FELIPE IV
Nadie
más cortesano ni pulido
que nuestro Rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.
Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso,
y de sus ojos, el azul, cobarde.
Sobre su augusto pecho generoso,
ni joyeles perturban ni cadenas
el negro terciopelo silencioso.
Y, en vez de cetro real, sostiene apenas
con desmayo galán un guante de ante
la blanca mano de azuladas venas.
(Manuel Machado: Alma)
Este poema prodigioso, que
escribió Manuel Machado, y que consta de tercetos encadenados, desatiende la
ley que prescribe 3N+1 (siendo N el número de estrofas) como la cantidad de
versos que ha de poseer una composición de este tipo. En este caso (hay 4
estrofas) debería tener 13 versos y no 12, como es el caso. Ya que las rimas se
van encadenando, siempre hay que añadir un verso más para recoger la rima
intermedia del último terceto que, si no se hace esto, quedaría suelta. Manuel
Machado, como buen modernista, hace un experimento y es que, mediante la rima
interna del verso 11 (guante de ante) pone un cierre anticipado a los
tercetos encadenados (esto lo explicaba magistralmente Dámaso Alonso, creo
recordar).