viernes, 9 de enero de 2009

La música de las palabras: un fragmento de LA CELESTINA

Y demás de esto es nombrada y por tal título conocida. Si entre cien mujeres va y alguno dice «¡puta vieja!», sin ningún empacho luego vuelve la cabeza y responde con alegre cara. En los convites, en las fiestas, en las bodas, en las cofradías, en los mortuorios, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella pasan tiempo. Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido; si está cerca las aves, otra cosa no cantan; si cerca los ganados, balando lo pregonan; si cerca las bestias, rebuznando dicen «¡puta vieja!». Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dicen sus martillos. Carpinteros y armeros, herradores, caldereros, arcadores, todo oficio de instrumento forma en el aire su nombre. Cántanla los carpinteros, péinanla los peinadores, tejedores, labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas con ella pasan el afán cotidiano. Al perder en los tableros, luego suenan sus loores. Todas cosas que son hacen, a doquiera que ella está, el tal nombre representan. ¡Oh, qué comedor de huevos asados era su marido! ¡Qué quieres más, sino que si una piedra topa con otra luego suena «¡puta vieja!»!

Fernando de Rojas: La Celestina. Acto 1.

1 comentario:

[*Sanwaxa*] dijo...

Me leí la Celestina en 3ºESO y es uno de los libros que me haya tenido que leer para clase que más me has gustado. El primer acto era algo complicado, pero los demás se entienden mejor, además de que los comentarios de la ed. Cátedra ayudan bastante.

No me acuerdo de gran cosa, tendré que volvérmela a leer, pero sí me acuerdo de que me encantaron dos cosas: cómo la gente se dirige a ella de forma despectiva y luego le piden ayuda y la absurda muerte de los personajes (sobretodo la de Sempronio, que resulta hasta cómica, cosa totalmente opuesta a lo que relata Manrique sobre la de su padre).

También me encantó el atrevimiento de escribir ese libro teniendo en cuenta la época en que se hizo, no me extraña que Fernando de Rojas no gritase su autoría a los cuatro vientos, si sólo con el fragmento este ya lo habrían quemado o ahorcado, no sé lo que se estilaba entonces.

Por cierto, muy útil lo de las fechas de los exámenes.