Cantar tercero (comienzo:
versos 2278-2311 = 34 versos)
En Valencia seí mio Cid con todos los sos,
con él amos sus yernos, los ifantes de Carrión.
Yaziés' en un escaño, durmié el Campeador;
mala sobrevienta sabed que les cuntió:
saliós' de la red e desatós' el león.
En grant miedo se vieron por medio de la cort;
enbraçan los mantos los del Campeador
e cercan el escaño e fincan sobre so señor;
Ferrán Gonçález, ifante de Carrión
non vio allí dó s'alçasse, nin cámara abierta nin torre,
metiós' so l'escaño, tanto ovo el pavor;
Diego Gonçález por la puerta salió
diziendo de la boca: — ¡Non veré Carrión! —
Tras una viga lagar metiós' con grant pavor,
el manto e el brial todo suzio lo sacó.
En esto despertó el que en buen ora nació,
vio cercado el escaño de sus buenos varones:
—¿Qué's esto, mesnadas, o qué queredes vós? —
— ¡Ya señor ondrado, rebata nos dio el león! —
Mio Cid fincó el cobdo, en pie se levantó,
el manto trae al cuello e adeliñó pora'l león;
el león, cuando lo vio, assí envergonçó,
ante mio Cid la cabeça premió e el rostro fincó.
Mio Cid don Rodrigo al cuello lo tomó
e liévalo adestrando, en la red le metió.
A maravilla lo han cuantos que ý son
e tornáronse al palacio, pora la cort.
Mio Cid por sos yernos demandó e no los falló;
maguer los están llamando, ninguno non responde.
Cuando los fallaron, ellos vinieron assí sin color;
non vidiestes tal juego commo iva por la cort,
mandólo vedar mio Cid el Campeador.
Mucho·s' tovieron por enbaídos los ifantes de Carrión,
fiera cosa les pesa d'esto que les cuntió.
En 1º de Bachillerato, cuando estudiábamos la épica, y el Cantar de Mío Cid, solía comentar en clase el episodio del león, con que comienza el Cantar 3º. Elegíamos un texto en castellano medieval (que yo glosaba, y aclaraba el vocabulario, para que lo comprendieran bien, pero sin alejarse del original). El comentario que yo hacía oralmente (y que ahora transcribiré con alguna dificultad) se basaba en gran medida en un estudio de Juan Oleza sobre el humor en el poema (recogido en Sincronía y diacronía. La dialéctica del discurso poético) y en unas observaciones de Rodríguez Puértolas (en su ensayo sobre el Poema en Literatura, historia, alienación).
Comenzaba, por supuesto, aclarando el léxico más dificultoso:
seí (estaba) – sobrevienta (sobresalto, susto) – cuntió (aconteció) - red (jaula) – fincar (quedarse) – lagar (sitio donde se prensa la aceituna o manzana para obtener aceite o sidra) – brial (faldón de tela que llevaban los hombres desde la cintura hasta encima de la rodilla) – rebata (susto) – adeliñar (dirigirse) – premió e fincó (bajó e hincó) – adestrando (domado) – maguer (aunque) – juego (burlas) – vedar (prohibir) – enbaídos (avergonzados)
Un principio que seguía en Bachillerato era utilizar, en la medida de lo posible, los textos originales. Podía poner una versión moderna al lado para comprenderlo mejor, pero las referencias (en el comentario, en el examen) tenían que hacerse siempre al texto original.
Pasaba entonces a realizar un breve resumen del fragmento y desentrañar luego su estructura (en mi mente siempre el modelo de comentario de Lázaro Carreter y Correa Calderón: Cómo se comenta un texto literario):
Resumen: Mientras en un escaño duerme el Cid, se sale el león de la jaula en que estaba. Cunde el pánico; los hombres del Cid, lo rodean para protegerlo; los infantes de Carrión, aterrorizados, se esconden humillantemente. Se despierta don Rodrigo, se dirige muy dignamente hacia el león, éste se avergüenza ante el Cid, que lo coge por el cuello y lo lleva a la jaula. El hecho es considerado como algo maravilloso. El Cid pregunta por sus yernos, que no aparecen de momento, y luego vuelven sin color. Se producen burlas en la corte, que el Cid prohíbe. Pero los infantes han quedado muy corridos del episodio.
