sábado, 22 de junio de 2013

Una anécdota de Juan Benet

Corría el verano de 1984 y asistía a un curso sobre “Edad Media y Literatura Contemporánea” de la U.I.M.P. que, en el Palacio de la Magdalena, dirigía Francisco Rico. Juan Benet era uno de los invitados y presentó una ponencia que tenía mucho de boutade y provocación. Pero además daba una charla o participaba en una mesa redonda en la sala grande del palacio. Acudió con un bigote faulkneriano que hasta entonces no le había visto y con el que aparece en muchas fotos posteriores. Yo, que me preciaba de osado e ingenioso, cuando llegó el momento de que pudiera hablar el público participante, quise preguntarle si ese blanquecino mostacho que lucía era otra forma de homenaje a su escritor predilecto, pero había oído hablar de la mordacidad de Benet y no me atrevía a retarlo en un terreno tan freudianamente personal. Así que me mordí la lengua y mi duda no llegó a alzarse hasta la tarima. No me arrepentí de ser prudente, pues minutos después, una joven estudiante, ingenua y desafortunada, le espetó:
- ¿Qué opina, señor Benet, de la nomenclatura novela histórica?
El escritor dudó un instante:
- ¿Nomenclatura?... ¿Novela histórica?... Tiene que haber páginas.
Por una injusticia de la indiferente naturaleza la tierra no se abrió para recibir en su seno a la desventurada señorita, con el rojo de cuyas mejillas se podría haber pintado con creces el salón grande en que transcurría el acto.

lunes, 17 de junio de 2013

Oraciones simples para setiembre. 3º ESO

1. El azar es casi siempre favorable al hombre prudente.
2. Los conquistadores juzgaban inhóspitos aquellos parajes.
3. ¿En qué academia os preparan para la Selectividad?
4. A ese profesor no le gusta el comportamiento de sus alumnos.
5. El examen de Matemáticas se lo repetirá el profesor a sus alumnos.
6. ¿Será reivindicada por los sindicatos la reducción de la jornada laboral?
7. Los incidentes fueron provocados por varios encapuchados.
8. Esa mujer llevaba deformados los zapatos.
9. Raíz de todos los males es la avaricia.
10. A tu compañero de clase se le entregará el certificado mañana por la mañana.
11. El acusado escuchó impasible la sentencia.
12. Te espero a las siete en la puerta de mi casa.
13. He visto deprimido a tu amigo Jorge.
14. Confia en tus posibilidades.
15. La cabina telefónica ha sido destrozada por unos desconocidos.
16. Hubo muchos invitados al convite de la boda del futbolista.
17. El éxito de tu examen dependerá de tu implicación en los estudios.
18. Se estudia muy poco en los meses de verano.
19. Los corredores llegaron exhaustos al final de la carrera.
20. Dáselo ya.

En el link "Sintaxis" hay ejemplos de oraciones resueltas.

domingo, 9 de junio de 2013

El perfeccionismo artístico de Flaubert

En Madame Bovary Flaubert quiso lograr lo que nadie había imaginado antes que él, una prosa que tuviera un grado máximo de control e intensidad, al mismo tiempo limpia y flexible, tan objetiva como un informe científico, tan soberana y completa en su significado como una ecuación matemática. En una carta dice que una metáfora ha de aspirar a la precisión de la geometría. En la generación anterior a la suya, Balzac y Stendhal habían escrito novelas atropelladas de peripecias en las que la narración quedaba interrumpida casi a cada párrafo por los comentarios en primera persona del autor. En una carta Flaubert explica, célebremente, su ideal inverso: que el autor sea tan omnipresente pero tan invisible entre sus personajes como Dios entre sus criaturas. Balzac y Stendhal podían escribir una novela completa en unas semanas, a la velocidad risueña a la que componían Mozart o Rossini. Uno de los atractivos casi perversos de la correspondencia de Flaubert es seguir paso a paso la escritura lentísima de Madame Bovary, que se prolonga a lo largo de cinco años y centenares de cartas. No existe otro monumento como ese al oficio de la literatura: la soledad de cada día, la paciencia obstinada, la vigilancia cuidadosa de cada palabra, el corregir y tachar, copiar de nuevo, volver sobre lo escrito, sin permitirse ninguna indulgencia, prefiriendo, dice Flaubert, “rabiar como un perro” antes que dar por hecha una frase apresurada, antes de que un párrafo alcance su plena maduración.

