Otro
de los comentarios que solía hacer en mis clases de COU, cuando
estudiábamos a Machado, era un análisis comparativo de dos poemas
del autor, uno perteneciente a Soledades.
Galerías. Otros poemas (le
llamaremos SGOP),
y el otro a Campos
de Castilla
(CC).
En ellos estudiaba la permanencia en la mente del poeta, durante
largos años, de un diseño compositivo (diseño retórico también
le
podríamos llamar, utilizando la terminología de Lázaro Carreter,
vide bibliografía). Los
poemas eran el LXXII del primer poemario y el CXXI del segundo, que
copio a continuación:
LXXII
(Soledades.
Galerías. Otros poemas)
La
casa tan querida
donde habitaba ella,
sobre un montón de escombros arruinada
o derruida, enseña
el negro y carcomido
maltrabado esqueleto de madera.
La luna está vertiendo
su clara luz en sueños que platea
en las ventanas. Mal vestido y triste,
voy caminando por la calle vieja.
donde habitaba ella,
sobre un montón de escombros arruinada
o derruida, enseña
el negro y carcomido
maltrabado esqueleto de madera.
La luna está vertiendo
su clara luz en sueños que platea
en las ventanas. Mal vestido y triste,
voy caminando por la calle vieja.
CXXI
(Campos de Castilla)
Allá,
en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
El
primero es un típico poema de SGOP, donde se produce un motivo que,
con una modulación un tanto especial, hemos estudiado en el
comentario de “Los sueños malos” (en este mismo blog), y que
también estudia Francisco Ynduráin en su estudio “Una constante
en la poesía de Antonio Machado” (bibliografía).
En
mi comentario de aquel poema decía yo lo siguiente: “Si
atendemos a varios de los poemas de SGOP en que aparece el poeta
merodeando por una plaza en torno a balcones y ventanas (X, XXV, XXX,
XXXVIII, XCIV) nos podemos dar cuenta de que la voz poética anda
buscando lo que podríamos denominar la fantasmática
mujer ausente (probablemente
muerta). Es un referente sentimental del poeta, sin nombre, y que,
desde luego, jamás se hace presente, más que a través de visiones
mortecinas. Por eso la denomino así.
El
joven Machado de SGOP, que parece verdaderamente un muerto en vida,
anda en sus poemas frecuentemente en pos de esta irreal figura.”
Ynduráin
hablaba del motivo de “la
afanosa busca nocturna de algo deseado, y tan anhelosamente
perseguido como reiteradamente negado.”
En
este poema ese motivo del que hablamos adquiere, a su vez, una
modulación propia. No vemos al poeta merodeando desde el comienzo
(sino al final) y la referencia a la mujer es muy indirecta, aparece
en una subordinada adverbial de tiempo (“donde habitaba ella”)
con respecto a la casa, eje central del poema. Se
nos describe esta casa en ruinas, a través de un insistente juego de
aliteraciones en /r/ (escombros, arruinada, derruida, negro,
carcomido, maltrabado, madera),
que a su vez acompaña a
términos de tipo negativo que remiten a la idea de destrucción.
Si
unimos el uso del término “esqueleto”, referido a la casa, que
es una personificación, a el simbolismo mortuorio de esa luz de luna
sobre las ventanas (y que es un simbolismo esencialmente contextual,
en relación con otros poemas del poemario citados
anteriormente),
llegaríamos a la conclusión de que esa casa en ruina simboliza la
ruina de su antiguo amor. Y entonces se produce el giro interesante
del poema, en los dos últimos versos: “Mal vestido y triste, / voy
caminando por la calle vieja.”
Se
produce un brusco cambio de perspectiva (de hablar de la casa en 3ª
persona se pasa a hablar del sujeto poético en primera persona) que
acompaña a una presentación lamentable de ese mismo sujeto poético.
Estos
dos elementos constituyen el diseño retórico de que hablaremos:
1-
brusco cambio de perspectiva
2-
presentación lamentable del sujeto poético
La
idea de este diseño retórico le había interesado a Machado, pero
su plasmación en el poema no había sido muy lograda. El poema de
SGOP es un poema aceptable, pero no desde luego
un poema a la altura de su
autor.
Entiendo
que este diseño retórico le seguía bailando en la cabeza, de
manera que años después, en un poema de Campos
de Castilla, el CXXI
(que Ribbans en su edición de Cátedra data en mayo de 1913), se le
presentó la ocasión de volverlo a utilizar, y en esta ocasión sí
que logró un poema verdaderamente extraordinario.
