domingo, 11 de agosto de 2019

Comparando dos pinturas de temática familiar: Sorolla y Zuloaga.


Si hace algo más de un año escribí un post sobre el retrato de grupo Mi familia (1937), de Ignacio Zuloaga, mi reciente descubrimiento de una pintura de título similar, La familia (1901), de Joaquín Sorolla, me lleva a reflexionar sobre sus concomitancias y diferencias.

Lo que une a ambos cuadros es, por una parte, el tema (la familia nuclear de ambos pintores), pero también la explícita referencia-homenaje a Las meninas, de Velázquez (cuadro conocido durante siglos como La familia de Felipe IV, o directamente La familia; así llama Jovellanos a un boceto que tuvo del cuadro). Esta referencia velazqueña la podemos concretar, aparte del tema de retrato de grupo familiar, en un par de aspectos: la presencia del autor de la obra en pleno ejercicio de su arte; la aparición del lienzo dentro de la obra (en Zuloaga sólo vemos su revés, como en el maestro sevillano / en Sorolla vemos reflejada en un espejo, aunque borrosamente, su cara delantera, pero es ahora el espejo del fondo el motivo que directamente toma de Las meninas).


Ahora bien, donde se alejan profundamente ambas pinturas es en el tono sentimental: donde en Zuloaga veíamos desafección y distancia, en Sorolla nos encontramos con un ambiente de cordialidad y afectiva intimidad, que es creado por el juego de las miradas. La mirada amorosa y sonriente de su esposa Clotilde; la mirada seria y disciplinada -de profundo respeto al padre- de la pequeña Elena, a quien sólo se le indisciplinan un poco los pies cruzados; las miradas de los otros dos hermanos, Joaquín y María Clotilde, se dirigen a la pequeña, que es motivo de una segunda obra plástica (también de ahí su seriedad y quietud), la que ejecuta el hermano en el papel. Pero si la mirada de María Clotilde (verdadero eje del cuadro y que, por eso, aparece repetida) se dirige a la pequeña Elena, para calibrar el parecido del dibujo de Joaquín, en sus gestos no hace sino acompañar la labor de éste: le sostiene la tabla sobre la que apoya su dibujo y le pone la mano, aparentemente en el hombro, para sostenerlo en su tarea. En este ambiente de intensa cordialidad, la mirada del padre puede distraerse y concentrarse en una mirada pura de pintor: la afectividad del grupo está más que garantizada.


P.S. Para el post sobre Zuloaga: https://ccm-cidehamete.blogspot.com/2018/06/una-pintura-de-zuloaga-mi-familia-1937.html

N.B: ¿Dónde está esta pintura de Sorolla? Tenía noticia de que estaba en el Museo de la Ciudad, del Ayuntamiento de Valencia, pero esta mañana he ido allí, y no la he visto, ni les constaba a las personas de recepción que estuviera allí. Me gustaría contemplarla in praesentia, y sentir su aura.

1 comentario:

ML dijo...

Como siempre, acertadísima reflexión y bellamente escrita. Gracias, CCM