sábado, 24 de septiembre de 2022

Un par de aforismos sobre al arte

 El primero pertenece al pintor Odilon Redon, que tiene un libro de aforismos Sobre la vida, el arte y los artistas:


Lo que distingue al artista del diletante es solamente el dolor que aquél experimenta. El diletante no busca en el arte más que su placer.


Y este otro de Hermann Broch, con cuya Muerte de Virgilio me vuelvo a medir veinte años más tarde, a ver si esta vez sí. El aforismo constituye el final de su ensayo sobre el kitsch.


Y esto es lo que ocurre con la auténtica obra de arte. Deslumbra al hombre hasta la ceguera y le da la vista.


lunes, 12 de septiembre de 2022

La página de un pintor: Carlos Hernández Sacristán

 Ya está en Internet la página web del amigo Carlos: profesor, investigador, pintor, poeta y... ¡cuántas cosas más! Ahí va el enlace:

https://chsacristanpaintings.com/simbolismo-en-pintura-symbolism-in-painting%ef%bf%bc/




miércoles, 7 de septiembre de 2022

APENAS UNOS MILÍMETROS: el traje nuevo del Emperador en versión de Sara Mesa

 

Recuerdo, hace años, que al decir en el aula las notas que habían obtenido mis alumnos en un examen, el representante de los estudiantes suecos que en ese momento asistían invitados a la clase me dijo que en su país eso no se podía hacer, que era impensable, pues era ofensivo para los que sacaban menos nota. Poco después vivía yo en carne propia esa norma igualitaria políticamente correcta. En estos días pasados me llega la noticia -no sé si verdadera, no la tengo contrastada- de que la Federación valenciana de fútbol, en las competiciones infantiles, no va a dar los resultados numéricos, sino sólo Ganado, Empatado, Perdido, y tampoco va a reproducir el nombre de los goleadores, titulares, etc. por no ofender a los que juegan menos minutos y marcan menos goles o no marcan. Me da la sensación de que a este paso, por orden gubernamental, algún día nos volveremos todos tontos.

De ello me consuela la valentía de una escritora como Sara Mesa que, en un cuento como “Apenas unos milímetros” echa por tierra, literariamente, brillantemente, implacablemente, toda la tontería administrativa.

La profesora de Biología, que narra la historia, nos cuenta cómo se atiende un caso especial de alumno (de 15 años), que padece una parálisis que le impide mover ninguna parte de su cuerpo, apenas la ceja unos milímetros, como indica el título. El problema más serio se plantea cuando se va a llevar a cabo una clase de educación sexual, con algunos ejemplos prácticos de cómo colocar el condón (preservativo lo llaman los representantes académicos) en un pene de plástico. La profesora de Biología piensa, con toda razón a mi entender, que esta actividad se le podría ahorrar al alumno discapacitado. Máxime cuando implica una logística complejísima y costosísima de ambulancia, varios enfermeros, dos horas gastadas en traslados, etc. Pero el Director del centro, tutora y otros profesores se oponen, porque eso sería discriminar al muchacho y no respetaría la norma igualitaria. La profesora da la razón de que el chico nunca podrá tener la menor vida sexual compartida, pero no es escuchada.

El caso es que finalmente el muchacho asiste presencialmente a la charla que da una “Sexóloga, psicóloga o lo que sea” y, como no podía dejar de ocurrir, se produce el desbarajuste. Comienza con miradas, codazos, risitas… hasta que en un momento dado la leona de la clase (esa alumna, que todos hemos tenido, a la que le falta disciplina, concentración, probablemente capacidad, pero le sobra desparpajo e insolencia) pone el dedo en la llaga, haciendo ver el absurdo que consiste en hacer participar en la clase a esa persona que jamás va a tener relaciones sexuales con nadie (ella es ya experta en la materia). La “Sexóloga, psicóloga o lo que sea” le afea su conducta primero con delicadeza, corrección y mucha mano izquierda, pero finalmente el conflicto es irremediable. El chico de la leona, el león de la clase, la apoya en sus argumentos, y al final los dos son expulsados.

A mí, que amo la tradición en literatura, lo que me maravilla del cuento es la manera en que Sara Mesa pone al día ese cuento tan antiguo del imaginario traje nuevo del poderoso (que a su manera versionaron don Juan Manuel, Cervantes y H. C. Andersen), que nadie ve, pero que todos dicen ver, y que sólo los más débiles y desprejuiciados (el negro palafrenero del rey, en don Juan Manuel; el cabo furrier en el retablo de las maravillas cervantino; un niño en el cuento de Andersen; y los alumnos más trastos de la clase -problemáticos, en la jerga didascálica- en la versión de nuestra Sara) se atreven a desvelar su inexistencia y la falsedad y mentira en que muy frecuentemente estamos todos atrapados.