Cuando terminamos de leer las
1000 páginas que tiene la novela, aparte del recuerdo de los muchos momentos de
felicidad que nos ha proporcionado, experimentamos un cierto alivio. Pues, en
efecto, hemos alcanzado la cima de esa auténtica mole que constituye la obra,
pero, a la que, entendemos, le pueden sobrar 300 o 400 páginas perfectamente.
¿Cómo ello?
Para entender esto hay que
remontarse a la época en que apareció, mediados del siglo XIX. En esa época
muchas de las novelas se publicaban por entregas, como folletín que figuraba
entre las páginas de los periódicos. De hecho David Copperfield fue apareciendo
a lo largo de dos años (1849-1850) hasta que finalmente se recogió en forma de
libro.