No parece que Carlos IV fuera un ser de muchas luces; sin embargo, la anécdota que cito a continuación constituye un ejemplo de vivo ingenio. La tomo de la Historia de la gastronomía española, de Manuel Martínez Llopis:
"Visitando el monarca una de las principales bodegas [de Jerez de la Frontera], le dio a probar su dueño uno de los excelentes vinos que aquellos toneles encerraban.
- Son muy buenos -dijo Carlos IV.
- Superiores los tengo -replicó el cosechero, creyendo contestar una galantería.
- Pues, hijo mío -respondió con sorna el Rey-, guárdalos para mejor ocasión."
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