Decía
en un reciente post dedicado a Pidal y su escrito sobre la oscuridad
culterana que los textos llevan a los textos. Y anunciaba cómo un
pasaje del ensayo me había traído a la mente la polémica
Mañach-Lezama Lima sobre la comprensión (o no) de la nueva poesía
del grupo de la revista Orígenes.
Se trataba del momento en que el humanista Pedro de Valencia le
escribe a Góngora:
“Vuesamerced
huye de la claridad y escurécese
tanto que espanta de su lección no solamente al vulgo profano, sino
a los que más presumen de sabidos en su aldea;
...apenas yo le alcanzo a entender en muchas partes”. (subrayado
mío)
Porque,
precisamente, Mañach era de los más “sabidos en su aldea” en la
Cuba de finales de los cuarenta, y, prácticamente lo que le viene a
decir a Lezama es “apenas yo le alcanzo a entender en muchas
partes”.
La
polémica es eterna: se dio entre Góngora y Jáuregui, como entre
Mañach y Lezama, la poesía como comunicación de Bousoño frente a
la poesía como conocimiento de Valente, y se podría haber dado
entre Freud y Lacan… y así hasta la confluencia de las líneas
paralelas.
Traeré
al blog los textos iniciales de Mañach y Lezama, así como textos
posteriores del primero de ellos en que continúa aclarando su
posición (4
textos en total: no recojo la totalidad, porque-como en toda
polémica- hubo bastante de excrecencias y mala sombra, que resultan perfectamente obviables).
Fue
una polémica en torno a dos formas de entender la poesía (expresión
comunicativa / expresión hermética), así como un conflicto
generacional (los jóvenes de Orígenes
perpetraban el consabido asesinato del padre en la figura de Mañach).
[Me
he servido del siguiente material para elaborar los posts:
-Iván
González Cruz: Archivo
de José Lezama Lima,
Madrid, 1998, donde se encuentra el primer texto de Mañach y la
respuesta de Lezama, págs. 683 y ss.
-
José Lezama Lima: Imagen
y posibilidad,
La Habana, 1981, selección de textos hecha por Ciro Bianchi Ross,
donde se recoge la respuesta de Lezama.
-
en Internet se puede encontrar el artículo de Ana Cairo “La
polémica Mañach-Lezama-Vitier-Ortega”, La
Habana,
2001, que recoge todos los textos de la polémica, aunque la
presentación no pase de discreta y la edición se resienta a veces
de pequeños (o grandes) errores: esa manía de llamar Gracilazo al
insigne toledano del
“dolorido sentir” o el hecho de editar incompleta la respuesta de
Lezama.
https://fdocuments.mx/download/ana-cairo-la-polemica-manach-lezama-vitier-ortega
-
también he tenido en cuenta los originales de la revista Bohemia,
que se puede consultar en Internet. Desde ellos -dejándome la vista-
he corregido pequeños errores que cometen todos los editores. En
algún caso doy, entre corchetes, una lectura diferente al texto
original, por pensar que se ha producido algún error tipográfico
-entiendo que en mi edición también los habrá, pero los iré
corrigiendo conforme los vea o se me haga reparar en ellos.
Haré
alguna pequeña anotación al final de los textos -que publicaré en
varios posts-, sobre todo en los casos en que los diversos editores
yerran (como en el verso de Valéry que cita Lezama).]
El
Arcano de Cierta Poesía Nueva. Carta Abierta al Poeta José Lezama
Lima por Jorge Mañach.
Poeta:
A mi regreso a La Habana hace unos días, hallé sobre mi mesa,
cargada de los recuerdos de la ausencia, un ejemplar de su último
libro, titulado La
Fijeza.
También encuentro el “regalo cordial” que Cintio Vitier me hace
de su obra más reciente, El
hogar y el olvido,
publicada igual en esas bellas ediciones de la revista Orígenes
que usted viene dirigiendo desde hace algunos años con heroísmo y
prestigio sumos.
Primorosos
volúmenes ambos, sobre todo el de usted, con esa cubierta citrón
(le gustará a usted que no diga el color en castellano, para que el
adjetivo no se domestique demasiado) que lleva el nombre de usted en
modestas letras blancas, como una cicatriz antigua o un vago rubro
estelar: con una viñeta en sepia de Portocarrero, donde se conjugan
una lámpara, una oreja y algo que parece un caracol de tripa mágica;
y dominando ese tranquilo misterio de la portada, el título austero
de sus versos, La
Fijeza,
como
una negra pupila escrutadora.