La incluye Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso:
Un mandarín estaba enamorado de una cortesana. "Seré tuya, dijo ella, cuando hayas pasado cien noches esperándome sentado sobre un banco, en mi jardín, bajo mi ventana". Pero la nonagesimonovena noche, el mandarín se levanta, toma su banco bajo el brazo y se va.
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