La cuenta José Donoso en sus diarios y la transcribe su hija Pilar Donoso en Correr el tupido velo:
Me lo presentaron en una mesa de café en la calle
Lavalle, un café que quedaba, me parece, frente a la Facultad de Letras.
Entonces ya lo había leído, lo admiraba y su inteligencia despertaba la mía,
produciéndose la mayor perturbación. En esa mesa de café un grupo grande de
estudiantes lo rodeaba, discutiendo de los más variados temas. Dos muchachas
junto a mí discutían un tema sobre literatura india, no sé a propósito de qué.
Borges estaba en el otro extremo de la mesa. De pronto, en desacuerdo sobre un
vocablo, una de las muchachas se inclinó sobre la mesa y le preguntó casi a
gritos: “Borges… Borges… ¿usted sabe sánscrito?” Borges se quedó pensando un
segundo antes de responder; la mesa en silencio, hasta que él contestó con su
pequeña voz tentativa y balbuciente, oscilando entre la hondura y la ironía:
“Bueno, che, no… en fin, nada más que el sánscrito que sabe todo el mundo…”, y
la mesa estalló en carcajadas
miércoles, 18 de junio de 2014
Otra anécdota de Borges
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