Estructura: (he presentado el texto medieval dividido en las 3 grandes partes de la estructura)
1) Introducción (1-5): situación inicial de calma y sobresalto con el león escapado.
2) Desarrollo (6- 27), que a su vez se puede subdividir en 2 subpartes:
a) reacción de los hombres del Cid y de los infantes de Carrión) (6- 15)
b) reacción del héroe, el Cid don Rodrigo (16- 27)
3) Conclusión y apostilla (28-34): burlas y humillación de los infantes. Pesar de estos.
Pasábamos luego al comentario por partes y atendiendo a los rasgos estilísticos:
El león, tal como se nos presenta en este pasaje, proviene de la tradición bíblica, del episodio de Daniel, en que la espontánea sumisión de la fiera nos indica el carisma del héroe. Pero antes de pasar a ver la relación de la fiera con el héroe tenemos que ver qué pasa con los otros personajes.
Los hombres del Cid dan muestras de fidelidad y valor: “embraçan los mantos”, “cercan el escaño” “e fincan sobre su señor”. Es decir, no piensan en ellos, sino sólo en su señor, y acuden a protegerlo con la frágil defensa de sus mantos (no se habla de armas). Tampoco se atreven a despertarlo. El respeto por su señor es inmenso.
Más tarde, en la Conclusión, se burlan de los infantes: “non vidiestes tal juego commo iva por la cort”. Entonces el Cid se lo prohíbe. Es decir, son fieles y valientes, pero no tan grandes (sobrios y mesurados) como el Cid. Éste tiene la generosidad y compasión de no burlarse. Está muy por encima de todos.
Los hombres del Cid, por otra parte, se identifican con el lector (u oyente más bien, hablamos de la épica), en su indisposición contra los infantes. Cumplen una doble función: se acercan al lector en el rechazo de los infantes, pero, al mismo tiempo, dan a entender la superioridad del Cid sobre todos, por lo antes señalado.
La reacción de los infantes va por partes: Ferrán Gonçález “non vio allí dó s'alçasse, nin cámara abierta nin torre, metiós' so l'escaño, tanto ovo el pavor”. Con el uso del término pavor (que luego se utilizará también para su hermano) se nos resalta su gran miedo, su cobardía, a diferencia de los valerosos hombres del Cid y del propio héroe. Pero es que además se pone de relieve en el pasaje una dialéctica “alto / bajo” muy llamativa. No olvidemos que los infantes de Carrión pertenecen a la alta nobleza y que el Cid es un “infanzón”, es decir el estatus más bajo de la nobleza. Pues bien, resulta que el “alto”, Ferrán Gonçález, inicialmente tiende hacia las alturas (“dó s'alçasse”, “torre”), pero termina escondiéndose bajo el escaño del Cid (simbólicamente el “alto” se coloca por debajo del socialmente más “bajo”). Veremos que hay más muestras de simbolismo en el pasaje.
El caso de Diego Gonçález resulta más ridículo aún. Sale por la puerta diciendo “non veré Carrión” (lo mismo que dirá luego, antes de empezar la batalla contra el moro Búcar, volviendo a dar muestras de cobardía). Pero también va a parar al suelo:
“Tras una viga lagar metiós' con grant pavor, el manto e el brial todo suzio lo sacó.”