La
clave de la estructura nos la dan dos demostrativos (un adverbio de
lejanía, “allá” y un determinante de proximidad “estos”)
que nos sitúan, primero, en la lejanía castellana (“las tierras
altas”, “Duero”, “Soria”) y luego en la proximidad jienense
de Baeza (“campos de la tierra mía, / bordados de olivares
polvorientos”). Hacia
Castilla vuela su corazón en algo más que un ensueño, en lo que
llamaríamos un delirio, puesto que el poeta comienza a hablar a
Leonor, evocando los álamos del río (sus álamos junto al Duero) y
la mole del Moncayo, azul y blanco. Tan inmerso está en su delirio
que le pide a Leonor que le dé su mano, pero ése será el momento
en que el delirante ensueño se desvanezca: uno puede ver a un
fantasma y hablar con él, pero no tocarlo, y justo en el momento en
que el poeta quiere pasar al tacto (en
un encabalgamiento) se
deshace su fantasía delirante, y se ve a sí mismo en su tierra
andaluza. Se ha producido un brusco cambio de perspectiva
(1), y en su tierra se va a contemplar a sí mismo de forma
lamentable (2). Hemos visto que se dan los dos momentos del diseño
retórico del poema de SGOP.
Que
Machado tenía presente el poema anterior cuando escribe el de CC se
hace evidente si comparamos los dos finales:
Mal
vestido y triste,
voy caminando por la calle vieja.
voy caminando por la calle vieja.
Por
estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
Subrayo
los cuatro elementos que se repiten, aunque alterando algo el orden
(son muchos para verso y medio del primer poema, o algo más de dos
versos del segundo). Lo que ocurre es que, con la nueva ordenación,
y la enumeración final de cinco notas negativas atribuidas
al mismo ser (“solo,
/ triste, cansado, pensativo y viejo”) el poema alcanza una
rotundidad que ni de lejos se vislumbraba en el anterior.
La
presencia de una mujer real, con nombre (Leonor), que remite a un
hecho biográfico de gran carga dramática (y enorme plasmación
poética: su
muerte);
la entidad geográfica del brusco cambio de perspectiva (Castilla /
Andalucía); y la rotundidad de la lamentable
imagen final del sujeto poético, hacen que -en mi opinión- esta
concreción del antiguo diseño retórico produzca uno de los poemas
más representativos y logrados de Machado.
Si
he utilizado el término delirio al hablar de la ensoñación
machadiana del poema es porque entiendo que uno de los desajustes del
estado delirante es ver como real, existente, algo que es puramente
imaginario. Una carta que le envió Machado a su amigo y maestro
Unamuno por la misma época en que componía el poema nos da a
entender que este estado delirante también se produjo en su vida:
“La
muerte de mi mujer dejó mi espíritu desgarrado. Mi mujer era una
criatura angelical segada por la muerte cruelmente. Yo tenía
adoración por ella; pero sobre el amor está la piedad. Yo hubiera
preferido mil veces morirme a verla morir, hubiera dado mil vidas por
la suya. (…)
el
golpe fue terrible y no creo haberme repuesto. Mientras luché a su
lado contra lo irremediable me sostenía mi conciencia de sufrir
mucho más que ella, pues ella, al fin, no pensó nunca en morirse y
su enfermedad no era dolorosa. En fin, hoy vive en mí más que
nunca. Y algunas
veces creo firmemente que la he de recobrar.”
(J.
L. Cano, p. 549, subrayado
mío)
Bibliografía
utilizada:
-
Cano,
José Luis: Antonio Machado. Antología
poética. Biografía. Bruguera,
1982.
-
Debicki, Andrew P.: “La perspectiva y el punto de vista en poemas
descriptivos machadianos”, en José Ángeles: Estudios
sobre Antonio Machado,
Ariel, 1977.
-
Lázaro
Carreter, Fernando (1981). «Imitación
compuesta y diseño
retórico
en la Oda
a Juan de Grial»,
en Academia
Literaria del Renacimiento,
I: Fray Luis de León,
Salamanca.
-
Ynduráin,
Francisco: “Una constante en la poesía de Antonio Machado”, en
http://www.cervantesvirtual.com/portales/francisco_yndurain/su_obra_catalogo/
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