miércoles, 10 de diciembre de 2025

Sobre algunas fuentes de la SONATINA de Rubén Darío.

 

La reciente lectura de los Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving, me trajo a la cabeza, en varios momentos, la “Sonatina”, de Rubén Darío. ¿Será una de sus fuentes?, se preguntaba el crítico hidráulico que muy frecuentemente soy. Eso me llevó a consultar un curioso ensayo, que había leído tiempo ha, de Manuel Cardenal de Iracheta, recogido en su libro póstumo Comentarios y recuerdos (Revista de Occidente, 1972). Allí encontramos su escrito sobre “La Sonatina de Rubén”. En él, tras disculparse de introducir la mirada crítica en la poesía (que está hecha para sentirse), y reconocer que “las cuerdas de la lira de un poeta están siempre tomadas de las de otros poetas”, ensaya indagar en el “entronque y dependencia” de Darío respecto de la poesía francesa aplicado a este poema. Y traza la siguiente línea genealógica de antecedentes:

 

Victor Hugo: “La rose de l´infante” (La légende des siècles, 1859)

 

Stuart Merrill: “La douleur de la princesse” (Les gammes, 1887)

 

Albert Samain: “L´infante” (Au jardín de l´infante, 1893)

 

Rubén Darío: “Sonatina” (Prosas profanas, 1893)

 

Tras buscar los textos en el ciberespacio y leerlos (aunque no con mucha profundidad) saco las siguientes conclusiones:

 

En el de Victor Hugo nos encontramos con una princesa que está con su rosa en la mano, en su palacio, sola, servida por una dueña. La rodea el esplendor propio de un palacio, pero ella está aislada con su rosa. Ve correr una sombra siniestra tras una ventana (se trata de Felipe II, sobre el cual se despacha largamente Hugo cargando todas las tintas negras posibles). Este rey sueña con el éxito de su armada que se dirige a conquistar Inglaterra. De repente un viento fuerte sopla y la rosa de la princesa se vuela y se descompone en el estanque. La dueña le dice que “en la tierra todo pertenece a los príncipes, excepto el viento”. [Alusión final a la frase de Felipe II: “He enviado mis naves a luchar contra Inglaterra, no contra los elementos”]

 

Como vemos, el tema del poema sería la contraposición entre la riqueza y el poder confrontados a la naturaleza de las cosas, que muchas veces los vence.

 

La toma de la palabra por parte de la dueña al final es lo más similar al poema de Darío. Aunque en éste la dueña “face d´ombre” da una lección de desengaño, mientras que en Darío anima a la princesa con la promesa de un futuro más amable –a través del amor- que su melancolía actual.

 

Lo demás, en común, son elementos sueltos, como, por otra parte, en los restantes poemas: la rosa de la princesa, sus ojos azules, la riqueza que le rodea en el palacio, con cisne en el estanque y hasta un pavo real.

 

Indudablemente el poema de Stuart Merrill (quien fue su amigo) presenta mucho mayores puntos de contacto con el de Darío: desde el título (“La douleur de la Princesse”), que es en lo que se centra (sin digresiones como en Hugo), sus ojos azules, sus sueños y deseos que no colman las bellezas que la rodean (la fórmula ni...ni...ni… que emplea y también Rubén), nada la divierte en el pesar de su ensueño amoroso (ese sueño con un caballero que vuela hacia ella) ni en su deseo de escapar y evadirse “des murs de mon divin enfer” (así es como siente su palacio).

 

A diferencia del mensaje esperanzador de la dueña en Darío, aquí termina el poema con la princesa esperando siempre, perdida y aturdida, mientras suena una música de mandolina en el palacio “sous les doigts indolents d´un choeur de troubadours” (cuyo reflejo en Darío puede ser “mudo el teclado de su clave sonoro”).

 

 

Del último poema, el de Albert Samain, dice Cardenal de Iracheta que éste es el antecedente inmediato de Darío (¡cómo no lo sea en el tiempo!). Realmente no tiene tanta similitud como el anterior –de Stuart Merrill-. Trata de una princesa triste, que se aburre y tiene sueños… pero en este caso, son sueños de imperio y no de amor, como la de Darío. Tiene un paje que le lee poemas, y un lebrel a sus pies (“aux yeux mélancoliques”), y una flor (un tulipán) en sus manos. Hay un jardín con estanque y mármoles, ella está pálida, llora, y resignada (en esto se diferencia de la de Darío). Como vemos, en todos los poemas hay notas diversas, elementos, que, de alguna manera recogerá Rubén.

