Los
historiadores del arte de finales del siglo XIX, influidos por las
corrientes artísticas de su tiempo, han descubierto en Velázquez el
antepasado más importante del Impresionismo. Por encima de todo,
admiraban en sus pinturas la franqueza y la verdad con las que
restituía todas las impresiones ópticas de los objetos visibles.
“No ha pintado más que lo que ha visto”, dice Beruete, haciendo
alusión a que pintaba sus lienzos no en el taller, sino in
situ,
sin hacer posar a sus modelos ni recurrir a una iluminación ad
hoc.
Justi describe la génesis de Las
Hilanderas
en los siguientes términos: “Un día en que [Velázquez]
acompañaba a un grupo de damas de la Corte a la fábrica, mientras
ellas cambiaban impresiones acerca de un tapiz allí expuesto,
Velázquez se retiró y observó de la puerta el efecto pictórico de
los grupos, de lo que resultó Las
Hilanderas.(…)
Los grupos de una fotografía instantánea no se presentan con tanta
naturalidad.” [N.T.1] Las pinturas de Velázquez fueron denominadas
“composiciones impresionistas” por el crítico inglés Stevenson.
Deseando otorgar a Velázquez el más alto elogio, Elie Faure dice:
“En la superficie y en lo profundo, no se sabe dónde comienza la
ficción, dónde termina la realidad”, continuando el comentario de
Théophile Gautier, que, delante de Las
meninas,
había exclamado: “Es la naturaleza misma atrapada en flagrante
delito de realismo...” (1862)
Gracias
a esta concepción de Velázquez como el más grande Impresionista
avant
la lettre,
una concepción que todavía perdura, se han podido apreciar mejor
sus enormes cualidades de pintor de la luz y el color.
Sólo
muy recientemente un cambio de opinión vino a desmontar, poco a
poco, ese punto de vista tradicional. Oponiendo al ingenuo
impresionismo de Velázquez su espiritualidad y su fondo humanista,
que han sido puestos en valor por F. J. Sánchez Cantón y E.
Lafuente, Angulo, en un libro importante, ha puesto de manifiesto que
las composiciones de Velázquez no se habían realizado rápidamente
e in situ, sino que se habían elaborado lentamente siguiendo
un método practicado en los talleres de los siglos XVI y XVII.
Señaló también que Velázquez estudiaba y adaptaba los esquemas de
sus composiciones y los motivos visuales a partir de obras italianas,
francesas, alemanas y españolas anteriores. Es significativo que ese
cambio en la interpretación de la obra de Velázquez se haya
producido tan recientemente. Pero el aspecto tradicionalista de su
arte, se sigue subordinando a su aspecto moderno, como pintor de la
luz e impresionista.
En
este ensayo desarrollaré una contribución más detallada en la
dirección explorada por los trabajos de los maestros españoles
-contribución que, por otra parte, a pesar de ser paralela, se ha
elaborado con independencia de sus investigaciones. Después de
precisar lo que Velázquez ha extraído de la tradición, hay que
intentar discernir en qué se desvía para crear algo nuevo y osado.
Las filiaciones históricas deben completarse con una investigación
que guarde relación con la aportación verdaderamente personal del
artista.