viernes, 30 de enero de 2009

Un buen texto para la prueba de Lectura expresiva

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

Julio Cortázar: Rayuela. cap. 68

jueves, 29 de enero de 2009

Alicia y Humpty Dumpty discuten de léxico y semántica

–Es una corbata, niña; y bien bonita que es, como tú bien has dicho. Es un regalo del Rey y de la Reina. ¿Qué te parece eso?
–¿De veras? –dijo Alicia encantada de ver que había escogido después de todo un buen tema.
–Me la dieron –continuó diciendo Humpty Dumpty con mucha prosopopeya, cruzando un pierna sobre la otra y luego ambas manos por encima de una rodilla– me la dieron… como regalo de incumpleaños.
–¿Perdón? –le preguntó Alicia con un aire muy intrigado.
–No estoy ofendido –le aseguró Humpty Dumpty.
–Quiero decir que, ¿qué es un regalo de incumpleaños?
–Pues un regalo que se hace en un día que no es de cumpleaños, naturalmente.
Alicia se quedó considerando la idea un poco, pero al fin dijo:
–Prefiero los regalos de cumpleaños.
–¡No sabes lo que estás diciendo! –gritó Humpty Dumpty–. A ver: ¿cuántos días tiene el año?
–Trescientos sesenta y cinco –respondió Alicia.
–¿Y cuántos días de cumpleaños tienes tú?
–Uno.
–Bueno, pues si le restas uno a esos trescientos sesenta y cinco días, ¿cuántos te quedan?
–Trescientos sesenta y cuatro, naturalmente.
Humpty Dumpty no parecía estar muy convencido de este cálculo.
–Me gustaría ver eso por escrito –dijo.
Alicia no pudo menos de sonreír mientras sacaba su cuaderno de notas y escribía en él la operación aritmética en cuestión:

365
-1

364

Humpty Dumpty tomó el cuaderno y lo consideró con atención.
–Sí, me parece que está bien… –empezó a decir.
–Pero, ¡si lo está leyendo al revés! –interrumpió Alicia.
–¡Anda! Pues es verdad, ¿quién lo habría dicho? –admitió Humpty Dumpty con jovial ligereza mientras Alicia le daba la vuelta al cuaderno–. Ya decía yo que me parecía que tenía un aspecto algo rarillo. Pero en fin, como estaba diciendo, me parece que está bien hecha la resta… aunque, por supuesto no he tenido tiempo de examinarla debidamente… pero, en todo caso, lo que demuestra es que hay trescientos sesenta y cuatro días para recibir regalos de incumpleaños…
–Desde luego –asintió Alicia.
–¡Y sólo uno para regalos de cumpleaños! Ya ves. ¡Te has cubierto de gloria!
–No sé qué es lo que quiere decir con eso de la «gloria» –observó Alicia.
Humpty Dumpty sonrió despectivamente.
–Pues claro que no…, y no lo sabrás hasta que te lo diga yo. Quiere decir que «ahí te he dado con un argumento que te ha dejado bien aplastada».
–Pero «gloria» no significa «un argumento que deja bien aplastado» –objetó Alicia.
–Cuando yo uso una palabra –insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso– quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.
–La cuestión –insistió Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
–La cuestión –zanjó Humpty Dumpty– es saber quién es el que manda…, eso es todo.

Lewis Carroll: Alicia al otro lado del espejo, capítulo 6.

domingo, 25 de enero de 2009

Un poema místico de San Juan de la Cruz

La noche oscura

Canciones del alma que se goza de haber llegado al alto estado de la perfección, que es la unión con Dios, por el camino de la negación espiritual.

En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!

En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.



(ver imágenes en el lateral y abajo)

viernes, 23 de enero de 2009

TRABAJO VOLUNTARIO 1º BACHILLERATO

- Se tratará de hacer individualmente un comentario de texto, siguiendo el modelo de los que se hacen en clase o figuran en el libro de texto (págs. 142 ó 200 por ejemplo), y que, por tanto, constará de las siguientes fases:
1- Localización.
2- Tema.
3- Estructura interna.
4- Comentario de la forma en relación con el contenido.
5- Conclusión.

- Se podrán elegir los textos publicados en el blog como ampliación de la materia de clase que correspondan al período de esta evaluación: entre el Romancero y el Barroco. A saber, de los ya publicados: Romance del infante Arnaldos, Romance de Álora, la bien cercada, fragmento de García Lorca en relación con Manrique, fragmento de La Celestina, soneto de Garcilaso sobre Dafne y Apolo, Oda a Salinas, fragmento de Santa Teresa, poema de San Juan de la Cruz, el soneto con estrambote de Cervantes, descripción de Dulcinea...

