Un soneto me manda a hacer Violante / que en mi vida me he visto en tal aprieto…
Sin duda así es como debo iniciar esta presentación, pues, cuando ayer tarde, Angels, que no Violante, me sugirió que podía buscar un texto que sirviera de despedida a los alumnos de 2º de Bachillerato, enseguida le dije que sí, que sin problema, pues que estaba acostumbrado a sacar de mi archivo mental textos de diversa peladura para cualquier acto, ceremonia o celebración.
No sabía yo que acababa de meterme en un brete y que los problemas no habían hecho más que comenzar.
Llego a casa y al ponerme a pensar en la tarea me doy cuenta de que conozco cientos de poemas, la mayor parte de amor o deseo, otros dedicados a la muerte de su padre o de un amigo con quien tanto se quería, llantos por toreros o incluso por alcahuetas, poemas a la noche serena, a la vida retirada, a los pecados capitales, a los zapatos viejos (como el cuadro de Van Gogh) o incluso al cubo de la basura. Pero no hay poemas dedicados a grupos de muchachos que se gradúan, o si los hay, yo no los conozco.
Para más INRI el poema que mejor encajaría en esta situación, y que es el primero en que pienso, el Ítaca de Kavafis que tan bien cantó Lluis Llach, lo recitó inmejorablemente Elvira en la graduación anterior y, si bien no tengo el prurito de la originalidad, tampoco querría pasar por un plagiario.
Mi esposa, a quien confío mi desesperada situación, me cuenta que hace algunos años, cuando ella tenía que hacer el discurso de despedida, yo le sugerí al instante un poema que resultó adecuado. Pero ni ella se acuerda del poema ni yo tengo la memoria tan ágil como entonces.
Me meto en la biblioteca y venga a buscar textos: que si los consejos de Polonio a su hijo Laertes cuando se marcha a Paris, pero no voy a asumir la voz de un cortesano algo casquivano; que si los de don Quijote a Sancho cuando se va a gobernar la ínsula de Barataria, pero estos jóvenes no van a gobernar ningún estado (bastante harían con gobernar sus vidas); un texto de Gracián en el Criticón que es todo un programa de vida (La culta repartición de la vida de un discreto): mi esposa me advierte de que esa prosa del barroco tan extremadamente conceptista resultará casi ininteligible o cuando menos somnífera; los pocos poemas que sobre el tema de la educación conozco se refieren más al maestro que al alumno en sí…
Cuando ya empiezo a estar desesperado del todo, y estoy dispuesto a recurrir a Borges, aunque el conjetural poema trate de una batalla en el sur de Argentina durante el siglo XIX… de repente se hace la luz y recuerdo aquel poema que recomendé en su día. Se trata de IF, de Rudyard Kipling, y es una exaltación del joven que asume con honestidad e intrepidez la tarea de vivir su vida con autenticidad. Creo que no es mala elección para dedicárselo a estos jóvenes que terminan su periplo escolar en nuestro centro y habrán de afrontar con valor la navegación por las procelosas aguas de la edad adulta.
Oigamos a Kipling (solo pido a las chicas que en el hombre del último verso se sientan también incluidas; no querría verme acusado de políticamente incorrecto o de no respetar las cuotas de género):
Si (Rudyard Kipling)
--------------------
Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor
todos la pierden y te echan la culpa;
si puedes confiar en ti mismo cuando los demás dudan de ti,
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras,
o siendo odiado no dar cabida al odio,
y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduria...
Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso
y tratar a estos dos impostores de la misma manera;
si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho:
tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios,
o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas...
Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta,
y perder, y comenzar de nuevo por el principio
y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida;
y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos
a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza,
pero no la Voluntad que les dice "!Continuad!".
Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud
o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser;
si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.