No
hace tanto que leí la narración de Eliade (buena como todo lo suyo), pero ya
casi se ha borrado de mi memoria, con lo que no puedo llevar a cabo un estudio
comparativo de ambos relatos, que tal vez resultara de interés.
Sin
embargo, la memorable novela corta de James me ha vuelto a atrapar y a
maravillar como la primera vez que la leí.
Uno
de los pasajes que llamó mi atención fue el siguiente. Tras el intento fallido del
innominado narrador-protagonista de abrir el escritorio donde cree se
encuentran los papeles de Aspern, pues es sorprendido con las manos en la masa
por la anciana Juliana, amante y musa del poeta Jeffrey Aspern casi un siglo
atrás, nos encontramos con esto: