En la serie Papeles póstumos de un profesor de COU pienso traer a este lugar algunos de los comentarios y análisis de textos que solía hacer en clase en los lejanos años del COU, aunque también aparecerán comentarios de los recientes años del Bachillerato. De hecho, el que traigo hoy es reciente, de estos últimos años.
Se trata de aplicar al relato de Arreola los 5 elementos que constituyen la base de cualquier discurso narrativo, según nos enseñan los manuales, a saber: Tiempo, Espacio, Personajes, Historia o Trama y Narrador.
CUENTO DE HORROR
La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones.
Empecemos por el Narrador. Se trata de un narrador interno, en 1ª persona, que es al mismo tiempo protagonista del relato.
Si hablamos de Personajes, habría que distinguir 3, puesto que la mujer del relato asume un doble papel: el de mujer amada, en el pasado; y el de fantasma, en el presente. Por tanto, ha experimentado una transformación notable. El otro personaje es único, aunque sustenta en el relato una doble función: la de protagonista, y la de narrador.
Respecto al Tiempo, si atendemos a las tres formas verbales (amé, se ha convertido, soy), observamos que el relato trata de hechos pasados (el amor a la mujer), que recientemente han sufrido un cambio (la transformación en fantasma) y que afectan al presente del narrador protagonista (apariciones del fantasma).
El Espacio del relato también está indicado. "Yo soy el lugar de sus apariciones". Se trata de un espacio interior, pues no hay ninguna otra referencia de espacialidad externa. Todo ocurre en la mente del protagonista. Se trata, pues, de un espacio mental, psicológico.
Y llegamos a la Historia o Trama del relato. ¿Qué sucede en él? Para empezar una historia de amor concluida, no sabemos si por muerte o por ruptura, pero en cualquier caso terminada ya. ¿Y cuáles son sus secuelas o efectos? Para contestar a esto, tengo que hacer una pequeña digresión a propósito del título, elemento muy significativo del conjunto. No se llama Cuento de terror, sino de horror. Por lo tanto, no nos las tenemos que ver con un fantasma en túnica blanca, que habita determinadas habitaciones de un castillo o caserón (como el muy paródico de Oscar Wilde en El fantasma de Canterville), que se aparece de vez en cuando provocando sustos enormes, y que caracteriza a las historias de terror; sino más bien con un fantasma interno, de tipo psicológico, eso que el psicoanálisis denomina "fantasma": algo más que un recuerdo, una presencia tan absorbente y posesiva, que llega a dominar nuestra vida psíquica y nos bloquea, impidiéndonos prácticamente vivir. O dicho de otra manera, sobreviviendo en el Horror de la ausencia, de la falta.
Por lo tanto, nuestro Cuento de horror no es una historia del género del terror (aunque alude a ella y juega con esa referencia desde el título y los términos "fantasma" y "apariciones"), sino que se trata de un relato de índole psicológica, profundamente dramático y desgarrador.
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