HAMLET: resumen por actos y escenas. (ed. A-L. Pujante, en Austral)
I
1.1. El espectro del Rey Hamlet se aparece a Bernardo, Marcelo y Horacio. Deciden avisar al príncipe Hamlet.
1.2. Recepción en la corte (el Rey Claudio, la Reina Gertrudis, Polonio, Laertes... Hamlet). Tristeza y felicidad del Rey. Mensaje al rey noruego, tío de Fortimbrás (para que cesen las amenazas de éste). Diálogo con Laertes (que pide permiso para volver a Francia) y con un Hamlet apesadumbrado.
{1º monólogo de Hamlet: comparación padre / tío: “Pero estalla corazón, porque yo debo callar” p. 70}
1.3. Laertes y Ofelia: le previene de su relación con Hamlet (diferencia de rango; razón de Estado).
- Polonio: consejos a Laertes y, luego, previene a Ofelia contra Hamlet.
1.4. Encuentro de Hamlet con el Espectro, que le insta a la venganza. Pacto de silencio con los amigos (“adoptar un talante estrafalario”, p.92): “Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que sueña nuestra filosofía”, p. 91
“Los tiempos se han dislocado. ¡Cruel conflicto, venir yo a este mundo para corregirlos!”, p. 92.
II
2.1. Polonio le pide a Reinaldo que espíe la conducta de su hijo en París. Luego le cuenta Ofelia el extraño comportamiento de Hamlet.
2.2. Los reyes piden a Rosencrantz y Guildenstern que vigilen a Hamlet. Los embajadores de Noruega le dicen que han pactado con el tío de Fortimbrás la paz: utilizará la tierra danesa para invadir Polonia.
- Polonio le cuenta a los reyes el extraño comportamiento de Hamlet con Ofelia. Luego se encuentra con Hamlet leyendo (“Palabras, palabras, palabras”, p. 106), quien le responde provocadora y agresivamente.
- Encuentro de Hamlet, disparatando, con Rosencrantz y Guildenstern: “Dinamarca es una cárcel”, p.108).
- Llegada de los actores. Polonio los presenta. Recitan “la muerte de Príamo” y el dolor de Hécuba.
- Hamlet solo {2º monólogo, sobre el dolor de Hécuba: “el teatro es la red que atrapará la conciencia de este rey”, p. 122}
III
3.1. Los reyes con Rosencrantz y Guildenstern y Polonio: se les invita a la representación. El Rey y Polonio planean un encuentro de Hamlet con Ofelia.
- Hamlet solo {3º monólogo: “Ser o no ser”}
- Encuentro de Hamlet con Ofelia: se hace el loco: “Vete a un convento” (p. 127-8)
- Ofelia se queda estupefacta: “¡Ah, qué noble inteligencia destruida!” (p. 128)
- El Rey y Polonio, que han escuchado: la locura de Hamlet no es por amor de Ofelia –tesis inicial de Polonio- y es un peligro.
3.2. Hamlet da consejos escénicos a los actores. Luego le pide a su admirado Horacio (“Dadme un hombre que no sea esclavo de emociones, y lo llevaré en mi corazón”, p. 132) que observe al Rey durante la representación.
- Comienza la función de “El asesinato de Gonzago” o, según Hamlet, “La ratonera”: pantomima del asesinato. Hamlet trata con desconsideración a Ofelia. El rey se levanta afectado y cesa la representación.
- Intercambio de pareceres con Horacio: el Rey se ha delatado.
- Rosencrantz y Guildenstern se acercan a Hamlet: diálogo sobre la flauta: “¿Crees que yo soy más fácil de tocar que esta flauta?” (p. 145)
- Polonio le dice que la Reina le llama a su aposento: Hamlet se burla de su cortesanía (las variantes formas de la nube, p. 146).
3.3. El Rey pide a Rosencrantz y Guildenstern que acompañen a Hamlet a Inglaterra. Luego Polonio le dice que lo esperan en el gabinete de la Reina.
