A los viejos profesores de materias humanísticas en la Enseñanza Media.
Cómo vender a las almas blandas el hueso del sentido
cuando con medios vastos, refinados, infinitos,
la época hoza y se reboza en su embolismo ciego.
Y cómo proponer a quien no los lleve dentro
(y día tras día los elegidos menguan)
el regalo de la angustia conquistada,
la belleza que asesina sin piedad,
la pregunta necesaria y sin respuesta.
Todo es pedregosa tierra para esta semilla.
Y ni con amor el saber llega.
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