es un referente sentimental del poeta, sin nombre, y que, desde luego, jamás se hace presente, más que a través de visiones mortecinas. Por eso la denomino así.

El joven Machado de SGOP, que parece verdaderamente un muerto en vida, anda en sus poemas frecuentemente en pos de esta irreal figura.

Nuestro poema se va a cerrar con un encuentro-desencuentro, a través de un diálogo seco y cortante, que resulta muy enigmático. ¿Quiénes hablan? ¿A quién se refieren los dos “tú” que aparecen en sendos versos?

Por todo el simbolismo mortuorio del poema no me cabe duda de que las dos voces son las de la Muerte (v. 13) y la del poeta (v. 14). El primer “tú” se refiere al poeta, y el segundo a la Muerte. La Muerte se encuentra con el poeta y le expresa una solicitación (“ya te esperaba”); el poeta, en su pesadilla, con su respuesta cortante, intenta escapar de su amenaza: “no eras tú a quien yo buscaba”.

Pero hay una presuposición en ese último verso: a alguien buscaba el poeta. De forma muy sintética podríamos decir que el secreto de ese final es que el poeta buscaba a la muerta y se encuentra con la Muerte.


La réplica cortante con que intenta escapar de la muerte rompe la pesadilla y termina el poema de forma brusca.