En el libro, recientemente publicado por Galaxia Gutenberg, de ENTREVISTAS, de Eugenio Trías, me encuentro, en un reportaje-entrevista que le hace Ana Mª Moix, en 1971, los siguientes dos pasajes, maravillosos ambos:
Le pregunto por
su horario. “Me levanto hacia las once, ven cuando quieras. Tengo un horario de
músicas y esto me ordena el día. Por la mañana, Beethoven, Haydn o Mozart. Por
la tarde, Wagner, Richard Strauss, o Mahler. A las ocho y media Satie con una
copa de whisky. Y después de cenar, Chopin o Schumann. Elige.” El horario de
Trías me llama la atención y decido no perderme ninguna de sus partes. (p.
37-38)
“Preferiría vivir fuera de la ciudad. Cada vez envidio más la vida contemplativa y la vida monástica, ¡pasear por los jardines de los claustros en lugar de pasear por esas calles! Se vive más intensamente en una cierta soledad y retiro, en un ambiente que, por otra parte, sólo sería posible compartir con cinco o seis personas a las que quiero y que, en el fondo, son también hombres solitarios. Me imagino lo que debió ser el encuentro entre san Antonio Abad y san Pablo Ermitaño. Cada vez me interesa más el misticismo. Mi mayor acusación contra el mundo actual es que ha perdido el sentido de lo sagrado y que hace imposible, sistemáticamente, la soledad y, asimismo, la posibilidad del misticismo.” (p. 39)
P.D. En un reciente viaje me encuentro con esta magnífica imagen del encuentro entre san Antonio Abad y san Pablo Ermitaño que evocaba Eugenio Trías. Se encuentra en una capilla de la iglesia arciprestal de Chelva.
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