- Monólogo del Rey rezando (Hamlet, que se cruza con él desprevenido, no aprovecha la ocasión - 4º monólogo): “Palabras vacías no suben al cielo”, p. 151.
3.4. Hamlet y su madre. Violento intercambio de reproches: “Has ofendido mucho a tu / mi padre”, p. 151. Muerte de Polonio. Aparición del Espectro, que Hamlet ve y Gertrudis no. Hamlet sale arrastrando el cadáver de Polonio.
IV
4.1. La Reina le cuenta al Rey la muerte de Polonio.
4.2. Rosencrantz y Guildenstern le piden a Hamlet les indique dónde se encuentra el cadáver de Polonio.
4.3. El Rey también se lo pregunta. Hamlet sugiere que se lo indicará el olor en la galería (p. 164). Despedida del Rey (a quien llama madre). Decisión del Rey: petición a Inglaterra de colaboración en la “muerte inmediata de Hamlet”.
4.4. Fortimbrás con su ejército en Dinamarca para cruzar el país.
4.5. Horacio le pide a la Reina que reciba a Ofelia: escena de la locura.
-Laertes ha regresado y entra violentamente en palacio encabezando una rebelión. Diálogo con el Rey, que culpa a Hamlet. Laertes presencia la locura de Ofelia.
4.6. Vienen unos marineros con carta de Hamlet a Horacio, donde le solicita un encuentro.
4.7. Hablan el Rey y Laertes. Llegan mensajeros con noticias de Hamlet (que ¡está vivo!). El Rey planea el duelo entre Hamlet y Laertes para que éste consume su venganza. La Reina cuenta la muerte –ahogada en un río- de Ofelia.
V
5.1. Enterrador y compañero: Llegan Hamlet y Horacio, que comentan las palabras jocosas e irrespetuosas del Enterrador. Hamlet dialoga con él y levanta la calavera del bufón Yorick (p. 193).
- Llegan el Rey, la Reina y cortesanos: entierro discreto de Ofelia. Enfrentamiento de Hamlet y Laertes a causa del dolor por Ofelia.
5.2. Hamlet le cuenta a Horacio su aventura con los piratas, el contenido de la carta y la muerte a que envía a Rosencrantz y Guildenstern.
- Osric los convoca a un duelo con Laertes (retórica florida de que se burla Hamlet).
- Hamlet se disculpa con Laertes (“no es Hamlet quien obra... su locura”, p. 206) antes del duelo.
- Lucha, envenenamientos y muertes (Reina, Rey, Laertes, Hamlet).
- Hamlet se despide de Horacio, da su voto a Fortimbrás, muere (“El resto es silencio”, p. 213). Fortimbrás se hace con el poder y le rinde honores.
martes, 25 de enero de 2011
domingo, 23 de enero de 2011
La mirada de un escritor: Juan Carlos Onetti
Larsen, el antihéroe de El astillero, en la antesala de su muerte, mira por una ventana:
Una plaza húmeda y circular donde los árboles entreveran sus ramas; bancos desocupados, charcos que nadie miraría secarse. Un atardecer que se estiraba desde el río, desde las manzanas remozadas del barrio comercial.
(Juan Carlos Onetti: El astillero)
Una de las cosas que distingue a un gran escritor es la capacidad de hacernos ver las cosas como por primera vez, sacando a la luz la capacidad de revelación que normalmente permanece oculta en ellas. Charcos que nadie miraría secarse: una pequeña muestra de la mirada reveladora de Onetti.
Una plaza húmeda y circular donde los árboles entreveran sus ramas; bancos desocupados, charcos que nadie miraría secarse. Un atardecer que se estiraba desde el río, desde las manzanas remozadas del barrio comercial.
(Juan Carlos Onetti: El astillero)
Una de las cosas que distingue a un gran escritor es la capacidad de hacernos ver las cosas como por primera vez, sacando a la luz la capacidad de revelación que normalmente permanece oculta en ellas. Charcos que nadie miraría secarse: una pequeña muestra de la mirada reveladora de Onetti.
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jueves, 20 de enero de 2011
Los infiernos particulares
Juan Carlos Onetti, experto en infernalidades, nos describe así la experiencia de su "héroe" Larsen, también conocido como Juntacadáveres, al visitar un antro llamado El Chamané:
Larsen entró un sábado con Kuntz y no pasó del mostrador. Estuvo examinando a las mujeres con una especie de aterrorizada fascinación y acaso pensó que un Dios probable tendría que sustituir el imaginado infierno general y llameante por pequeños infiernos individuales. A cada uno el suyo, según una divina justicia y los méritos hechos. Y acaso pensó que un Chamamé siempre en medianoche de sábado, sin pausa, sin músicos mortales que callaban en la madrugada para reclamar el bife a caballo, era el infierno que le tenía destinado desde el principio del tiempo, o el que él se había ido ganando, según se mire.
(Juan Carlos Onetti: El astillero)
Larsen entró un sábado con Kuntz y no pasó del mostrador. Estuvo examinando a las mujeres con una especie de aterrorizada fascinación y acaso pensó que un Dios probable tendría que sustituir el imaginado infierno general y llameante por pequeños infiernos individuales. A cada uno el suyo, según una divina justicia y los méritos hechos. Y acaso pensó que un Chamamé siempre en medianoche de sábado, sin pausa, sin músicos mortales que callaban en la madrugada para reclamar el bife a caballo, era el infierno que le tenía destinado desde el principio del tiempo, o el que él se había ido ganando, según se mire.
(Juan Carlos Onetti: El astillero)
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martes, 18 de enero de 2011
El teatro de Shakespeare, un teatro de la palabra
El prólogo del Coro al drama Henri V constituye un magnífico ejemplo de cómo el teatro isabelino -como también lo sería la comedia lopesca- constituye un teatro de la palabra. Pobre escenográficamente, la imaginación del público, atizada por el verbo incandescente de los dramaturgos, jugaba entonces un papel primordial
¡Oh! Quién tuviera una musa de fuego para escalar el cielo más resplandeciente de la invención! ¡Un reino por teatro, príncipes como actores y monarcas como espectadores de la escena sublime. Entonces apareciendo bajo sus verdaderos rasgos, el belicoso Harry se presentaría con la apostura de Marte y veríanse, acoplados como sabuesos, el Hambre, la Guerra y el Incendio tendidos a sus pies, en disposición de ser empleados. Pero todos vosotros, nobles espectadores, perdonad el genio sin llama que ha osado llevar a estos indignos tablados un tema tan grande. Este circo de gallos, ¿puede contener los vastos campos de Francia? ¿O podríamos en esta O de madera hacer entrar solamente los cascos que asustaron los cielos de Agincourt?. ¡Oh!, perdón, ya que una reducida figura ha de representaros un millón en tan pequeño espacio, y permitidme que contemos como cifras de ese gran número las que forje la fuerza de vuestra imaginación. Suponed que dentro de este recinto de murallas están encerradas dos poderosas monarquías, a las cuales el peligroso y estrecho océano separa las frentes, que se amenazan y se disponen a chocar. Suplid mi insuficiencia con vuestros pensamientos. Multiplicad un hombre por mil y cread un ejército imaginario. Cuando os hablemos de caballos, pensad que los veis hollando con sus soberbios cascos la blandura del suelo, porque es vuestra imaginación la que debe hoy vestir a los reyes, transportarlos de aquí para allá, cabalgar sobre las épocas, amontonar en una hora los acontecimientos de numerosos años, por lo cual os ruego me aceptéis como reemplazante de esta historia a mí, el Coro, que vengo aquí, a manera de prólogo, a solicitar vuestra amable paciencia y a pediros que escuchéis y juzguéis suave e indulgentemente nuestro drama.
