sábado, 11 de junio de 2022

El Oscar de la telefonía sentimental concedido a María Casares

 


En marzo de 1947, María Casares, que rodaba en Roma La chartreuse de Parme, junto con Gérard Philipe, y habiendo roto con Albert Camus (que estaba casado) al finalizar la guerra, llevaba una vida sentimental muy agitada en torno a dos Juanes, recibe una carta de su padre, el que fuera ministro de la República española, Santiago Casares Quiroga, de la que entresacamos un divertido pasaje. Es evidente que la literatura española perdió, con la dedicación a la política de don Santiago, una pluma de lo más ingeniosa y afilada. La carta se recoge en las memorias de la actriz.


Como puedes figurarte, aquí la vida sigue tan igual a sí misma como siempre; y no es de esperar que cambie. Sin embargo, un acontecimiento se ha producido que no quiero ocultarte aun a riesgo de herir tu natural modestia, pero teniendo en cuenta que un éxito es siempre un éxito y que no debe ser ocultado a quien merecidamente lo obtuvo. El hecho es que, unos minutos después de tu telegrama, llegó aquí, en adecuado pliego a tu nombre, un Diploma de la Dirección de Telégrafos y Teléfonos otorgándote un 1er Premio como Primera Comunicante Particular en el mes de Febrero por el heroico esfuerzo que has hecho para acumular, en cuatro simples comunicaciones, la confortable suma de diecisiete mil setecientos francos, cantidad que ningún abonado particular ha conseguido igualar en tan corto lapso de tiempo. Reconozco que el Diploma es merecido e importante, pues fuerza es confesar que equivale a una especie de “Oscar” de la telefonía sentimental. Y por eso, sin duda, me emocionó. ¡Qué diablo! Después de todo uno es padre y tiene su alma en su almario, ¿no? De ahí que me haya emocionado. Tanto, que, de golpe, me quedé ronco; ronquera que duró -y eso te dará una idea de la intensidad de mi emoción- hasta día y medio después de haber pagado el importe del Diploma. Unos cuantos éxitos de tal cuantía y la diño de puro entusiasmo.”

(María Casares: Residente privilegiada, Argos Vergara, 1981, pág. 289)



No hay comentarios: