No se os haga tan amarga
la batalla temerosa
que esperáis,
pues otra vida más larga
de fama tan gloriosa
acá dejáis.
Aunque esta vida de honor
tampoco no es eternal,
ni verdadera,
mas, con todo, es muy mejor
que la vida terrenal,
perecedera. (35)
El vivir que es perdurable,
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable,
en que moran los pecados
infernales,
mas los buenos religiosos,
ganánlo con oraciones
y con lloros,
los caballeros famosos
con trabajos y aflicciones
contra moros.
no se gana con estados
mundanales,
ni con vida deleitable,
en que moran los pecados
infernales,
mas los buenos religiosos,
ganánlo con oraciones
y con lloros,
los caballeros famosos
con trabajos y aflicciones
contra moros.
Y pues vos, claro varón,
tanta sangre derramasteis
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganasteis
por las manos.
Y con esta confianza
y con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperanza,
que esta otra vida tercera,
ganaréis.» (37)
tanta sangre derramasteis
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganasteis
por las manos.
Y con esta confianza
y con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperanza,
que esta otra vida tercera,
ganaréis.» (37)
Un tanto ambigua resulta la
referencia a “esta otra vida tercera” en la copla 37 del magno poema
manriqueño. ¿Se trata de la vida eterna o de la vida de la fama? Ninguna de las ediciones críticas que he manejado (no menos de cuatro) anotan su significado, y entre los estudiosos que he consultado (Américo Castro, Stephen Gilman, Pedro Salinas y unos cuantos más) casi se podría decir que se dividen en partes iguales los que consideran un significado y los que consideran el otro, sin dar mayores argumentos. Por el
contexto inmediato parecería que se refiere al “galardón” de la vida eterna (“y
con la fe tan entera / que tenéis, / partid con buena esperanza). Sin embargo,
nos inclinamos a pensar que se trata de la vida de la fama (“vida de honor”).
Intentemos razonarlo.
En la copla 35 ha diferenciado
luminosamente 3 vidas, que, jerárquicamente se ordenan de la siguiente manera:
1ª vida eternal y verdadera
2ª vida de la fama glorïosa = vida de honor
3ª vida terrenal, perecedera
Todo dentro de la estricta lógica
cristiana (la vida eterna como la más valiosa y la terrenal sólo como un
medio), con ribetes prerrenacentistas (valoración de la fama).
En la estrofa 36 nos habla de los
medios para alcanzar “el vivir que es perdurable”, esto es, la vida eterna. Con
una mirada muy aristocrática solo se fija en lo alto de la sociedad estamental
en que vive: el clero y la nobleza (el tercer estado no cuenta). Y distingue:
- “los buenos religiosos / gánanlo (“el vivir que es perdurable”) con
oraciones / e con lloros”.
-
“los caballeros famosos / (elipsis de verbo y pronombre) con trabajos y
aflicciones / contra moros”. Es decir, guerreando contra los musulmanes (donde,
de paso, el devoto poeta cristiano incorpora una idea islámica: la de la guerra
santa como medio de alcanzar recompensa en la eternidad. Se ve que la
contaminación ideológica entre los bandos en fricción era intensa).
Y llegamos a la estrofa 37: el
claro varón que es don Rodrigo de Manrique (uno de los Claros varones de Castilla, de Hernando del Pulgar), derramando
sangre de paganos (aquí, musulmanes) ha conquistado por las manos el “galardón”
de la vida eterna. En los versos que siguen, todo apunta a que sigue hablando
de ella: Y con esta confianza /y con la fe tan entera / que tenéis, / partid con buena esperanza, / (…)
Indudablemente hacia donde debe partir con buena esperanza es hacia la vida
eterna: le lleva su fe y la mucha sangre de paganos derramada por sus manos.
Pero entonces el poema da un
giro, y los dos últimos versos de la estrofa, en mi sentir, ya no siguen
hablando de esta vida eterna, sino de “esta otra vida tercera”, que no puede
sino referirse a la de la fama, la vida de honor que en la estrofa 35 ponía de
relieve.
Los argumentos que me llevan a
este sentir son los siguientes:
durante la primera parte del poema ha estado contraponiendo sistemáticamente sólo
dos formas de vida: la terrenal y la eterna. “Este mundo es el camino /
para el otro que es morada / sin pesar” (copla 5); “Este mundo
bueno fue (…) es para ganar aquel / que atendemos” (copla 6); “la cara
hermosa / corporal = “cativa” (…) el alma tan glorïosa / angelical = “señora”
(copla 7).
Por lo tanto, la única vida que puede
admitir el determinante de “tercera” es aquella que resulta una novedad
respecto a las dos de que se habla durante gran parte del texto: la de la fama.
El hecho de que el poema termine
con las siguientes palabras: “y aunque la vida perdió / dejónos harto consuelo
/ su memoria”, nos confirma en que la idea de una tercera vida, la de la
fama, desde el momento en que aparece (copla 35) se convierte en una referencia
de tal importancia que incluso se usará para cerrar el poema. Por todo ello
pensamos que en la copla 37, al final, se está refiriendo a esta “tercera vida”
de la fama.
Es verdad que, para que resulte
coherente esta lección de los dos últimos versos de la estrofa 37, el nexo que que los introduce no habría de
poseer un valor causal, sino más bien copulativo, y el sentido de esos versos
finales sería: partid con buena esperanza (hacia la vida eterna), y –además-
esa otra vida tercera, que hemos introducido en nuestro poema recientemente,
ganaréis.
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