Me ha costado entrar en Lord Jim, como en casi todos los relatos de Conrad (excepto, tal vez Gaspar Ruiz, que me conquistó casi de inmediato). Recuerdo que fue casi un sufrimiento la lectura de El corazón de las tinieblas, y, sin embargo, al concluirla, tener la sensación de que había asistido (participado, más bien) en algo grande desde el punto de vista literario.
El agente secreto, aunque sólo por algunos episodios (el traslado de la familia, creo recordar) y ese relato magistral que es El alma de un guerrero me confirmaron que me encontraba ante uno de los grandes: tal vez no de la sección especial (Proust, Kafka, Mann...) pero sí de la 1ª categoría (y discúlpeseme el empleo de lenguaje fallero).
¿Qué es lo característico de su creación que consigue atraparme de tal manera? Yo diría que varias cosas:
- Primero: la sensación de experiencia que late bajo todos los relatos, experiencia vivida, contemplada o escuchada, pero experiencia real e inusitada. Ese fondo de aventura o hecho extraordinario que poseen sus obras.
- Segundo: el manejo del lenguaje propio de Conrad, su tendencia al gran estilo (de que hablaba Benet), con sus frases redondeadas y, a veces, acicaladas, que se leen como si fueran oráculos. Junto a ello el exquisito cuidado por desautomatizar la expresión (como si cada frase fuera una empresa única) y la maestría con que registra las hablas (o parloteos) circunstanciales que aparecen aquí o allá.
- Tercero: tal vez lo que más cuesta de Conrad, el complejo manejo de las voces narrativas y su ensamblaje (así como la disposición temporal) que hacen que el lector muchas veces vaya por sus páginas como perdido. Pero es que Conrad quiere transmitir un mundo complejo y confuso de una manera compleja y artificiosamente confusa. Es verdad, también, que esta aparentemente confusa complejidad es una de las cosas que nos atrapa de forma irresistible en este irreprochable universo narrativo.
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3 comentarios:
Hola, no sé si eres el Carlos Campa, profesor de literatura del Instituto de Catarroja que también fue profesor mío, allá por el año 1987. Nos encontramos después en Valencia y me dijiste que no se podía vivir del cuento. Lo recuerdas?, eres tú?, porque te estoy buscando y me ha parecido ver tu retrato, tan evidente en la página Cidehamete. Soy tu antigua alumna, Paloma. Creo que llegaste a percibir que me apasionaba la literatura. Ojalá que aún recibas este mensaje, porque me gustaría contactar de nuevo contigo. Después de tantos años añoro las clases de literatura que nos dabas y me gustaría recuperar aquellos apuntes. Espero que podamos encontrarnos, Campa. Saludos,
Bueno, he recuperado lo que te envié a propósito de una critica musical que hiciste en el año 2017. Lo siento, no he encontrado otro modo de comunicarme contigo que adulterando este espacio. Voy a tener suerte!!
Son muchos los intereses que he tenido a lo largo de los años, pasando por periodismo, que son los estudios que oficialmente he cursado y profesión a la que nunca me dediqué, he sentido pasión por la literatura y por la danza y me he atrevido con el yoga y el ciclismo. De intereses muchos, apasionada en unos pocos, especialista en algunos menos y de talento quizás en uno solo. Me dijeron una vez que los aspirantes a escritores podían llegar a ser buenos en muchas cosas, pero magníficos en casi nada. Me aferro a esa imagen para comprender mi humilde existencia.
Ya en Valencia tras un viaje magnífico en los tiempos del Covid te puedo contestar: Entiendo que eres Paloma Ribes, que estudiabas periodismo la última vez que nos vimos. Me puedes escribir al correo electrónico: carloscampa@hotmail.com
Me alegra recibir noticias de los viejos tiempos.
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