Cuando Ovidio terminó su obra magna debió sentir un arrebato de orgullo por la magnitud de la empresa acometida, y expresó de la siguiente manera el tópico horaciano del "non omnis moriar" ("no moriré del todo") sobre el poder inmortalizador del arte.
"Y ya he dado fin a una obra, que no podrán aniquilar ni la cólera de Júpiter, ni el fuego, ni el hierro, ni el tiempo devorador. Que aquel día que no tiene derecho más que a mi cuerpo acabe cuando quiera con el transcurso de una vida incierta. Pero en la mejor parte de mí yo viajaré inmortal por encima de los astros de las alturas, y mi nombre será indestructible; y por donde se extiende el poder de Roma sobre tierras conquistadas, la gente me leerá de viva voz, y gracias a la fama, si algo de verdadero tienen los presagios de los poetas, viviré por todos los siglos."
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