Un
reciente viaje a Ferrara me condujo a una incursión en la narrativa
de Bassani (leí sus Historias de Ferrara y El jardín de
los Finzi-Contini, antes de viajar; y a la vuelta he leído Las
gafas de oro). Y, desde luego, fue la mejor opción. Si hay una
narrador capaz de meterte una ciudad desde los ojos hasta lo más
profundo del espíritu, ese es Bassani con Ferrara, la ciudad donde
pasó su infancia y juventud (en la madurez vivió en Roma), pero a
la que siempre vuelve en su narrativa.
Es
enormemente sugestivo la manera que tiene de situarte los espacios de
sus relatos, con minuciosidad: la judería de vía Mazzini y
aledaños; los barrios medievales en torno a Via delle Volte y la
iglesia de Santa María de Vado; los baluartes que encierran la
ciudad; la ampliación renacentista de Ercole I, donde ya se
encuentran tanto el cementerio cristiano como el hebraico (donde está
enterrado Bassani). Actualmente, con las herramientas de Internet, te
puedes ir situando bastante bien por la ciudad conforme lees los
relatos: el viaje a Ferrara sirve para constatar in praesentia
todo lo que ya forma parte del espíritu.
Al
margen de esa presencia insistente de la ciudad, el otro tema
esencial de la narrativa de Bassani es el que gira en torno al mundo
hebreo de Ferrara y el golpe que les causó la promulgación de las
leyes raciales por Mussolini en 1938.
Quiero
hacer un par de observaciones, que documentaré gráficamente, sobre
su mundo literario.
Con
tanta precisión describe su ciudad Giorgio Bassani que muchas
personas, de paso por Ferrara, preguntan por la mansión de los
Finzi-Contini. No existe tal edificio, se trata de una invención
literaria. Ahora bien, Bassani muy precisamente la sitúa al final de
la via Ercole I, cerca del Mura degli Angeli, de manera que cualquier
amante de su literatura no puede dejar de acercarse por esa zona. Y
lo que se encuentra es lo siguiente:
Bellísimo
paisaje urbano que, como no podía dejar de ser, encaja perfectamente
con la idea de lugar maravilloso que nos hacemos del espacio en que
habitaban los Finzi-Contini.
La
otra observación es sobre el cementerio hebreo. En la novela se
habla del mal gusto que tenía el panteón de los Finzi-Contini. En
el paseo que di por ese cementerio no encontré tal panteón, pero sí
uno, poco hermoso, de los Finzi-Magrini (¿se referiría a ese en
clave Bassani?). Había muchos Finzi y muchos Contini entre las
tumbas de ese cementerio (también Bassani o Levi), pero rebuscando
entre las inscripciones también encontré, oh sorpresa, tumbas casi
borradas de… los Finzi-Contini.
Y,
por supuesto, no muy lejos de ellas, la tumba de Giorgio Bassani.
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