Así comienza el ensayo “Conxolus” de Aldous Huxley, recogido en su libro de viajes A lo largo del camino. El humorismo que destila y el sistemático uso de la ironía nos recuerdan a Miguel de Cervantes, ese escritor inglés que escribió en castellano.
“El saber que todos saben –que Virgilio, por ejemplo, escribió la Eneida, o que la suma de los ángulos de un triángulo es igual a dos ángulos rectos-, es algo aburrido y poco distinguido. Si quiere usted adquirir una reputación de erudito a poca costa, es mejor ignorar el deslustrado y estúpido conocimiento que todos poseen y concentrarse sobre algo extraño y fuera de la órbita. En vez de citar a Virgilio cite a Sidonius Apollinaris, y exprese, en voz bien alta, su desprecio por aquellos que prefieren el poeta de la corte de Augusto al panegirista de Avidus, Majorianus y Anthemius. Cuando la conversación gire sobre Jane Eyre o Cumbres borrascosas (que naturalmente usted no habrá leído) diga que prefiere infinitamente El inquilino de Wildfell Hall. Cuando oiga hablar de Donne, emita un “psch” despectivo y dígale que tendría que haber leído a Góngora. Al oír mencionar a Rafael haga como si estuviera a punto de vomitar (aunque no haya entrado jamás en el Vaticano) y afirme que los cuadros de Rafael Mengs en Petersburgo son las únicas pinturas tolerables que usted conoce. De esta forma adquirirá usted la reputación de persona de profunda cultura y del más exquisito gusto; en tanto que si da pruebas de conocer perfectamente a Dickens, de haber leído la Biblia, los clásicos ingleses, Euclides y Horacio, nadie le tendrá a usted en buena opinión. Será como cualquier otro.”
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