El siglo V ateniense inventó la democracia y la reflexión política. Creó la tragedia y, en menos de cien años, vio cómo se sucedían los tres únicos autores que conocieron la posteridad: Esquilo, Sófocles y Eurípides. Dio forma a la comedia con Aristófanes. Fue testigo de la invención de la historia, primero con Heródoto (que no era ateniense, pero que vivió muchos años en Atenas), después con Tucídides. Presenció las construcciones de la Acrópolis y las estatuas de Fidias. Fue el siglo de Sócrates, que, en los últimos años del siglo, conversaba con el joven Platón o con el joven Jenofonte y con los discípulos de aquellos sofistas que acababan de inventar la retórica. Se conocían entonces los progresos de una nueva medicina, científica y basada en la observación: la de un tal Hipócrates…
Jacqueline de Romilly: Por qué Grecia, p. 38
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