En
los años 1988-89 seguí un curso de la UNED, dirigido por la doctora
Ana Martínez Arancón, que trataba sobre la “visión de la
sociedad en la España del siglo de Oro”. El trabajo que presenté
versaba sobre el pensamiento político de Saavedra Fajardo y su
relación con el tacitismo de la época. Tras una inmersión de meses
en el pensamiento y la obra de este excelente prosista (tal vez el
mejor de nuestra literatura) me sentía yo tan embotado con sus ideas
que se me ocurrió como terapia escribir una broma literaria y
enviársela a mi tutora junto con el trabajo oficial. Así lo hice,
fue de su agrado y es el escrito que ahora, más de 30 años después,
recupero para este blog. Pasé un buen rato escribiéndolo y espero
que a algún lector le divierta.
SAAVEDRA
FAJARDO EN EL ORIGEN DE LA TEORIA PSICOANALITICA
(Scherzo)
Habría
que analizar psicoanalíticamente ciertas declaraciones del Dr.
Freud, ya que en ellas se suelen producir procesos de ocultación o
mecanismos de condensación y desplazamiento como los que él estudió
en el lenguaje onírico. Algo de esto ocurre en las celebérrimas
palabras del Dr. Freud sobre la versión al castellano de sus Obras
Completas. Allí declara que aprendió, sin maestros, la “bella
lengua castellana” por “el deseo de leer el inmortal Don
Quijote en el original
cervantino”. Parece curioso que tan laborioso deseo no haya dado
mayores frutos en su obra que la simple revisión de la traducción
española. Pensamos, por el contrario, que en el nunca citado por él
y siempre presente en su mente episodio de la cueva de Montesinos
encontró el Dr. Freud más sugestiones para su teoría
psicoanalítica que en las tan cacareadas referencias a Edipo
Rey y Hamlet.
Y
sin embargo, consideramos que la mención de Cervantes cumple en su
escritura una clara función sustitutiva. No fue para leer “la
inmortal obra” para lo que el eminente Dr. Freud aprendió, “sin
maestros”, la bella lengua castellana, sino para leer a Saavedra
Fajardo y sus Empresas
políticas
en su lengua original (1).
Hay en la Empresa 2 de dicho libro un fragmento que no dudamos debió impresionar vivamente el ánimo de quien entonces era joven lector. Reza así:
“Es
un potro la juventud, que con un cabezón duro se precipita y
fácilmente se deja gobernar de un bocado blando. Fuera de que en los
ánimos generosos queda siempre un oculto aborrecimiento a lo que se
aprendió por temor, y un deseo y apetito de reconocer los vicios que
le prohibieron en la niñez. Los afectos oprimidos (principalmente en
quien nació príncipe) dan en desesperaciones, como en rayos las
exhalaciones contenidas entre las nubes. Quien indiscreto cierra las
puertas a las inclinaciones naturales, obliga a que se arrojen por
las ventanas. Algo se ha de permitir a la fragilidad humana,
llevándolas diestramente por las delicias honestas, a la virtud;
arte de que se valieron los que gobernaban la juventud de Nerón”
Aquí
está en potencia toda la teoría de la represión de los instintos
del insigne Dr. Freud. Junto a ello, el uso de la elocuente
expresión y la plástica y certera metáfora, cosas éstas que
también aprendió el joven Freud
en Saavedra Fajardo y que más tarde habrían de llevarle a merecer
el premio Goethe (2)
de
las letras alemanas, y no precisamente por sus ideas innovadoras,
sino por la elegancia y belleza de su prosa.