A la vuelta de un viaje por Cantabria lo primero que me viene a la cabeza es este poema de Gerardo Diego con el que me encontré en lo alto del portillo de la Sía, que une los Collados de Asón con Espinosa de los Monteros en el norte de Burgos. Lo transcribo, añadiendo los correspondientes acentos que excluyó la piedra, y lo ilustro con dos fotografías: una, del monumento al poema y poeta; y otra, de la vista desde lo alto hacia el valle de Soba.
Niebla, niebla en la Sía.
La clara nitidez del valle
idílico,
Los oscuros, concretos cajigales
De Quintana y La Gándara,
Quedan abajo inmersos como en
sueño.
El corazón se ensancha según
sube
La ruta pedregosa. Este camino,
Cuando sólo era senda de pastores
Y guía de herraduras,
Fue hollado por la planta
infatigable
De mi padre zagal y ahora no
veo
A un lado y otro,
Detrás, delante, sino las
vedijas
De la madrastra, de la
borradora
Que disuelve la luz y niega
el cielo.
Gerardo Diego
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