El gran noble va a dar en el suelo en un lugar donde trabajan con sus manos los “labradores” (el tercer estado), pero además, la suciedad de que se habla tiene un doble sentido irónico: el manto y el brial los saca sucios, sea por la suciedad del aceite que suele haber en el lagar, o más bien por una suciedad interior de tipo fisiológico: el miedo le ha llevado a ensuciarse encima, o dicho más vulgarmente, se ha cagado de miedo. Es uno de los momentos más cómicos del fragmento.
Al mismo tiempo hay una oposición entre el manto sucio del infante / y la dignidad con que el Cid lleva el suyo.
No vuelven a aparecer hasta que se ha encerrado al león y aún después. Aunque los llaman, no responden. Y cuando regresan, vienen “sin color”: todavía muertos de miedo.
La reacción del Cid se diferencia de todas. Aparece durmiendo en un escaño (símbolo de su poder), y cuando despierta se extraña de verse rodeado (¿se trata acaso de una rebelión de sus hombres?, podría pensarse), pero enseguida le explican lo que pasa y obra muy tranquila y sobriamente. Sus movimientos se van a describir pausadamente y con un ritmo ternario (de lentitud): fincó el cobdo – en pie se levantó – adeliñó pora´l león. El manto trae al cuello, como testimonio de su dignidad (ni se utiliza defensivamente, como sus hombres, ni mucho menos se ensucia).
También la reacción del león ante el Cid se muestra en 3 tiempos: assí envergonçó, - ante mio Cid la cabeça premió - e el rostro fincó. Estos gestos tendrían un carácter alegórico como reconocimiento del carisma del héroe.
Y, por último, en 3 tiempos también la actitud del Cid: al cuello lo tomó - e liévalo adestrando, - en la red le metió. Es decir, que el autor (¿el juglar? ¿no nos parece un maestro de la composición literaria?) utiliza la propia estructura de los versos para describir la forma lenta y ceremoniosa en que el Cid se enfrenta con el animal.
Hay un comentario del juglar encareciendo el carácter extraordinario (casi sobrenatural) de lo sucedido:
Ya en la Conclusión vemos que los infantes han quedado humillados a causa de este episodio (tanto el juglar como los hombres del Cid se burlan de ellos). Y finaliza el fragmento con un indicio de la futura venganza de los infantes: “fiera cosa les pesa d´esto que les cuntió”
Y es que este episodio cumple una función estructural determinante en el poema. A partir de aquí (y de otras vergüenzas, como la batalla contra Búcar, pero sobre todo de ésta) se va a desencadenar el deseo de venganza de los infantes que genera todo el conflicto de esta tercera parte.
Cuando piensan emprender la venganza contra las hijas del Cid dicen “antes que nos retrayan lo que cuntió del león” (v. 2548), “antes que nos retrayan lo que fo del león” (v. 2556).
Cuando comienzan esa venganza: “nos vengaremos aquesta por la del león” (v. 2719), y cuando terminan: “la desondra del león assis irá vengando” (v. 2762).
Más tarde, en las Cortes de Toledo, al ser retados por Pero Vermudez y Martín Antolínez, hombres del Cid, ambos traen a colación la cobardía y humillación ante el león (v. 3330-33623).
Pero había yo avanzado que el poema presenta otro tipo de simbolismo, aparte del social (alta nobleza humillada / baja nobleza enaltecida). Y es un simbolismo de tipo nacional: no olvidemos que Castilla (el “pequeño rincón” del Poema de Fernán González) se había desgajado del Reino de León, y, desde entonces había mucha rivalidad entre castellanos y leoneses. ¡Qué casualidad que se traiga, precisamente, a un León para protagonizar el episodio!
Termino con una cita de Julio Rodríguez Puértolas sobre el antileonesismo del Cantar:
“El episodio del león, al comienzo del cantar tercero, puede ser perfectamente interpretado como una alegoría de la victoria de Castilla sobre el reino rival, y supone, en todo caso, la ridiculización de lo leonés –aquí los infantes de Carrión- por lo castellano, Rodrigo Díaz.” (ob. cit. p. 28)