miércoles, 23 de abril de 2025

Un poema de José Angel Valente: Maquiavelo en San Casciano

 

MAQUIAVELO EN SAN CASCIANO

 

…non temo la povertà, non mi sbigottiscie la morte

(Carta a Francesco Vettori, diciembre 1513)

 

 

Al tordo que madruga en los olivos

tiendo tempranas redes,

mientras dura setiembre

y un cielo gris apaga

el eco doble de esta pena

en pobreza y destierro.

                   Tengo un bosque

cuya madera hago talar, pues de tan poca

riqueza me sustento.                         

 

Los negocios de la República y los reyes

de España y Francia

o el gran Duque lejos están;

mas bueno fuera que alguien

pagase en este tiempo aquel saber de entonces.

 

Los leñadores en el bosque

disputan entre sí o ponen pleito

a más rudos vecinos,

mientras cierto Frosino da Panzano

arrebata mi leña por diez liras

que tiempo ha le debo, según dice,

de una partida en casa de Antonio Guicciardini.

Al carretero he acusado

como ladrón. Mas fue vano negocio.

 

Aquel saber de entonces, digo, a él he vuelto

por holgura de tiempo y de tristeza,

y he compuesto un opúsculo

cuyo destino ignoro, aunque tal vez me valga

ganancia, más favor o mudada fortuna.

 

 

Caído luego el día, 

después de la comida familiar

apenas hecha de frutos de esta tierra,

en la taberna el juego

me aleja de lo mío

entre el sudor vulgar de las cartas usadas,

el agrio olor del huésped,

los gritos iracundos de mis nuevos amigos,

 el carnicero del lugar,

un molinero a veces, menestrales

de craso vino y pan y harapientos bolsillos. 

No hay en mí orgullo

ni vanidad sujeto a tal miseria,

y acaso la fortuna se avergüence

de haberme reducido a tan ruin destino.

 

Llega al cabo la noche.

Regreso al fin al término seguro

de mi casa y memoria.

                            Umbral de otras palabras,

mi habitación, mi mesa.

 

                            Allí depongo

el traje cotidiano polvoriento y ajeno.

Solemnemente me revisto

de mis ropas mejores

como el que a corte o curia acude.

Vengo a la compañía de los hombres antiguos 

que en amistad me acogen

y de ellos recibo el único alimento

sólo mío, para el que yo he nacido.

 Con ellos hablo, de ellos tengo respuesta

 acerca de la ardua o luminosa

 razón de sus acciones. 

 

Se apaciguan las horas, el afán o la pena.

Habito con pasión el pensamiento.

Tal es mi vida en ellos

que en mi oscura morada

ni la pobreza temo ni padezco la muerte.

 

                                                                  1966

 

 

Cuando poco después de licenciado y ya profesor de Enseñanza Secundaria, fui a Perugia para aprender italiano, recuerdo que el libro de lecturas que utilizábamos se llamaba Pagine di scrittori italiani. Ya en un post anterior comenté los textos que más me tocaron: un poema de Pavese, otro de Sergio Corazzini y, sobre todo, un fragmento en prosa, magnífico, de una carta que Maquiavelo, en su exilio de San Casciano, había enviado a un amigo, Francesco Vettori, en que le daba cuenta de su mísera condición de desterrado, pero también de cómo la frecuentación de los antiguos y el trabajo en un opúsculo que componía (ni más ni menos que Il principe) conseguían sacarlo de su melancolía y llevarlo a momentos de gran exaltación vital. El texto de Maquiavelo me trajo a la memoria un excelente poema de José Ángel Valente, que habíamos visto en la Facultad. Acudiendo al procedimiento del monólogo dramático puesto en boca del florentino, Valente lo que hacía era, siguiendo muy de cerca el original en prosa, convertirlo en poesía de muchos quilates. Es un poema que utilicé mucho en mis clases de COU, y que solía comentar con acuidad y devoción, siempre remitiendo a lo que de fina operación intertextual tenía el resultado.

 

Pues bien, recientemente, en una cena entre amigos surgió el nombre de Maquiavelo, y quise buscar el poema en el ciberespacio para ejemplificar ese momento de la creación de su celebérrimo opúsculo político. No lo encontré a mano (sí dentro de un análisis circunstanciado de la poesía de Valente). Entonces decidí rebuscar entre mis viejos apuntes de Literatura de COU. Allí estaba, cómo no, y decidí teclearlo para todos.

 

 

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