Antonio Muñoz Molina: "Literatura de insomnio", Babelia, 8-6-2013

lunes, 3 de junio de 2013

Un poema para despedir a los de 2º Bachillerato


Un soneto me manda a hacer Violante / que en mi vida me he visto en tal aprieto…
Sin duda así es como debo iniciar esta presentación, pues, cuando ayer tarde, Angels, que no Violante, me sugirió que podía buscar un texto que sirviera de despedida a los alumnos de 2º de Bachillerato, enseguida le dije que sí, que sin problema, pues que estaba acostumbrado a sacar de mi archivo mental textos de diversa peladura para cualquier acto, ceremonia o celebración.
No sabía yo que acababa de meterme en un brete y que los problemas no habían hecho más que comenzar.
Llego a casa y al ponerme a pensar en la tarea me doy cuenta de que conozco cientos de poemas, la mayor parte de amor o deseo, otros dedicados a la muerte de su padre o de un amigo con quien tanto se quería, llantos por toreros o incluso por alcahuetas, poemas a la noche serena, a la vida retirada, a los pecados capitales, a los zapatos viejos (como el cuadro de Van Gogh) o incluso al cubo de la basura. Pero no hay poemas dedicados a grupos de muchachos que se gradúan, o si los hay, yo no los conozco.
Para más INRI el poema que mejor encajaría en esta situación, y que es el primero en que pienso, el Ítaca de Kavafis que tan bien cantó Lluis Llach, lo recitó inmejorablemente Elvira en la graduación anterior y, si bien no tengo el prurito de la originalidad, tampoco querría pasar por un plagiario.
Mi esposa, a quien confío mi desesperada situación, me cuenta que hace algunos años, cuando ella tenía que hacer el discurso de despedida, yo le sugerí al instante un poema que resultó adecuado. Pero ni ella se acuerda del poema ni yo tengo la memoria tan ágil como entonces.
Me meto en la biblioteca y venga a buscar textos: que si los consejos de Polonio a su hijo Laertes cuando se marcha a Paris, pero no voy a asumir la voz de un cortesano algo casquivano; que si los de don Quijote a Sancho cuando se va a gobernar la ínsula de Barataria, pero estos jóvenes no van a gobernar ningún estado (bastante harían con gobernar sus vidas); un texto de Gracián en el Criticón que es todo un programa de vida (La culta repartición de la vida de un discreto): mi esposa me advierte de que esa prosa del barroco tan extremadamente conceptista resultará casi ininteligible o cuando menos somnífera; los pocos poemas que sobre el tema de la educación conozco se refieren más al maestro que al alumno en sí…
Cuando ya empiezo a estar desesperado del todo, y estoy dispuesto a recurrir a Borges, aunque el conjetural poema trate de una batalla en el sur de Argentina durante el siglo XIX… de repente se hace la luz y recuerdo aquel poema que recomendé en su día. Se trata de IF, de Rudyard Kipling, y es una exaltación del joven que asume con honestidad e intrepidez la tarea de vivir su vida con autenticidad. Creo que no es mala elección para dedicárselo a estos jóvenes que terminan su periplo escolar en nuestro centro y habrán de afrontar con valor la navegación por las procelosas aguas de la edad adulta.

Oigamos a Kipling (solo pido a las chicas que en el hombre del último verso se sientan también incluidas; no querría verme acusado de políticamente incorrecto o de no respetar las cuotas de género):


Si  (Rudyard Kipling)
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Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor
todos la pierden y te echan la culpa;
si puedes confiar en ti mismo cuando los demás dudan de ti,
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras,
o siendo odiado no dar cabida al odio,
y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduria...
Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso
y tratar a estos dos impostores de la misma manera;
si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho:
tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios,
o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas...
Si puedes hacer un hato con todos tus triunfos
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta,
y perder, y comenzar de nuevo por el principio
y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida;
y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos
a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza,
pero no la Voluntad que les dice "!Continuad!".
Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud
o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser;
si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.