Un
poeta de la sencillez aparente, Bécquer, es un maestro de la
elaboración meditada del poema, cosa que se nota claramente tanto en
la estructura paralelística y correlativa de muchos de sus poemas
como en el cálculo rítmico de sus versos. Hoy quiero mostrar el
profundo trabajo retórico que hay en un poema de los más conocidos
de Bécquer, colmos de la simplicidad (aparente) que todo lector
español conoce.
Rima
XXXIII
Por una mirada, un mundo,
por una sonrisa, un cielo,
por un beso… ¡yo no sé
qué te diera por un beso!
por una sonrisa, un cielo,
por un beso… ¡yo no sé
qué te diera por un beso!
Sencillo, ¿no? Pero destripémoslo, realicemos un
sucinto análisis retórico.
Nos llama la
atención en primer lugar la repetición anafórica
de los 3 primerso versos (por una, por una, por un). Pero es que,
además, los dos primeros poseen una estructura paralelística
(por una mirada, un mundo, / por una sonrisa, un cielo). También se
da en ellos el recurso de la elipsis,
pues que la coma está puesta en lugar del verbo elidido, que sólo
aparece en el último verso (te diera). Hay toda una serie de
hipérboles
en los tres enunciados, no sólo en los dos primeros versos (por una
mirada, un mundo, / por una sonrisa, un cielo) sino en la reticencia
final (por un beso… ¡yo no sé / que te diera por un beso). Se
produce en los tres enunciados una enumeración
de dones de la amada (mirada, sonrisa, beso), a los que corresponde
otra enumeración de ofrecimientos del poeta (un mundo, un cielo, yo
no sé = lo indecible), las cuales van organizadas a manera de
gradación ascendente
ambas. Podríamos hablar de la aliteración
de nasales en el primer verso, de la reiteración
de un término (beso) en los dos últimos o la repetida acentuación
de é a
partir del segundo verso (ciélo / béso / sé / diéra / béso).
El sencillo poema resulta ser un prodigio de
elaboración retórica, y es que en esta rima de Bécquer se pone de
manifiesto con nitidez ese axioma que postula la extrema dificultad
de lo fácil.