miércoles, 23 de enero de 2013

Dante en Clarín

Parece que Clarín tenía devoción por Dante (como por Horacio o el Ramayana, autores y obras citadas con frecuencia en sus escritos). De su frecuente lectura del autor toscano cito tres ejemplos que he tomado al paso leyendo sus Cuentos morales.

En el cuento “Cristales”, hondísima cala psicológica que parece poner en narración la máxima de La Rochefoucauld que viene a decir algo así como: “En el daño que padecen nuestros amigos siempre hay algo que no nos molesta del todo.”, el protagonista comenta su estrecha amistad con Fernando:

"Yo me había enamorado de la amistad; había nacido para ella. Encontré un amigo en la adolescencia; partimos el pan del entusiasmo, el maná de la fe en el porvenir. Juntos emprendimos la conquista del ensueño. Cuando la bufera infernal del desengaño nos azotó el rostro, no separamos nuestras manos que se estrechaban; como a Paolo y Francesca, abrazados nos arrebató el viento... Los dos vivíamos para el arte, para la poesía, para la meditación; pero yo era autor dramático, y él no. Menos el don del teatro, que niega Zola, tal vez porque no lo tiene, todo lo dividíamos Fernando y yo."

La bufera infernal no es otra cosa que el torbellino que arrastra a Paolo y Francesca en el famoso canto V del Inferno.


En “La trampa”, entrañable cuento en que unos campesinos se apiadan de una yegua (Chula) que les venden enferma por engaño, asistimos al momento en que se les hace evidente su debilidad:

"Llegó la cuesta de la Grandota, ¡prueba formidable! La Chula, discretamente
fustigada por Falo, emprendió la subida a trote largo. A la mitad de la pendiente
tropezó el vehículo con una carreta que bajaba, y la yegua se paró de repente
Quel giorno piú non legevammo avante.
Aquel día la Chula no dio un paso más camino de la villa."

Entonces cita Clarín, no sin ironía (pues lo aplica a la motricidad de una yegua), el verso que cierra el relato de Francesca de Rimini en el episodio anteriormente citado. Parece claro que citaba de memoria, pues comete un pequeño fallo (el verso original reza así: quel giorno più non vi leggemmo avante). Ahora bien, la sensibilidad literaria de Clarín no le impide cometer el error manteniendo el endecasílabo.


En “Don Patricio o el premio gordo en Melilla” se nos habla de un personaje muy avaricioso, que quiere hacerse siempre con todo el dinero que se le pone por delante (como muchos individuos del panorama político y financiero de nuestra “triste y espaciosa España”). Al regresar de América, millonario, aumenta su fortuna en su tierra natal:

"También hizo millones con las puertas de su ciudad natal, en cuanto volvió a esta,
atraído por el amor al terruño y por algunos negocios que había efectuado desde
Cuba. En cuanto llegó al puerto, en vez de ponerse a cantar, como el tenor de
Marina,

Al ver... en la inmensa
llanura del mar... etc.

se dijo (recitado): «Aquí los consumos deben de ser una mina, si se les hace
sudar bien». Y, en efecto, cargó con los consumos, y las puertas de su ciudad
natal se convirtieron en otras tantas puertas del infierno, bien guarnecidas de
cancerberos, con gorra de galón dorado y sendas inscripciones, que al decir
fielato, querían decir:
Lasciate ogni peseta, voi ch'entrate."

Es ahora el verso que cierra la inscripción a las puertas del Infierno en el canto III. Clarín introduce una variación humorística (peseta en lugar de speranza) que hace referencia al carácter avaro del personaje.

Resulta evidente que hay pasajes literarios de los grandes autores (como los estudiados en nuestro Quiz de Hamlet) que se posesionan de la imaginación literaria de los que vienen detrás, de quienes se puede decir que siempre escriben a la sombra de su fructífera inspiración.

1 comentario:

Ana Karenina dijo...

Ya veo que la paternidad no te impide la lectura. Muy interesante la relación que has establecido entre ambos escritores. En fin, que habrá que pasearse por los cuentos de Clarín.