jueves, 25 de octubre de 2018

Un escritor y una ciudad: Giorgio Bassani y Ferrara




Un reciente viaje a Ferrara me condujo a una incursión en la narrativa de Bassani (leí sus Historias de Ferrara y El jardín de los Finzi-Contini, antes de viajar; y a la vuelta he leído Las gafas de oro). Y, desde luego, fue la mejor opción. Si hay una narrador capaz de meterte una ciudad desde los ojos hasta lo más profundo del espíritu, ese es Bassani con Ferrara, la ciudad donde pasó su infancia y juventud (en la madurez vivió en Roma), pero a la que siempre vuelve en su narrativa.

Es enormemente sugestivo la manera que tiene de situarte los espacios de sus relatos, con minuciosidad: la judería de vía Mazzini y aledaños; los barrios medievales en torno a Via delle Volte y la iglesia de Santa María de Vado; los baluartes que encierran la ciudad; la ampliación renacentista de Ercole I, donde ya se encuentran tanto el cementerio cristiano como el hebraico (donde está enterrado Bassani). Actualmente, con las herramientas de Internet, te puedes ir situando bastante bien por la ciudad conforme lees los relatos: el viaje a Ferrara sirve para constatar in praesentia todo lo que ya forma parte del espíritu.

Al margen de esa presencia insistente de la ciudad, el otro tema esencial de la narrativa de Bassani es el que gira en torno al mundo hebreo de Ferrara y el golpe que les causó la promulgación de las leyes raciales por Mussolini en 1938.

Quiero hacer un par de observaciones, que documentaré gráficamente, sobre su mundo literario.

Con tanta precisión describe su ciudad Giorgio Bassani que muchas personas, de paso por Ferrara, preguntan por la mansión de los Finzi-Contini. No existe tal edificio, se trata de una invención literaria. Ahora bien, Bassani muy precisamente la sitúa al final de la via Ercole I, cerca del Mura degli Angeli, de manera que cualquier amante de su literatura no puede dejar de acercarse por esa zona. Y lo que se encuentra es lo siguiente:




Bellísimo paisaje urbano que, como no podía dejar de ser, encaja perfectamente con la idea de lugar maravilloso que nos hacemos del espacio en que habitaban los Finzi-Contini.

La otra observación es sobre el cementerio hebreo. En la novela se habla del mal gusto que tenía el panteón de los Finzi-Contini. En el paseo que di por ese cementerio no encontré tal panteón, pero sí uno, poco hermoso, de los Finzi-Magrini (¿se referiría a ese en clave Bassani?). Había muchos Finzi y muchos Contini entre las tumbas de ese cementerio (también Bassani o Levi), pero rebuscando entre las inscripciones también encontré, oh sorpresa, tumbas casi borradas de… los Finzi-Contini.




Y, por supuesto, no muy lejos de ellas, la tumba de Giorgio Bassani.



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