(William Shakespeare: La vida del rey Enrique V – Prólogo)
¡Oh! Quién tuviera una musa de fuego para escalar el cielo más resplandeciente de la invención! ¡Un reino por teatro, príncipes como actores y monarcas como espectadores de la escena sublime. Entonces apareciendo bajo sus verdaderos rasgos, el belicoso Harry se presentaría con la apostura de Marte y veríanse, acoplados como sabuesos, el Hambre, la Guerra y el Incendio tendidos a sus pies, en disposición de ser empleados. Pero todos vosotros, nobles espectadores, perdonad el genio sin llama que ha osado llevar a estos indignos tablados un tema tan grande. Este circo de gallos, ¿puede contener los vastos campos de Francia? ¿O podríamos en esta O de madera hacer entrar solamente los cascos que asustaron los cielos de Agincourt?. ¡Oh!, perdón, ya que una reducida figura ha de representaros un millón en tan pequeño espacio, y permitidme que contemos como cifras de ese gran número las que forje la fuerza de vuestra imaginación. Suponed que dentro de este recinto de murallas están encerradas dos poderosas monarquías, a las cuales el peligroso y estrecho océano separa las frentes, que se amenazan y se disponen a chocar. Suplid mi insuficiencia con vuestros pensamientos. Multiplicad un hombre por mil y cread un ejército imaginario. Cuando os hablemos de caballos, pensad que los veis hollando con sus soberbios cascos la blandura del suelo, porque es vuestra imaginación la que debe hoy vestir a los reyes, transportarlos de aquí para allá, cabalgar sobre las épocas, amontonar en una hora los acontecimientos de numerosos años, por lo cual os ruego me aceptéis como reemplazante de esta historia a mí, el Coro, que vengo aquí, a manera de prólogo, a solicitar vuestra amable paciencia y a pediros que escuchéis y juzguéis suave e indulgentemente nuestro drama.
(William Shakespeare: La vida del rey Enrique V – Prólogo)
miércoles, 12 de enero de 2011
El Quijote interactivo de la BNE
He introducido en los Links literarios que hay al final de la página el estupendísimo Quijote interactivo de la Biblioteca Nacional de España. Podéis leer el libro (para una versión tipográficamente actualizada tocar la T que aparece junto al texto original), ver imágenes, escuchar música de la época, etc. Una verdadera gozada y un trabajo bien hecho.
viernes, 7 de enero de 2011
Un fragmento de Vargas Llosa, recentísimo Nobel de Literatura
¿Le dan a Vargas el Nobel de Literatura y este blog sin enterarse? Para reparar tamaño despropósito, cito un fragmento de ese heptagenario joven inteligentito (como a sí mismo se definió alguna vez Proust) con quien me unen secretas afinidades. En él habla de las profundas verdades que laten siempre en el mecanismo mentiroso de las ficciones.
Cuando leemos novelas no somos lo que somos habitualmente, sino también los seres hechizos entre los cuales el novelista nos traslada. El traslado es una metamorfosis: el reducto asfixiante que es nuestra vida real se abre y salimos a ser otros, a vivir vicariamente experiencias que la ficción vuelve nuestras. Sueño lúcido, fantasía encarnada, la ficción nos completa, a nosotros, seres mutilados a quienes ha sido impuesta la atroz dicotomía de tener una sola vida y los apetitos y fantasías de desear mil. Ese espacio entre nuestra vida real y los deseos y las fantasías que le exigen ser más rica y diversa es el que ocupan las ficciones.
Mario Vargas Llosa: La verdad de las mentiras.
Cuando leemos novelas no somos lo que somos habitualmente, sino también los seres hechizos entre los cuales el novelista nos traslada. El traslado es una metamorfosis: el reducto asfixiante que es nuestra vida real se abre y salimos a ser otros, a vivir vicariamente experiencias que la ficción vuelve nuestras. Sueño lúcido, fantasía encarnada, la ficción nos completa, a nosotros, seres mutilados a quienes ha sido impuesta la atroz dicotomía de tener una sola vida y los apetitos y fantasías de desear mil. Ese espacio entre nuestra vida real y los deseos y las fantasías que le exigen ser más rica y diversa es el que ocupan las ficciones.
Mario Vargas Llosa: La verdad de las mentiras.
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