Releyendo
estos días Capítulos de historia de la
lengua literaria, de Ricardo Senabre,
me complace la manera tan minuciosa a veces en que el investigador se aproxima
a los textos. Incluso en textos de carácter irracional Senabre llega siempre
hasta donde la racionalidad le permite llegar, intenta explicar, desde la razón,
cualquier detalle verbal (cualquier matiz del significante), y, donde no puede
más, se detiene, y te da a entender, hasta aquí he llegado con la razón. El
resto es cosa del misterio de la creación artística. Ese intento de marcar los
límites entre lo que puede ver la razón y el elemento misterioso me parece
subyugador. No como otros críticos literarios que, a las primeras de cambio, se
envuelven en las brumas, y se dedican a multiplicarlas y desparramarlas.
Pues
bien, no sé de qué manera algo oblicua, esta lectura de Senabre me ha hecho
recordar también mi trato con micropasajes literarios, aunque es verdad que yo
no les sacaré la punta que les sacaba el maestro.