Con la muerte de Francisco Ayala, a sus 103 añitos, desaparece uno de mis maestros predilectos, de esas personas que, sin haberlas conocido personalmente, más profundamente han influido sobre mi visión intelectual. Desempolvo un texto que escribí hace la friolera de 17 años y que relata alguna de las emociones que su lectura me produjo:
Me gusta coincidir con Francisco Ayala.
Algún tiempo después de haber presentado en la U.N.E.D mi trabajo sobre “El tacitismo de Saavedra Fajardo” llegó a mis manos el artículo de Francisco Ayala “El pensamiento vivo de Saavedra Fajardo”, que tanto había buscado sin éxito durante la elaboración del trabajo. Me pareció lo mejor que había leído sobre el asunto y lo encontré enormemente coincidente con mi escrito. Pensé entonces que si me hubiera topado con él en el curso de la elaboración de éste no hubiera hecho falta más que transcribirlo para dar expresión a mis reflexiones. Sentí cierta tristeza por no haber contado con tan valioso material para la realización de mi empeño, pero una alegría superior al ver que mis conclusiones coincidían con las de tan preclaro maestro.
Ayer, en el viaje de Madrid-Valencia en autobús, leyendo Conversaciones con Francisco Ayala de Rosario Hiriat, volví a sentir similar alegría al leer unas consideraciones suyas sobre Alejo Carpentier.
Pero vayamos por partes. Al terminar 5º de carrera de Filología Hispánica, en 1980, en la asignatura “Comentario de textos” teníamos que hacer un trabajo de análisis narrativo. Yo elegí para ello Concierto barroco de Alejo Carpentier. Pues bien, en el apartado de análisis de la lógica de acciones escribí lo siguiente:
“El caso de Filomeno es muy distinto y más problemático. Su lógica de acciones es muy simple: el desarrollo de su instinto vital que le conduce a una acumulación de experiencias. Filomeno se pasea por la novela de forma pasiva en cuanto a la acción. Es activo solamente a la hora de armar jarana y “hacer bulla”. También vemos cómo poco a poco se va haciendo cada vez más dueño de la acción (de la novela más bien) hasta llegar al final de ésta a ser protagonista indiscutible. Pero esto no es visible en la lógica de acciones.
Vemos en Filomeno finalmente aflorar una conciencia política de clase, que tampoco tiene su base en la lógica de acciones. Parece ser una conciencia de clase infusa o del tipo “deus ex machina”.
Alejo Carpentier ha querido magnificar al personaje negro de su novela (es una de las claves de ella), pero lo ha hecho de forma voluntarista, sin una base real en la lógica de acciones de este personaje. Esto puede ser un defecto de la novela. Pero, como ya decíamos antes, el acento está puesto no sobre la acción sino sobre otros elementos. Y magistralmente, como tendremos ocasión de ver.”
Pues bien, tras haber escrito esto a sus veintidós añitos el “irreverent undergraduate” (son palabras que se aplica a sí mismo Bertrand Russell) que siempre fui, qué se puede sentir cuando se leen las siguientes palabras de Ayala:
“La otra novela a que aludía es El recurso del método, de Carpentier. Aquí el fenómeno es aún más visible, porque se trata de un libro espléndido, dentro de cuyas páginas destacan e impresionan como zonas muertas –o, para decirlo en otros términos, suenan como notas falsas- elementos en que cualquiera puede reconocer e identificar concesiones políticas incongruentes con la tónica general de la obra –de ésta en particular, y de la obra toda del gran novelista.” (op. cit. pág. 63)
27-4-1992
(Cfr. abajo en las imágenes una foto con mis libros de Ayala)
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