- Habrá que avisar al profesor del texto que se va a trabajar antes del 27 de febrero. Y el trabajo se entregará con fecha límite del 10 de marzo.

- El trabajo voluntario puede subir hasta 1 punto la nota de la evaluación.

Una mujer extraordinaria: Teresa de Jesús

El episodio de la transverberación o transfixión en el Libro de su Vida. Veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla; aunque muchas veces se me representan ángeles, es sin verlos, sino como la visión pasada que dije primero. En esta visión quiso el Señor le viese así: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman querubines, que los nombres no me los dicen; mas bien veo que en el cielo hay tanta diferencia de unos ángeles a otros y de otros a otros, que no lo sabría decir. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios. No es dolor corporal sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, y aun harto. Es un requiebro tan suave que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento. Los días que duraba esto andaba como embobada. No quisiera ver ni hablar, sino abrazarme con mi pena, que para mí era mayor gloria que cuantas hay en todo lo criado. (ver imagen abajo)

miércoles, 21 de enero de 2009

Una oda neoplatónica de Fray Luis en liras

A FRANCISCO SALINAS (Fray Luis de León)

El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música extremada
por vuestra sabia mano gobernada.

A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primero esclarecida.

Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce
que el vulgo ciego adora,
la belleza caduca engañadora.

Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es de todas la primera.

Ve cómo el gran maestro
a aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado
con que este eterno templo es sustentado.

Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta,
y entrambos a porfía
mezclan una dulcísima armonía.

Aquí el alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él así se anega,
que ningún accidente
extraño o peregrino oye o siente.

¡Oh desmayo dichoso!
¡Oh muerte que das vida! ¡Oh dulce olvido!
¡Durase en tu reposo
sin ser restituido
jamás a aqueste baxo y vil sentido!

A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos, a quien amo
sobre todo tesoro,
que todo lo demás es triste lloro.

¡Oh! Suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos,
quedando a lo demás adormecidos.

domingo, 18 de enero de 2009

El Carpe diem horaciano

CARPE DIEM

Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris números. Vt melius, quidquid erit, pati!
seu pluris hiemes, seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrhenum: sapias, uina liques et spatio breui
spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit inuida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.

Horacio: Carmina, libro 1, XI.

que traducido, por Luis Alberto de Cuenca, suena así:

No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.
No seas loca, filtra tus vinos
y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo.
No fíes del incierto mañana.

jueves, 15 de enero de 2009

La mitología en la poesía renacentista

Soneto XIII- Garcilaso de la Vega

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!



(ver abajo estatua de Bernini)

viernes, 9 de enero de 2009

La música de las palabras: un fragmento de LA CELESTINA

Y demás de esto es nombrada y por tal título conocida. Si entre cien mujeres va y alguno dice «¡puta vieja!», sin ningún empacho luego vuelve la cabeza y responde con alegre cara. En los convites, en las fiestas, en las bodas, en las cofradías, en los mortuorios, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella pasan tiempo. Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido; si está cerca las aves, otra cosa no cantan; si cerca los ganados, balando lo pregonan; si cerca las bestias, rebuznando dicen «¡puta vieja!». Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dicen sus martillos. Carpinteros y armeros, herradores, caldereros, arcadores, todo oficio de instrumento forma en el aire su nombre. Cántanla los carpinteros, péinanla los peinadores, tejedores, labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas con ella pasan el afán cotidiano. Al perder en los tableros, luego suenan sus loores. Todas cosas que son hacen, a doquiera que ella está, el tal nombre representan. ¡Oh, qué comedor de huevos asados era su marido! ¡Qué quieres más, sino que si una piedra topa con otra luego suena «¡puta vieja!»!

Fernando de Rojas: La Celestina. Acto 1.

jueves, 8 de enero de 2009

Un fragmento del gran Thoreau

Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera la vida; ¡es tan hermoso el vivir!; tampoco quise practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir profundamente y extraer toda la médula de la vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida, cortar una amplia ringlera al ras del suelo, llevar la vida a un rincón y reducirla a sus menores elementos, y si fuera mezquina, obtener toda su genuina mezquindad y dar a conocer su mezquindad al mundo, o si fuera sublime, saberlo por propia experiencia y poder dar un verdadero resumen de ello en mi próxima salida.

Henry David Thoreau: Walden.