 

La clave principal del poema de Samain es el elemento simbólico que lo abre y sustenta: Mon âme est (=) une infante… (esa identificación del alma del poeta con la princesa).

 

En Darío no aparece, pero lo podríamos sobreentender para así dar más universalidad a la pena de la princesa, para que de alguna manera nos toque a todos. No sea sólo la melancolía de la princesita, sino la melancolía que el anhelo de lo imposible puede producir en cualquiera de nosotros.

 

Después de visto todo esto, ¿me atrevería a proponer los Cuentos de la Alhambra como otra posible fuente? Desde luego, y no sólo de Rubén, sino de todos ellos, pues que además en el tiempo se les adelanta (son de 1832). Y porque en ellos aparece continuamente la palabra clave que acabo de utilizar en el párrafo anterior. Pues ¿qué le pasa a la princesa? Sin duda alguna padece una crisis de melancolía profunda, producida por la ausencia y anhelo de amor que la atormenta.

 

Y esta palabra clave es la que encontraremos en varios de los cuentos de Washington Irving.

 

En El peregrino de amor, la princesa cristiana, que ha leído la carta de Ahmed, enferma de melancolía; su padre busca remedios, nadie la cura, y al final llega Ahmed disfrazado y con su canción (que glosa la carta que le envió sin conocerla: “que te adora sin verte”) la cura.

 

En Las tres hermosas princesas, son las tres las que padecen melancolía amorosa a partir de que ven llegar a los 3 cristianos cautivos en una galera, y luego en Granada, separadas de ellos, están melancólicas y  pálidas. De nuevo sólo curan con las canciones que cantan los 3 enamorados caballeros.

 

Como la de Darío, las 3 hermosas princesas no reciben deleite de todo lo que su padre les ofrece (joyas, placeres).

 

En La Rosa de la Alhambra, de nuevo la muchacha, Jacinta, se queda pálida y melancólica tras la desaparición de su amado. Aquí será la música maravillosa del laúd encantado la que les volverá a reunir.

 

Pero es que en todos ellos se dan esos pequeños detalles de elementos y lenguaje de que hablábamos (suspiros, pálida, volar, escapar, melancolía, flores, joyas, placeres… incluso halcón, corcel, columna de mármol.)

 

En La Rosa de la Alhambra (= “la flor de la corte” rubeniana), tenemos una tía “guardándola como un dragón” y en otro cuento. El Gobernador manco y el soldado, se nos habla de una guardia de negros africanos con las cimitarras en alto:

 

el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

 

 

Como vemos, muchas son las semejanzas que presentan estos cuentos de Irving con el poema de Rubén como para no ponerlos en el origen de sus antecedentes.

 

lunes, 3 de noviembre de 2025

El respeto de Maite y el respeto de Alauda: notas sobre LOS DOMINGOS.

 


Fui a ver esta película ayer, por recomendación de Marcos, y  muy agradecido le estoy, pues que se trata de una obra enormemente lograda, con unas interpretaciones magistrales y que te tiene atrapado durante todo el desarrollo, y te da mucho que pensar cuando termina. Mucho que pensar y mucho que hablar, porque no puedes evitar comentarla y discutir muchos de sus aspectos con quienes la han visto.

        

Desde entonces no he dejado de recomendarla, y ahora lo vuelvo a hacer desde el blog, aunque sea un poco ocioso, pues haciendo un pequeño recorrido por el ciberespacio constato que está teniendo una acogida excelente, tanto por parte de público como de crítica.

 

He visto alguna reseña o entrevista con la directora, y todas se dirigen al mismo lugar: que si la película es muy abierta; que, siendo obra de personas laicas y no creyentes, la mirada hacia el mundo de lo religioso es muy respetuosa; que se centra en el conflicto que genera en los distintos miembros de la familia una decisión de este tipo, etc.

 

Sí, todo eso está muy bien, y Alauda Ruiz de Azúa, la directora, como persona que se mueve en el mundo del cine (ya sabemos, arte e industria) tiene que vender la película, y esa postura de apertura a las múltiples lecturas vende más que alguna lectura más posicionada.

