A Rubén, que me dio a conocer el poema de Sara Mesa.
COLLIGE, VIRGO, ROSAS
Niña, arranca las rosas,
no esperes a mañana.
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlete los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado
(Por fuertes y fronteras, 1996, Luis Alberto de Cuenca)
CARPE DIEM NOS DIJERON
Soy una brizna de hierba que brota
de un sumidero sucio.
Una raíz perdida
que busca apurar todos los
jugos,
que quiere aprovechar la
savia de los días,
el venenoso y dulce licor de
los presentes.
Vive el momento.
Como si acaso hubiera
un solo momento.
Como si fuese solo
cuestión de desearlo.
Como si no existieran jaulas,
zapatos embarrados que
pisotean el suelo.
Si me concentro, sí,
siento que se pasean por mi
cuerpo
cientos, miles,
cientos de miles de insectos
diminutos
y cada uno me narra una
promesa.
Soy una única flor
pero qué multiplicidad del
cáliz,
qué variedad de estambres.
Me fecundo para estrujar el
tiempo
-carpe diem-
y cuántos otros senderos
desperdicio
qué dulzuras malogro
qué imprevisibles destinos
pierdo para siempre.
(Sara Mesa: Este jilguero agenda, 2007)
En efecto, Carpe
diem, es el nombre genérico con que nos referimos al tópico de aprovechar
el momento, vivir el tiempo presente con intensidad. El nombre procede de una oda
de Horacio (Carminum I, 11) que, en
un momento climático, utiliza la expresión Carpe
diem (“coge el día”). Ahora bien, también hay un poema de Ausonio, conocido
como Collige, virgo, rosas (“coge o
recoge, virgen, las rosas”), que trata un tema similar. La diferencia sería que
el Carpe diem es un tipo de poema
más general, en el sentido de aprovechar el momento presente, mientras que el Collige, virgo, rosas, es algo más
concreto, una invitación a las doncellas, a que se dispongan a amar, aprovechen
su juventud, y no esperen a que el tiempo las devore. El poema es, claramente, una
conspiración antivirginal.
De manera que los poemas clásicos de nuestra
tradición occidental sobre el tema (“Mentre che l´aureo crin v´ondeggia intorno”,
de Bernardo Tasso, “En tanto que de rosa y azucena”, de Garcilaso, “Mignonne,
allons voir si la rose”, de Pierre Ronsard, “Ilustra y hermosísima María” o “Mientras por
competir con tu cabello”, de Góngora, “To his coy mistress”, de Andrew Marvell)
corresponden, en realidad, más al modelo del Collige, virgo, rosas, que al Carpe
diem.
Pues bien, si hemos hablado de lo que los
diferencia, el elemento común más importante es el uso del imperativo, en verbos,
por lo demás, casi sinónimos: carpe /
collige.
Si ahora pasamos a considerar los dos poemas
recientes que hemos elegido, lo primero que nos llama la atención es el
carácter más clásico (dentro de su modernidad) del de Luis Alberto de Cuenca. Para comenzar tiene 14 versos, cual si de
un soneto se tratara, pero no lo es ciertamente. Los versos son blancos (sin
rima), y los posibles tercetos o cuartetos no se delimitan sino que se engarzan
a través de encabalgamientos. Eso sí, los versos son perfectos alejandrinos
(con su cesura intermedia: 7 + 7 sílabas).
Otro elemento más tradicional son las referencias
intertextuales de Cuenca, un par de alusiones a los poemas de Góngora. “Disfruta
/ de la luz y del oro” nos recuerda el “goza el color, la luz y el oro” del
primero de los poemas del cordobés, mientras que “Goza labios y lengua”
remite al segundo: “Goza cuello, cabello, labio y frente”.
¿Qué es lo moderno que añade Cuenca? Dos cosas: el
desparpajo del lenguaje, dando entrada a formas coloquiales: “Púlete los rosales”, “machácate de gusto” “te quite lo bailado”… El otro elemento
es un erotismo más explícito, que se puede percibir tanto en esas formas
coloquiales como en el juego intertextual: “Goza labios y lengua”. En algún momento alude no sólo a la entrega amorosa
(clave del tópico), sino a la multiplicidad de esta entrega: “sin un hombre / (por lo menos) comiéndote las hechuras
del alma”.
Y esto nos conduce directamente al otro poema
elegido. De Sara Mesa, escritora
bastante rupturista y poco convencional, no podíamos esperar un poema muy ceñido
al tópico. Ya en el título se distancia del asunto: Carpe diem nos dijeron. Con lo cual da a entender que utilizará el
tópico para una reflexión personal. En efecto, el poema está escrito en primera
persona (la segunda persona es lo propio de estos poemas), y los imperativos
sólo los va a utilizar como cita en el verso 7 (Vive el momento) y hacia el final en latín: -carpe diem-.
Lo que propone Sara Mesa es una reflexión sobre el
tema (la dificultad de ceñirse a un amor, ante la pluralidad de los deseos) y una
apertura a la multiplicidad de los amores. Diríamos que da otro giro de tuerca
a tan manido asunto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario