jueves, 28 de diciembre de 2023

VERSOS QUE EL VIENTO ARRASTRA, de Karmelo Iribarren: la poesía CCC

 Le leo a mi hijo unos cuantos poemas (en realidad, casi todos) del libro de Karmelo Iribarren, disfrutamos ambos con la lectura, y al final me dice: "Me gustan estas poesías porque son CCC: cortas, claras y chulas." Me parece una muy atinada percepción de un libro de poemas dirigidos en gran medida a los niños, pero que el adulto lee con placer. Encuentro en esos poemas un trabajo depuradísimo con la imagen. ¿La poesía es música o imagen? Recuerdo largas discusiones con Marcos, que defendía la primacía de la imagen, mientras que yo apostaba por la prioridad del ritmo. Frente a los poemas de Iribarren tendría que darle la razón a Marcos. Transcribo un par de ellos para deleite general.


LO QUE DICE LA FAROLA

Qué vida 

más arrastrada:


De día

los perros

y de noche

los borrachos.


Por qué

no nacería lámpara.


PÁJAROS DETECTIVES

Tres gorriones

en un cable

de teléfono,

quietos,

muy serios,

muy atentos.

Al poco

uno echa a volar,

luego otro,

luego el tercero.

No necesitan 

oír más,

es suficiente.

Van a contárselo

al mirlo.

Estaba en lo cierto.

Ha sido el canario.



lunes, 18 de diciembre de 2023

El nombre cotidiano de las cosas (saliva, semen, orina)

 

Aunque la célebre definición orteguiana de la poesía como “eludir el nombre cotidiano de las cosas” (1) no nos resulte muy convincente, no deja de encerrar una verdad parcial. Y en muchos casos así ocurre, como en los tres ejemplos que hoy quiero comentar.

 

Se trataba de nombrar tres fluidos corporales que ciertamente no gozan de mucha predilección en la poesía: la saliva, el semen y la orina. El procedimiento empleado por los poetas es, en los tres casos, el mismo, el eufemismo (como dice Ortega), aunque sus intenciones difieran.

 

martes, 28 de noviembre de 2023

La mirada del artista: Ingres y Zola

 

 

En La obra (1886), de Zola, la noche en que se conocen el pintor Claude Lantier y la joven Christine, en una situación en extremo delicada (perdida en París bajo un enorme aguacero), ella, sin otra posibilidad mejor en ese momento, acepta dormir en su casa. Lo que sucede castamente. Pero, al amanecer, él se queda deslumbrado con su belleza, que de noche no había podido percibir, y comienza a dibujarla. Cuando ella se despierta, se extraña de la situación, pero él la convence para que le deje concluir el apunte.

Nos encontramos con el siguiente pasaje: “Se había inclinado sobre el dibujo y no la miraba más que con la serena mirada del pintor, que descarta la imagen de la mujer para ver solamente a la modelo.” (Cap. 1, p. 18)

 

domingo, 19 de noviembre de 2023

Retratos de Goya: La familia de Carlos IV y Fernando VII.

 


 En un libro que no me está gustando especialmente y que, por tanto, leo a ratos muertos, encuentro este magnífico pasaje en que enjuicia unos retratos de Goya:

 

“Inmediatamente, en junio de 1800, cuando Goya pinta La familia de Carlos IV, su genio ha perdido ya hasta ese postrer sentimiento de compasión, para transmitir a la posteridad tal como realmente fue ese cruel testimonio de un fin de época, en el que María Luisa, cubierta de joyas, más impertinente y descocada que nunca, aparece casi indecentemente plantada en medio de la corte que ella había corrompido. Junto a la reina, que abraza y toma de la mano precisamente a María Isabel y Francisco de Paula, los dos hijos que le atribuían a Godoy, Carlos IV es ya sólo un personaje facticio, un rey de guardarropía cubierto del rutilante oropel de las pomposas condecoraciones. Los rostros casi de subnormales de los hermanos de Carlos III que allí aparecen y su colocación un poco vergonzante, completan la penosa visión.

 

jueves, 9 de noviembre de 2023

Papeles póstumos de un profesor de COU: El sueño de Elvira, LA COLMENA, Camilo José Cela. Comentario de texto

 

Un cariñoso wasap recibido días atrás en que antiguos alumnos (Carles e Isabel) guardaban en su memoria grato recuerdo de los comentarios de textos que hacíamos en las clases de Literatura hace más de veinte años (y especialmente este de Elvirita y su gato) me ha llevado a desempolvar los papeles en que lo conservaba y teclearlo para el blog. Mi comentario se basaba en gran medida en “Vida y sueño de Elvira en La colmena”, de Vicente Cabrera, que se recogía en un libro de SGEL sobre Novela española contemporánea, pero creo recordar que yo añadía algunas consideraciones personales (el análisis del papel de los enanos fundamentalmente). Utilizábamos en clase la edición de Darío Villanueva en Noguer, que restablecía palabras que la censura había cambiado en otras ediciones (y que todavía se encuentran tal que así en el ciberespacio: por eso pongo entre corchetes los términos de la versión censurada, pero transcribo los originales que editaba Villanueva). Otra cosa, al ser un libro de 5 capítulos y un Final, pero lleno de multitud de fragmentos en cada capítulo, dedicábamos un día en clase a numerar dichos fragmentos (pues algunos alumnos manejaban ediciones diferentes), para así saber todos de qué estábamos hablando cuando hacíamos una referencia. Así el fragmento que vamos a analizar es el número 17 del capítulo 4. Las referencias que haga a número de páginas pertenecen a la edición de Noguer antes citada (1986)

 

         El sueño de Elvira (La colmena, IV, 17)

 

         La señorita Elvira de vueltas en la cama, está desasosegada, impaciente, y una pesadilla se le va mientras otra le llega. La alcoba de la señorita Elvira huele a ropa usada y a mujer: las mujeres no huelen a perfume, huelen a pescado rancio. La señorita Elvira tiene jadeante y como entrecortado el respirar, y su sueño violento, desapacible, su sueño de cabeza caliente y panza fría, hace crujir, quejumbroso, el vetusto colchón.

martes, 7 de noviembre de 2023

Errores de bulto en traducción: Eloy Terrón traduce a Gabriel Tarde.

 


Leyendo los sugestivos ensayos sociológicos de Tarde sobre La opinión y la multitud, que publicó Taurus, en 1986, y cuya “versión castellana” corresponde a Eloy Terrón, nos encontramos, para empezar, con una prosa seca, pesada, poco jugosa, pero además con tantos errores de traducción (y errores de bulto) que, sin duda, se podría poner como ejemplo de lo que NO debe ser una traducción. La tendencia mía a leer, si es posible, con el texto original cerca, para contrastar las dudas que me puedan aparecer en la lectura, me ha permitido, en este caso, registrar un buen número de verdaderos gazapos, errores de bulto, que en una edición mínimamente presentable (y Taurus era una muy buena editorial) no deberían figurar. No he hecho una búsqueda minuciosa, sino que pongo y comento los ejemplos que me chocaron vivamente y, por eso, confronté. Proceden del ensayo sobre “La opinión y la conversación”.

 

1- “Lo lamentable es que no ha sido solamente contra la opinión, hecho ya bastante grave, sino también contra la razón, contra la razón judicial, la razón científica, la razón legislativa o política, de acuerdo con la ocasión, contra quienes la opinión contemporánea se ha hecho todopoderosa.” (p. 82)

 

No tiene mucho sentido que la opinión (noción clave en el ensayo y que, por eso, Tarde tiende a escribir con mayúscula) se levante contra la opinión, y al consultar el original vemos que es contra la tradición, y luego contra la razón (opinión, tradición y razón son las nociones nucleares del ensayo), contra lo que se levanta.

 

Le malheur est que ce n'est pas seulement contre la tradition, chose déjà bien grave, mais aussi contre la raison, raison judiciaire, raison scientifique, raison législative ou politique à l'occasion, que l'Opinion contemporaine est devenue toute-puissante.

 

 

martes, 24 de octubre de 2023

HEINRICH HEINE, EL SATÍRICO

 


Donde uno menos se lo espera, salta la liebre. ¿Quién me iba a decir a mí que me encontraría un magnífico ejemplo del carácter satírico de Heine en un libro sobre Edith Stein? Conocía el carácter desgarrado de algunos de sus poemas, o el inmensamente lírico de aquel que trata sobre las nostalgias del pino y la palmera, y tal vez me había topado en algún momento con motivos satíricos, pero nunca me había encontrado con una manifestación tan palpable de ese carácter que le alejó de sus compatriotas y alimentó la mutua incomprensión de que habla Adorno en “La herida Heine”. Pues bien, es en un libro dedicado a ese ser maravilloso que fue Edith Stein, judía de nacimiento, discípula de Husserl (refiriéndose a cuya capacidad intelectual solía decir: “La primera de todas es Edith Stein, después nadie, y luego, los demás”), posteriormente, tras la lectura de Teresa de Jesús, convertida al catolicismo, y que terminó sus días gaseada por los nazis en Auschwitz siendo ya hermana carmelita descalza bajo el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz; es en un libro, decía, dedicado a Edith Stein, donde me encuentro el siguiente pasaje, a propósito de la ciudad de Gotinga, donde la joven Edith estudió con Husserl, y casi un siglo antes había estudiado también Heine:

 

“La ciudad de Gotinga, célebre por sus salchichones y su universidad, pertenece al rey de Hanovre, y contiene varias iglesias, un observatorio, una prisión, una buena biblioteca y una taberna municipal, que tiene una cerveza también muy buena… La ciudad en sí es muy bella y nunca gusta tanto como cuando se la pierde de vista. Debe existir desde hace mucho tiempo, pues cuando yo fui matriculado y muy pronto expulsado, hace de eso más de cinco años, tenía el mismo aspecto grave y canoso, y ya estaba bien abastecida de bedeles, de perros de aguas, de disertaciones, de salones de té, de lavanderas, de pichones asados, de consejeros áulicos, de consejeros de legación y de relegación, y de otros farsantes. Hay gente que pretende que la ciudad ha sido construida en la época de los movimientos migratorios de los pueblos, y cada tribu alemana ha dejado allí un ejemplar puro de sus miembros, siendo de aquí de donde descienden los vándalos, frisones, suevos, turingios, etc., etc. En general los habitantes de Gotinga pueden ser divididos en estudiantes profesores, filisteos y ganado, cuatro clases entre las que la línea de demarcación no es muy pronunciada. Citar aquí el nombre de todos los estudiantes y profesores ordinarios y extraordinarios sería demasiado largo; además, no recuerdo ahora el nombre de todos los estudiantes, y entre los profesores hay muchos que no tienen nombre todavía. La cantidad de filisteos de Gotinga debe ser infinita, como la arena, o, por mejor decir, como el lodo, a orillas del mar. En verdad, cuando les veía por las mañanas con sus sucias caras y su limpia memoria para cobrar, plantados ante la puerta del senado académico, apenas si podía creer cómo Dios había podido crear tantos canallas junto.”

 

 

(E. de Miribel: Edith Stein, Taurus, 1956, pág. 45, fragmento de Harzreise, de H. Heine, 1824)

domingo, 10 de septiembre de 2023

Ryszard Kapuscinski pelea con una cobra

 

Si tuviera que recomendar un libro así, sin preparación, de forma inopinada, para un lector general, tengo claro que elegiría Ébano, de Ryszard Kapuscinski. El Quijote, obviamente, sería la primera obra que me vendría a la cabeza. Pero el Quijote no se puede recomendar de manera indiscriminada. Su posible lector ha de no amedrentarse ante el castellano del siglo de Oro, tener unas nociones históricas, pero sobre todo literarias (de géneros, estilos, retórica…) más que medianas para poder disfrutar con garantías de nuestro gran clásico. Pero en el caso de la obra del reportero polaco creo que con saber donde están situados, en el mapamundi, tanto el país llamado Polonia, como el continente africano, bastaría. Transcribo hoy un pasaje muy impresionante de su libro en la soberbia traducción de Agata Orzeszek:

 

Viajando en Land Rover con un compañero, Leo, por las llanuras del Serengeti, un tanto extraviados y desfallecientes por el cansancio y el calor, se encuentran unas cabañas abandonadas y deciden descansar en ellas:

 

No sé cómo, acabé tumbado en un camastro. Apenas me sentía vivo. El sol zumbaba en mi cabeza. Encendí un cigarrillo para vencer el sueño. No me gustó su sabor. Quería apagarlo y cuando mecánicamente seguí con mi mano la vista de mi mano dirigiéndose hacia el suelo, vi que estaba a punto de apagarlo en la cabeza de una serpiente que se había aposentado debajo del camastro.

 

jueves, 31 de agosto de 2023

Poesía y geografía: Niebla en la Sía, de Gerardo Diego.

 

A la vuelta de un viaje por Cantabria lo primero que me viene a la cabeza es este poema de Gerardo Diego con el que me encontré en lo alto del portillo de la Sía, que une los Collados de Asón con Espinosa de los Monteros en el norte de Burgos. Lo transcribo, añadiendo los correspondientes acentos que excluyó la piedra, y lo ilustro con dos fotografías: una, del monumento al poema y poeta; y otra, de la vista desde lo alto hacia el valle de Soba.


Niebla, niebla en la Sía.

La clara nitidez del valle idílico,

Los oscuros, concretos cajigales

De Quintana y La Gándara,

Quedan abajo inmersos como en sueño.

El corazón se ensancha según sube

La ruta pedregosa. Este camino,

Cuando sólo era senda de pastores

Y guía de herraduras,

Fue hollado por la planta infatigable

De mi padre zagal y ahora no veo

A un lado y otro,

Detrás, delante, sino las vedijas

De la madrastra, de la borradora

Que disuelve la luz y niega el cielo.

 

Gerardo Diego

 




viernes, 4 de agosto de 2023

El pudor y la coquetería de Barthes en LA CÁMARA LÚCIDA: la ausencia/presencia de la foto de su madre

 

Explicándole a mi hijo un día la diferencia entre la esquizofrenia y la paranoia, le dije que yo, sin ser paranoico, tenía un punto paranoico. Me pidió un ejemplo, y le puse el que más fácil me viene a mano. Cuando subo a un autobús y me siento, dejando un puesto libre a mi lado (es verdad que, desde un día en que me intentaron atracar en el bus, ocupo siempre el que da al pasillo), me genera cierta ansiedad ver cómo las personas que suben suelen evitar el asiento libre a mi lado y buscan otro o se quedan de pie. Esa ansiedad o malestar que me genera tan nimio asunto es indicio de esa tendencia mía, un punto paranoica, a buscar sentidos donde tal vez no los haya.

 

Pues bien, hoy recurriendo a este rasgo o tendencia mía, voy a intentar aplicarlo a la interpretación de un aspecto de un libro de Roland Barthes: La cámara lúcida (1980). Sabemos que en ese libro, poco académico, escrito después de la muerte de su madre y poco antes de la suya propia, al margen de la distinción que propone, al considerar la imagen fotográfica, entre studium y punctum, o sea, entre lo intencionado, reglado y pretendido en la imagen, y lo que escapa a toda lógica y nos punza, hechizando nuestra mirada, Barthes dedica la segunda parte del libro a comentar una fotografía de su madre niña que, confiesa, no quiere mostrar en el libro. Es la que denomina Foto del Invernadero, y que describe así.

“La fotografía era muy antigua. Encartonada, las esquinas comidas, de un color sepia descolorido, en ella había apenas dos niños de pie formando grupo junto a un pequeño puente de madera en un Invernadero con techo de cristal. Mi madre tenía entonces cinco años (1898), su hermano tenía siete. Éste apoyaba su espalda contra la balaustrada del puente sobre la cual había extendido el brazo; ella, más lejos, más pequeña, estaba de frente; se podía adivinar que el fotógrafo le había dicho: “Avanza un poco, que se te vea”; había juntado las manos, la una cogía la otra por un dedo, tal como acostumbran a hacer los niños, con un gesto torpe.” (p. 122)

 

martes, 11 de julio de 2023

Los papeles de Aspern: entre el fetichismo literario y la literatura.

 


 La reciente lectura de un relato de Mircea Eliade (“El secreto del doctor Honigberger”) me hizo pensar insistentemente en Los papeles de Aspern, de Henry James, De manera que tiempo después de terminar con Eliade he vuelto a releer la obra de James.

 

No hace tanto que leí la narración de Eliade (buena como todo lo suyo), pero ya casi se ha borrado de mi memoria, con lo que no puedo llevar a cabo un estudio comparativo de ambos relatos, que tal vez resultara de interés.

 

Sin embargo, la memorable novela corta de James me ha vuelto a atrapar y a maravillar como la primera vez que la leí.

 

Uno de los pasajes que llamó mi atención fue el siguiente. Tras el intento fallido del innominado narrador-protagonista de abrir el escritorio donde cree se encuentran los papeles de Aspern, pues es sorprendido con las manos en la masa por la anciana Juliana, amante y musa del poeta Jeffrey Aspern casi un siglo atrás, nos encontramos con esto:

 

 

jueves, 22 de junio de 2023

ANATOMÍA DE UN INSTANTE, de Javier Cercas. La magia de la literatura y un final memorable

 

 

En el memorable repaso y estudio de los gestos de Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo, la tarde del 23 F, que constituye la trama de Anatomía de un instante, de Javier Cercas, ese texto que quiso ser novela, se convirtió en reportaje interpretativo y terminó anhelando ser novela, y al que preferimos llamar texto u obra para evitar equívocos, escrito con una prosa límpida e informativa, que no renuncia a ser estética, con sus repeticiones a manera de ritornelli, hay una combinación que aparece con mucha frecuencia: zumban las balas.

 

Desde que me llamó la atención y empecé a registrarla me la he topado como una docena de veces, pero sin duda me dejé algunas más antes de que captara mi atención: es cierto que a la balacera (término que no utiliza, pero que es lícito) de los guardias civiles denomina en ocasiones tiroteo, acribillar el hemiciclo, pero sin duda la que más veces emplea es la citada: “mientras las balas zumbaban a su alrededor” es el sintagma que se repite obsesivamente.

 

Lo curioso es que la primera vez que aparece (pág. 16 en mi edición de Círculo de Lectores) se halla muy cercana a una cita de Borges, del relato “Biografía de Tadeo Cruz”, recogido en El Aleph. La cita reza: “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es.”

 

miércoles, 14 de junio de 2023

LA DIFICULTAD DE LA EXPERIENCIA


 La reciente contemplación de la entrevista que Carlos del Amor le hace a Jaume Plensa en su programa La matemática del espejo, programa y entrevista de tal nivel que la televisión, por un momento, deja de ser la metadona del pueblo para devenir una ventana al mundo, que es lo que, en puridad, estaría llamada a ser, esa contemplación (y nunca mejor empleada la palabra) me lleva a una serie de reflexiones y recuerdos.

 

El programa, con esas sabias palabras del artista, constituyó para mí una auténtica experiencia espiritual. Y pienso entonces lo difícil que resulta tener una verdadera experiencia (sea estética, intelectual, religiosa, amorosa, erótica, espiritual, del tipo que sea), entendiendo por experiencia algo que vivimos profundamente y no nos deja en modo alguno indiferentes, sino que contribuye, en mayor o menor medida, a transformarnos. Algo semejante a la noción de epifanía que manejaba James Joyce.

 

Pues bien, considerando esa dificultad de acceso a la experiencia en nuestro distraído mundo de hoy (y por eso los ojos cerrados, interiorizados, de las figuras del artista), resulta espantoso que la vulgaridad ambiente consiga sacarnos de esa posibilidad en ciernes.

 

martes, 23 de mayo de 2023

De nuevo con Gaya Nuño sobre el bodegón, o mejor aún, la naturaleza viva

 


El viajero que, desde la meseta, se dirige al interior de Cantabria, tras abandonar el Páramo de la Masa y emprender el exigente descenso del puerto de La Mazorra, avista desde las alturas el pueblo de Valdenoceda, situado en un valle cautivador, en el que destaca una soberbia torre exenta.

 


Siempre que me ocurrió descender ese puerto (y ha sido muchas veces en mi vida, a Dios gracias) sentía una extraña sensación anímica: por una parte, la belleza del panorama, con la torre y la población al fondo;  por otra, la fuerza totémica de esa maravillosa torre. Pero con ser mucha la belleza y el poder de atracción de todo ello, no bastaba a explicar el sobrecogimiento y congoja que me poseía mientras bajaba, y que no se me pasaba hasta que, pasado el pueblo, me topaba con el río Ebro en una estrecha garganta. Entonces acudían otro tipo de emociones, acompañadas por el poderoso vuelo de las águilas y la atención al tomar las curvas.

 


Años después supe que en tan hermoso paraje había existido una prisión, adonde, tras la guerra civil, se llevó a muchos presos republicanos, bastantes de los cuales allí dejaron sus vidas. Pensé entonces que era el dolor y sufrimiento acumulado en ese espacio lo que me generaba esa extraña sensación de deslumbramiento y congoja que me poseía siempre al pasar por allí. Más tarde aún supe que en esa prisión estuvo recluido Juan Antonio Gaya Nuño, uno de los más notables historiadores y críticos de arte que en nuestro país ha habido.

 

jueves, 27 de abril de 2023

Tangencias inauditas a propósito de un cántaro: Góngora, Borges y Rilke.

 


 En su poema “Góngora”, Borges, ni más ni menos, asume la voz del poeta cordobés (ensaya un pequeño monólogo dramático) para pasar revista a su concepto de la poesía y realizar una postrera y tardía palinodia (esta última, de cosecha propia del argentino).

 

Copio el poema:

 

GÓNGORA

Marte, la guerra. Febo, el sol. Neptuno,
el mar que ya no pueden ver mis ojos
porque lo borra el dios. Tales despojos
han desterrado a Dios, que es Tres y es Uno,
de mi despierto corazón. El hado
me impone esta curiosa idolatría.
Cercado estoy por la mitología.
Nada puedo. Virgilio me ha hechizado.
Virgilio y el latín. Hice que cada
estrofa fuera un arduo laberinto
de entretejidas voces, un recinto
vedado al vulgo, que es apenas, nada.
Veo en el tiempo que huye una saeta
rígida y un cristal en la corriente
y perlas en la lágrima doliente.
Tal es mi extraño oficio de poeta.
¿Qué me importan las befas o el renombre?
Troqué en oro el cabello, que está vivo.
¿Quién me dirá si en el secreto archivo
de Dios están las letras de mi nombre?

Quiero volver a las comunes cosas:
el agua, el pan, un cántaro, unas rosas...

 

(Los conjurados)

 

En la primera parte del poema (hasta la pequeña pausa que significa un espacio y separa los últimos dos versos), como decía, el cordobés recuerda su práctica poética basada en la metáfora, la mitología, el latinismo, el desprecio del vulgo, etc. En los dos últimos versos ensaya una (imaginaria) palinodia. Parece arrepentirse de lo artificioso de su creación y desear “volver a las comunes cosas”. Entonces cita (y cierra el poema):

el agua, el pan, un cántaro, unas rosas...

 

 

domingo, 23 de abril de 2023

PAPELES PÓSTUMOS DE UN PROFESOR DE COU (9): El soneto con estrambote "Voto a Dios que me espanta esta grandeza", de Cervantes. Comentario de texto

 Me desperté de la siesta con ganas de escribir algo sobre este poema, y he recordado los tiempos en que lo comentaba en clase. Al final ha resultado mi personal contribución al día del Libro y al  aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare.


AL TÚMULO DEL REY FELIPE II EN SEVILLA 

 “¡Voto a Dios que me espanta esta grandeza
y que diera un doblón por describilla!,
porque ¿a quién no sorprende y maravilla
esta máquina insigne, esta riqueza?

¡Por Jesucristo vivo, cada pieza
vale más de un millón, y que es mancilla
que esto no dure un siglo!, ¡oh gran Sevilla,
Roma triunfante en ánimo y nobleza!

Apostaré que el ánima del muerto
por gozar este sitio hoy ha dejado
la gloria, donde vive eternamente.”

Esto oyó un valentón y dijo: "Es cierto
cuanto dice voacé, señor soldado,
Y el que dijere lo contrario, miente."

Y luego, incontinente,
caló el chapeo, requirió la espada
miró al soslayo, fuese y no hubo nada.

 

Al enfrentarnos con este poema de Miguel de Cervantes, varias cosas hay que tener en cuenta previamente:

1-    Su poco éxito como poeta.

2-    El aprecio de Cervantes por su poema.

3-    El hecho de que se trata de un soneto con estrambote.

martes, 28 de marzo de 2023

Dos píldoras de Eugenio Trías

En el libro, recientemente publicado por Galaxia Gutenberg, de ENTREVISTAS, de Eugenio Trías, me encuentro, en un reportaje-entrevista que le hace Ana Mª Moix, en 1971, los siguientes dos pasajes, maravillosos ambos: 


Le pregunto por su horario. “Me levanto hacia las once, ven cuando quieras. Tengo un horario de músicas y esto me ordena el día. Por la mañana, Beethoven, Haydn o Mozart. Por la tarde, Wagner, Richard Strauss, o Mahler. A las ocho y media Satie con una copa de whisky. Y después de cenar, Chopin o Schumann. Elige.” El horario de Trías me llama la atención y decido no perderme ninguna de sus partes. (p. 37-38)

 

“Preferiría vivir fuera de la ciudad. Cada vez envidio más la vida contemplativa y la vida monástica, ¡pasear por los jardines de los claustros en lugar de pasear por esas calles! Se vive más intensamente en una cierta soledad y retiro, en un ambiente que, por otra parte, sólo sería posible compartir con cinco o seis personas a las que quiero y que, en el fondo, son también hombres solitarios. Me imagino lo que debió ser el encuentro entre san Antonio Abad y san Pablo Ermitaño. Cada vez me interesa más el misticismo. Mi mayor acusación contra el mundo actual es que ha perdido el sentido de lo sagrado y que hace imposible, sistemáticamente, la soledad y, asimismo, la posibilidad del misticismo.” (p. 39)


P.D. En un reciente viaje me encuentro con esta magnífica imagen del encuentro entre san Antonio Abad y san Pablo Ermitaño que evocaba Eugenio Trías. Se encuentra en una capilla de la iglesia arciprestal de Chelva.






 

miércoles, 15 de febrero de 2023

Una nota a El nacimiento del Purgatorio de Jacques Le Goff o la historia considerada como una rama de la literatura fantástica

 

En su magistral estudio sobre El nacimiento del Purgatorio (1981), el insigne medievalista francés Jacques Le Goff, cita multitud de textos escriturarios y apócrifos, de los Padres de la Iglesia (Ambrosio, Agustín, Gregorio Magno), y de autores altomedievales a propósito de lo que llama el prepurgatorio (pues el Purgatorio, tal como lo conocemos, data del siglo XII, lo que pretende demostrar).

 

Un poco (o mucho) tocado por la concepción de Borges de la teología como rama de la literatura fantástica, mi lectura se mueve entre el interés histórico de la búsqueda de la verdad y el placer estético ante la extrañeza cuasi exótica de los textos.

 

Me fascina, por ejemplo, al hablar del fuego purgatorio ante los pecados menudos o leves (todavía no se ha instalado el concepto de “pecado venial”, que también pertenece al siglo XII), la tendencia a la repetición en las enumeraciones:

 

“Julián explica que este fuego purga los pecados pequeños y mínimos tales como la constante charlatanería, la risa inmoderada o el exceso de apego a los bienes particulares.” (p. 117)

 

O un poco después:

 

“ello es válido a propósito de pecados pequeños y mínimos como la charlatanería continua, la risa inmoderada, el cuidado exagerado del patrimonio, etc.” (p. 127)

 

Entendíamos que el excesivo apego a los bienes materiales (que roza con la avaricia) podía ser un pecado, pero lo de la risa inmoderada y la charlatanería supone un serio aviso para nuestra tolerante permisividad actual.

 

Ahora bien, un posterior pasaje de un anónimo irlandés del siglo VIII, nos da más qué pensar, pues que alarga la enumeración y entre los pecados menudos incluye:

 

“el uso inútil del matrimonio legítimo, el exceso en la comida, el placer exagerado por las futilidades, la cólera llevada hasta excesos de lenguaje, el interés exagerado en los asuntos personales, la asistencia descuidada a las oraciones, el levantarse tarde, las explosiones de risa, el abandono excesivo al sueño, la retención de la verdad, las habladurías, la obstinación en el error, sostener lo falso por verdadero en las cosas que no conciernen a la fe, olvidarse de los deberes pendientes, o tener los vestidos en desorden.” (p. 119)

 

Así que, levantémonos temprano y pongamos un poco más de orden en el vestir. La lujuria, ya sabemos, casi no es pecado y, además, concita la indulgencia de muchos.

 

 

 

 

viernes, 3 de febrero de 2023

Semblanza de José María de Cossío, por Guillermo Díaz-Plaja

 

 

La primera vez que fui a la Casona de Tudanca constituyó toda una odisea. Había quedado con Anne Sophie (a quien conocí en un curso de literatura en la U.I.M.P en Santander), por la zona del Sardinero, calculando el tiempo que nos llevaría llegar hasta Tudanca, pero mi compañera de viaje llegó media hora tarde, y además, a la salida de la ciudad nos encontramos con retenciones, debido a un tráfico muy intenso (era un domingo de agosto). Al llegar a la Casona, la encontramos cerrada, pues acababa de comenzar la última visita. Arrimé la oreja al portalón y pude sentir la voz del guía. Con la dificultad del viaje que ya habíamos franqueado (más de una hora de carretera, retenciones a la salida, montañas y vericuetos –es la zona de Peñas arriba-) no íbamos a perder la oportunidad de conocer tan legendario lugar. Aporreé la puerta como si quisiera derribarla hasta que, finalmente, el guía nos abrió. Condescendió a dejarnos pasar y la visita resultó deslumbrante: qué edificio tan imponente, qué biblioteca tremenda, qué vivencias tan exquisitas había albergado. Pereda (que en ella sitúa la novela  anteriormente citada), Unamuno, Lorca, Alberti… se cuentan entre los visitantes de la casa que perteneció a José María de Cossío. Y yo me preguntaba: si a mí, que viajo en coche, a finales del siglo XX, me ha costado lo suyo llegar hasta aquí, cómo vendrían esos españolitos de la tercera década del siglo y cómo llegarían hasta aquí los miles de libros que conforman la biblioteca.

Otras dos veces he vuelto a la Casona, que me resulta, de los lugares que conozco, uno de los más fascinantes y entrañables al mismo tiempo. En un enclave de una belleza por encima de toda ponderación.

 

Pues bien, leyendo recientemente un libro de memorias de Guillermo Díaz-Plaja (¡cómo nos interesan en la edad provecta los libros de memorias, donde se hace balance de lo que ha sido la vida!), me encuentro con la siguiente -excelente- semblanza del señor de la Casona, y, al ver que no figura en el ciberespacio, no me resisto a teclearla.

 

 

JOSÉ Mª DE COSSÍO

 

José Mª de Cossío podría ser definido como la voluptuosidad del saber.

 

Para su hambre espiritual todo cuanto tenía un sesgo de belleza, o era el producto de la inteligencia del hombre, tenía un atractivo análogo. Y así alternativamente gozaba de un mundo convertido en espectáculo o en juego. El teatro, la poesía, la erudición le tentaban en la misma medida que el ajedrez, los toros o el deporte. O las delicias de la buena mesa, entendiendo el yantar como un complemento de la buena compañía.

 

jueves, 12 de enero de 2023

Etty Hillesum o la vida interior ( 2 )

 

- la escritura como posesión:

 

También me parece que comprendo esta necesidad de escribir. Es otra manera de poseer, de atraer las cosas hacia mí por medio de palabras y de imágenes, y de apropiármelas de esa forma. De esto es de lo que estaba constituida hasta ahora mi necesidad de escribir: esconderme lejos de todos con todos los tesoros que había acumulado, anotarlo todo, retenerlo para mí y gozarlo. Y esta rabia de posesión -no encuentro una formulación mejor- acaba de abandonarme. Los mil lazos que me oprimían se han roto. Respiro libremente, me siento fuerte y proyecto una mirada radiante sobre todas las cosas. Y ahora que no quiero poseer nada, ahora que soy libre, todo me pertenece de aquí en adelante, y es inmensa mi riqueza interior.” (92) (16-3-1941)

 

- casas deshabitadas:

 

Y te agradezco que me hayas dado el don de leer en el corazón de los demás. A veces, las personas son para mí como casas con las puertas abiertas. Entro, vago a través de los pasillos, de las habitaciones. La disposición es un poco diferente en cada casa. Sin embargo, todas son semejantes, y debería ser posible hacer de cada una de ellas un santuario para ti, Dios mío. Y te lo prometo, te lo prometo, Dios mío, te buscaré un alojamiento y un techo en el mayor número de casas posible. Es una imagen divertida: me pongo en camino para buscarte un techo. Hay tantas casas deshabitadas, y te introduzco en ellas como al Huésped más importante que puedan recibir.” (117) (17-9-1942)

 

 

jueves, 5 de enero de 2023

Otro sensacional concierto de NOSTRUM MARE CAMERATA. 4 de enero de 2023 en el Ateneo de Valencia

 


Hace año y medio, cuando se presentaron en el teatro Olympia de Valencia, ya me impactó la seriedad y entrega con que trabaja este grupo de cámara, dirigido por Jacobo Christensen, y el hermosísimo concierto que nos ofrecieron.

 

Los vuelvo a ver ahora, en el Ateneo valenciano, con el programa AGITATO, dedicado a la música del Barroco, y la sensación es de nuevo maravillosa. Seriedad, entrega y un sonido excelente.

 

Aunque quizá lo que más me gustó de esta nueva entrega fue el programa. Se empieza con “Pur ti miro”, de L´incoronazione di Poppea, de Monteverdi, donde escuchamos la magnífica interpretación de una viola y una violoncello, que se levantan de sus puestos para cantar. Luego el Concerto grosso La Folia, de Geminiani y Corelli para mostrar el sonido compacto y contundente del grupo.

 

La cosa se pone seria cuando se lanzan a interpretar el Doble concierto para violín en Re menor BMW 1043, de Bach. Esto, que lo aprendimos a escuchar de manos de Yehudi Menuhin y David Oistrakh, no desmerece  lo más mínimo en la versión de Jacobo e Inés Romaguera, llena de aplomo y compenetración.

 

Luego voces de nuevo, muy bien interpretadas, en el maravilloso y patético dueto de Händel en Giulio Cesare: “Son nata a lacrimar”.

 

El fantástico Concierto para violonchelo, RV 401, de Vivaldi da paso al Invierno de  Las cuatro estaciones del mismo autor, donde Jacobo Christensen ejerce de solista con la solvencia que lo caracteriza, y, por momentos, absolutamente poseído por la música (¿Qué pensaría Platón del asunto? ¿Y qué pensaría Nietzsche?)

 

Aquí termina el concierto programado –diríase pensado para mí, pues he de confesar que las tres últimas piezas, y el doble concierto de Bach, se encuentran entre mis favoritas-, pero la sorpresa no termina aquí. Ante el entusiasmo del público y su entrega a los músicos, nos ofrecen como bis otro Invierno, el Invierno porteño, de Astor Piazolla. De repente los jóvenes intérpretes pasan del Barroco a la Música contemporánea y el sonido no decae, sigue siendo tan cuajado y profundo como hasta el momento. Pero la sorpresa continúa. Para rizar el rizo, Piazolla (y sus intérpretes) cierran la pieza contemporánea con una adopción del Canon de Pachelbel, y una vuelta, por tanto, al Barroco en que estábamos inmersos.

 

¿Se puede pedir más a un concierto?

martes, 3 de enero de 2023

Etty Hillesum o la vida interior

 

A través del libro de Paul Lebeau, Etty Hillesum. Un itinerario espiritual (Amsterdam 1941-Auschwitz 1943), entro en contacto con un espíritu extraordinario y singular. Esta judía holandesa, que murió en Auschwitz antes de cumplir los 30 años, dejó un diario de sus últimos años de vida, durante la ocupación nazi, que es un prodigio de autoanálisis y profunda vida interior. Profundamente religiosa, sin confesionalidad alguna (no profesaba el judaísmo, ni tampoco el cristianismo, del que estuvo muy cerca), es asombrosa la forma en que, desde su fe, llega a vivir los terribles tiempos que le tocaron, sin miedo ni desesperanza, en una aceptación absoluta del ser y de la trascendencia.

 

La mujer que le dijo a un amigo, preocupado por los peligros que corría, “Cuando se tiene vida interior, poco importa, sin duda, el lado de las rejas de un campo en que uno se encuentre”, nos da mucho qué pensar.

 

En el ciberespacio se encuentran algunos aforismos de la autora, pero entiendo que el mundo de Etty se manifiesta más bien en el discurso que en la brevedad del aforismo. Por ello reproduzco algunos fragmentos donde se manifiesta esta vida interior de que hablaba. Los tomo del libro de Lebeau, citando entre paréntesis la página de que proceden y la fecha de su diario en que los escribió. Los titulillos con que los encabezo son míos.