 

martes, 28 de octubre de 2025

Habló el buey y dijo Mu. Un magnífico pasaje de LOS NOVIOS, de Manzoni

 

Terminé de leer Los novios, de Alessandro Manzoni, otra gran novela que no me atrevería a recomendar (como me ocurría con  David Copperfield, de Dickens). De nuevo el motivo es su extensión: hay que tener muchas ganas de leer una obra para meterse en una tarea tan ardua, que te puede llevar semanas concluir. Por otra parte, es una obra datée, que dirían los franceses. Muy de su época. Se tiene que leer sabiendo que estás leyendo un clásico, en este caso un romántico que se ha convertido en clásico, que hace una obra de largo recorrido, donde la anécdota argumental es casi lo menos importante, para, a partir de ahí, recrear de forma magnífica (con una prosa de muchos quilates), la situación de Lombardía hacia 1627 (año de la muerte de Góngora), entonces en poder de España. Manzoni (como luego hará Tolstoi en Guerra y paz) introduce algunos asuntos históricos, que puede ser la parte que peor ha envejecido de la novela. Pero también hace un par de frescos de la hambruna y los disturbios vividos en Milán, y la posterior epidemia de peste, que poco tendrían que envidiarle al mismísimo infierno de Dante. Al mismo tiempo es una novela católica, una epopeya de la Providencia se ha dicho, cosa que resultaba algo a contrapelo en su época (la de Byron o Shelley, por ejemplo, hijos –de alguna forma- de Voltaire,  Rousseau o Diderot; aunque también es la época de Chateaubriand), no digamos ya en nuestros días. Una novela católica donde los personajes más fascinantes son un fraile y un cardenal, mientras que uno de los más deletéreos es asimismo un sacerdote.

martes, 21 de octubre de 2025

Quandoque boni dormitant traduttori: un error grueso de traducción en LOS NOVIOS, de Manzoni

 

Hace años, en Lengua de 2º de Bachillerato, solía poner  en clase un trabajo sobre lecturas de El dardo en la palabra, de Lázaro Carreter. Les hacía leer 5 o 6 de sus artículos sobre errores en el uso del lenguaje y les proponía un cuestionario de 4 o 5 preguntas sobre cada texto. Uno de los más jugosos, y el que corregíamos detalladamente en clase, era el dedicado al uso –tan frecuentemente incorrecto- del verbo adolecer. Se lo suele emplear como sinónimo de carecer, cuando en realidad significa tener el defecto de. Un equipo de fútbol no adolece de velocidad, sino de falta de velocidad.

 

El artículo era muy rico, pues hablaba de varios asuntos, como el uso de extranjerismos y, sobre todo, la relación entre lenguaje y pensamiento, y cómo asistíamos a un peligroso derretimiento mental en el uso lingüístico cotidiano.

 

lunes, 20 de octubre de 2025

Lo que puede dar de sí una palabra: un detalle de la traducción de LOS NOVIOS de Manzoni

 

En el capítulo XXVII de I promessi sposi, después de relatarnos las aficiones literarias de Don Ferrante, el esposo de Doña Prassede (los señores que acogen a Lucía tras la entrega por parte del Innominado, que la tenía cautiva), extendiéndose –no sin ironía- a propósito de sus lecturas en astrología, filosofía antigua, filosofía natural, historia política, magia y brujería, y ciencia caballeresca, nos encontramos con el siguiente pasaje:

 

Da questo passa poi alle lettere amene; ma noi cominciamo a dubitare se veramente il lettore abbia una gran voglia d’andar avanti con lui in questa rassegna, anzi a temere di non aver già buscato il titolo di copiator servile per noi, e quello di seccatore da dividersi con l’anonimo sullodato, per averlo bonariamente seguito fin qui, in cosa estranea al racconto principale, e nella quale probabilmente non s’è tanto disteso, che per isfoggiar dottrina, e far vedere che non era indietro del suo secolo.

domingo, 5 de octubre de 2025

GRAFOMANÍA, de Virgilio Piñera

 

Hoy traigo al blog un texto breve de Virgilio Piñera, excelente escritor cubano no demasiado frecuentado por mí. Es verdad que solía leer su texto “En el insomnio” en clase, o que me divertí mucho leyendo su Electra Garrigó, pero aún así no lo he seguido suficientemente. El otro día, releyendo algunos de sus relatos (brevísimos algunos de ellos) de El que vino a salvarme, me encontré con éste, tan divertido y mordaz que no me he resistido a incorporarlo al blog. Lo que más me sorprende de Piñera es cómo utiliza un castellano purísimo y muy claro (clásico, diría yo) para transmitir un tipo de creación absurda y grotesca. Es una operación propia de su maestro: Kafka. Usar un lenguaje sencillo y muy claro para transformar la realidad –en un acto de creación pura- y proponernos un mundo de ficción absoluta que, sin embargo, como ocurre en los grandes escritores, no deja de remitir a la realidad.

