martes, 12 de marzo de 2019

Jorge Mañach comenta un cuadro de Goya: Las dos jóvenes

En mi intento de traer a este blog contenidos que no figuren en el ciberespacio, y de prestar atención a aspectos de la cultura cubana, me he encontrado recientemente con un fragmento de Jorge Mañach, en su libro sobre Goya (1928), en que describe una obra del genial aragonés. Se suma a lo anterior mi interés por traer al blog comentarios de imágenes, en este caso una pintura de Goya que desconocía:

"Hay que apreciar al Goya costumbrista, sin embargo, no en los modelos para tapices, necesariamente enfáticos y efectistas, sino en los lienzos finales que mejor lo representan, en aquel maravilloso de "Las dos jóvenes", por ejemplo, que se encuentra en el museo de Lille y que es un dechado de frescura en el colorido, de gracia rítmica en la línea, de equilibrio en la composición. Se ve soplar allí un airecillo de Guadarrama que no mitiga bastante el rigor del sol mañanero en la orilla del Manzanares. Las bravas lavanderas, que han llegado a tomar en serio esa linfa anémica, víctima de todos los ingenios españoles (Quevedo llamó al Manzanares aprendiz de río, advirtiendo que había que regarlo en verano para que no echase polvo, y RAMÓN, confianzudamente, le apoda "en la intimidad" el Manzanarillos), esas mujeres ribereñas no se cuidan, digo, del sol picante que dora los linos en la tendedera. Pero la damita de copete que ha venido a enterarse, en lugar seguro, de su peligroso billete de amor, claro es que no está dispuesta a que el sol le saque las pecas. A su lado, la amiga mensajera ejerce, al resguardarla, un delicado celestinaje. ¡Qué doble eficacia estética, pues, la de este parasol! ¡Cómo al gesto de abrirlo, se llena de gracia y movimiento la figura en la sombra! ¡Y qué finos contrastes de claridad y penumbra, de ritmo y sosiego en las dos muchachas, sobre las cuales levantan, al fondo, las lavanderas -gente de trapos sucios- algún dudoso testimonio!
En ese lienzo admirable, Goya se iguala a Velázquez. Lo superaría en mérito, si Velázquez no hubiese venido primero." 

(págs. 34-35)



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