miércoles, 29 de enero de 2025

Dos CARPE DIEM de nuestro tiempo: Luis Alberto de Cuenca y Sara Mesa

 A Rubén, que me dio a conocer el poema de Sara Mesa.


COLLIGE, VIRGO, ROSAS

Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlete los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado

 (Por fuertes y fronteras, 1996,  Luis Alberto de Cuenca)

 

 CARPE DIEM NOS DIJERON

 Soy una brizna de hierba que brota

de un sumidero sucio.

Una raíz perdida

que busca apurar todos los jugos,

que quiere aprovechar la savia de los días,

el venenoso y dulce licor de los presentes.

 

Vive el momento.

Como si acaso hubiera

un solo momento.

Como si fuese solo

cuestión de desearlo.

Como si no existieran jaulas,

zapatos embarrados que pisotean el suelo.

 

Si me concentro, sí,

siento que se pasean por mi cuerpo

cientos, miles,

cientos de miles de insectos diminutos

y cada uno me narra una promesa.

 

Soy una única flor

pero qué multiplicidad del cáliz,

qué variedad de estambres.

 

Me fecundo para estrujar el tiempo

-carpe diem-

y cuántos otros senderos desperdicio

qué dulzuras malogro

qué imprevisibles destinos pierdo para siempre.

 

 (Sara Mesa: Este jilguero agenda, 2007)


En efecto, Carpe diem, es el nombre genérico con que nos referimos al tópico de aprovechar el momento, vivir el tiempo presente con intensidad. El nombre procede de una oda de Horacio (Carminum I, 11) que, en un momento climático, utiliza la expresión Carpe diem (“coge el día”). Ahora bien, también hay un poema de Ausonio, conocido como Collige, virgo, rosas (“coge o recoge, virgen, las rosas”), que trata un tema similar. La diferencia sería que el Carpe diem es un tipo de poema más general, en el sentido de aprovechar el momento presente, mientras que el Collige, virgo, rosas, es algo más concreto, una invitación a las doncellas, a que se dispongan a amar, aprovechen su juventud, y no esperen a que el tiempo las devore. El poema es, claramente, una conspiración antivirginal.

 

De manera que los poemas clásicos de nuestra tradición occidental sobre el tema (“Mentre che l´aureo crin v´ondeggia intorno”, de Bernardo Tasso, “En tanto que de rosa y azucena”, de Garcilaso, “Mignonne, allons voir si la rose”, de Pierre Ronsard,  “Ilustra y hermosísima María” o “Mientras por competir con tu cabello”, de Góngora, “To his coy mistress”, de Andrew Marvell) corresponden, en realidad, más al modelo del Collige, virgo, rosas, que al Carpe diem.

 

Pues bien, si hemos hablado de lo que los diferencia, el elemento común más importante es el uso del imperativo, en verbos, por lo demás, casi sinónimos: carpe / collige.

Si ahora pasamos a considerar los dos poemas recientes que hemos elegido, lo primero que nos llama la atención es el carácter más clásico (dentro de su modernidad) del de Luis Alberto de Cuenca. Para comenzar tiene 14 versos, cual si de un soneto se tratara, pero no lo es ciertamente. Los versos son blancos (sin rima), y los posibles tercetos o cuartetos no se delimitan sino que se engarzan a través de encabalgamientos. Eso sí, los versos son perfectos alejandrinos (con su cesura intermedia: 7 + 7 sílabas).

 

Otro elemento más tradicional son las referencias intertextuales de Cuenca, un par de alusiones a los poemas de Góngora. “Disfruta / de la luz y del oro” nos recuerda el “goza el color, la luz y el oro” del primero de los poemas del cordobés, mientras que “Goza labios y lengua” remite al segundo: “Goza cuello, cabello, labio y frente”.

 

¿Qué es lo moderno que añade Cuenca? Dos cosas: el desparpajo del lenguaje, dando entrada a formas coloquiales: “Púlete los rosales”, “machácate de gusto” “te quite lo bailado”… El otro elemento es un erotismo más explícito, que se puede percibir tanto en esas formas coloquiales como en el juego intertextual: “Goza labios y lengua”. En algún momento alude no sólo a la entrega amorosa (clave del tópico), sino a la multiplicidad de esta entrega: “sin un hombre / (por lo menos) comiéndote las hechuras del alma”.

 

Y esto nos conduce directamente al otro poema elegido. De Sara Mesa, escritora bastante rupturista y poco convencional, no podíamos esperar un poema muy ceñido al tópico. Ya en el título se distancia del asunto: Carpe diem nos dijeron. Con lo cual da a entender que utilizará el tópico para una reflexión personal. En efecto, el poema está escrito en primera persona (la segunda persona es lo propio de estos poemas), y los imperativos sólo los va a utilizar como cita en el verso 7 (Vive el momento) y hacia el final en latín: -carpe diem-.

 

Lo que propone Sara Mesa es una reflexión sobre el tema (la dificultad de ceñirse a un amor, ante la pluralidad de los deseos) y una apertura a la multiplicidad de los amores. Diríamos que da otro giro de tuerca a tan manido asunto.

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