 

GRAFOMANÍA. Virgilio Piñera  (1957)

 

Todos los escritores —los grandes y los chupatintas— han sido citados a juicio en el desierto del Sahara. Por cientos de miles este ejército poderoso pisa las candentes arenas, tiende la oreja —la aguzada oreja— para escuchar la acusación. De pronto sale de una tienda un loro. Bien parado sobre sus patas infla las plumas del cuello y con voz cascada —es un loro bien viejo— dice:
—Estáis acusados del delito de grafomanía.
Y acto seguido vuelve a entrar en la tienda.
Un soplo helado corre entre los escritores. Todas las cabezas se unen: hay una breve deliberación. El más destacado de entre ellos sale de las filas.
—Por favor… —dice junto a la puerta de la tienda.
Al momento aparece el loro.
—Excelencia —dice el delegado—. Excelencia, en nombre de mis compañeros os pregunto: ¿Podemos seguir escribiendo?
—Pues claro —casi grita el loro—. Se entiende que seguirán escribiendo cuanto se les antoje.
Indescriptible júbilo. Labios resecos besan las arenas, abrazos fraternales, algunos hasta sacan lápiz y papel.
—Que esto quede grabado en letras de oro —dicen.
Pero el loro, volviendo a salir de la tienda, pronuncia la sentencia:
—Escribid cuanto queráis —y tose ligeramente—, pero no por ello dejaréis de estar acusados del delito de grafomanía.

                  

jueves, 25 de septiembre de 2025

Las píldoras humanísticas de Javier

 

Me envía Javier un enlace de sus “50 píldoras humanísticas contra el mal de los tiempos”, publicado en la Revista digital Entreletras.

https://www.entreletras.eu/temas/cincuenta-pildoras-humanisticas-contra-el-mal-de-los-tiempos/

Me parecen tan buenas que le pido permiso para incluir algunas en mi blog (que así se enriquece). Reconocemos el tono de su última novela La tristeza del sabio, pero también nos complace mucho que ensaye el aforismo, y así se coloque, toutes proportions gardées, en la tradición de Nietzsche, Cioran y otros de ese jaez. Me he reído enormemente con la dilogía de la número 13. La 7 tiene cierta confluencia de tono con mi último post.

Ahí van unas pocas:

7 – ¿Por qué el cansino mantra de la pedagogía moderna de que hay que despertar en los estudiantes una “actitud crítica”, sin jamás mencionar que hay que despertarles también —y antes que nada— una “actitud admirativa” hacia los logros de la civilización y las grandes cimas de la cultura?

9 – Ya no se ven bibliotecas domésticas: esos cientos o miles de libros que antes poblaban los hogares, no sólo de eruditos y profesores, sino de médicos, ingenieros, abogados, funcionarios…, gentes instruidas o con ganas de instruirse. Aunque dispongan de suelo térmico y climatización constante, hoy hace más frío en esos hogares

13 – VOCACIONES. Hay quienes ven en los hijos el fin de la vida y hay quienes ven en los hijos el fin de la vida. Vocación de casado y vocación de soltero: hay que seguirlas.

16 – ¿AVE FÉNIX? La cultura humanística es una creación tan sutil y delicada en la evolución del animal humano que hacen falta siglos de esfuerzo para levantarla, pero unos pocos años bastan —lo estamos viendo— para reducirla a cenizas.

19 – REFLEXIÓN DEL FILÓSOFO. Las ideas son manjar; la ideología, pienso.

30 – Rousseau, un genio paranoico, ha sido el más grande intoxicador de conciencias de la modernidad; desde las fantasías sociales de Marx hasta las imposiciones de última hora son herencia suya: la nueva pedagogía, el animalismo rampante, el sometimiento a la corrección política, el victimismo sentimental de nuestros días… Toda la modernidad, en definitiva, ha seguido los pasos de un loco.

40 – ÉLITE Y VULGO. El sabio y el necio van en barcos distintos. No es un buen signo el aplauso de la mayoría. La multitud eligió a Barrabás, no a Cristo.

48 – Decía Ortega y Gasset en La rebelión de las masas que el hombre moderno es “un primitivo emergiendo de un mundo civilizado”. Cada vez es más cierta esa apreciación. ¿Y cómo no pensar en ella cuando contemplamos al ciudadano vulgar del siglo XXI embobado y embebido en sus sofisticadísimos chismes de bolsillo?