En el 3º capítulo de la 1ª parte del Quijote asistimos a una conversación entre el hidalgo y un ventero, que procura hacerle ver los elementos prosaicos de la vida real:
Preguntóle si traía dineros: respondió Don Quijote que no traía blanca, porque él nunca había leído en las historias de los caballeros andantes que ninguno los hubiese traído. A esto dijo el ventero que se engañaba: que puesto caso que en las historias no se escribía, por haberles parecido a los autores de ellas que no era menester escribir una cosa tan clara y tan necesaria de traerse, como eran dineros y camisas limpias, no por eso se había de creer que no los trajeron; y así tuviese por cierto y averiguado que todos los caballeros andantes (de que tantos libros están llenos y atestados) llevaban bien erradas las bolsas por lo que pudiese sucederles.
Leyendo hoy La risa. (Ensayo sobre la significación de lo cómico), de Henri Bergson, encuentro el siguiente pasaje, que parecería ser una explicación de la comicidad del anterior:
Por eso el poeta trágico procura evitar cuanto pudiera atraer nuestra atención sobre la materialidad de sus héroes. Tan pronto como interviene la preocupación del cuerpo es de temer una infiltración cómica. He aquí por qué los héroes de tragedia no beben, ni comen, ni se calientan a la lumbre.
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