En el "Diálogo de la melancolía" (Pedro Mercado, hacia 1558) me encuentro con el siguiente cuentecillo a propósito del Hospital de los inocentes, que fundó en Valencia el mercedario padre Jofré en 1410 para proteger a los locos (Me recuerda mucho a un chiste de Eugenio sobre tres jóvenes que se fuman un canuto):
A ese mismo propósito me
acaeció en Valencia la más alta gracia del mundo, viendo la casa de los orates,
que es muy de ver. A la entrada hallé un hombre de buen parecer y creyendo ser
el alcalde de la casa, después de saludádole, díjele: “Señor alcaide, recibiré
merced me diga en qué parte veré los locos de esta casa”. Respondióme: “No sé
lo que dices, mas hágote saber que soy San Pedro, que me envió Dios a predicar
al mundo”. Como lo reconocí por loco reíme mucho; y más adelante hallé un
clérigo medianamente aderezado y para que holgase de la respuesta del loco,
díjele: “Hame pasado con un loco un donaire el mayor del mundo, que me dijo que
era San Pedro, que lo enviaba Dios a predicar al mundo”. Respondióme el
clérigo: “En verdad te digo que nunca tal envié”. Maravilléme de verlos sueltos
y sin prisión ninguna.
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