En la novela Sin destino, de Imre Kertész, donde el escritor húngaro fabula sus vivencias adolescentes en varios campos de concentración, nos encontramos con el siguiente pasaje. El joven ha vuelto a su ciudad, tras la liberación de los campos, y se encuentra con un periodista que le pide colabore con él en una serie de artículos sobre su experiencia:
Le pregunté: "¿Contar qué? "El infierno de los campos" me respondió. Yo le indiqué que sobre eso no podría contarle nada pues no conocía el infierno ni podía imaginarlo. "Claro, pero no es más que una metáfora. ¿No es cierto? ¿Acaso no puede compararse un campo de concentración con el infierno?" Mientras dibujaba círculos en la arena con los tacones de mis zapatos, le dije que uno podía comparar cualquier cosa con lo que quisiera pero que para mí un campo de concentración seguía siendo un campo de concentración, y que había conocido algunos, pero que no había conocido el infierno.
miércoles, 25 de marzo de 2015
martes, 10 de marzo de 2015
Un poema de Javier García Gibert sobre la difícil transmisión de los saberes (en nuestro tiempo)
A los viejos profesores de materias humanísticas en la Enseñanza Media.
Cómo vender a las almas blandas el hueso del sentido
cuando con medios vastos, refinados, infinitos,
la época hoza y se reboza en su embolismo ciego.
Y cómo proponer a quien no los lleve dentro
(y día tras día los elegidos menguan)
el regalo de la angustia conquistada,
la belleza que asesina sin piedad,
la pregunta necesaria y sin respuesta.
Todo es pedregosa tierra para esta semilla.
Y ni con amor el saber llega.
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