Mostró siempre Flaubert predilección hacia cierto linaje de estudios que hoy apenas atraen más que a entendimientos refinados y curiosos: la apologética cristiana, la historia de la Iglesia, los Santos Padres, las humanidades. Tan graves ejercicios intelectuales, unidos a su ardentísimo culto de la forma y a su sagacidad de implacable observador, hicieron de él un artista consumado, un clásico moderno.
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Todo es vulgar en Madame Bovary: el asunto, el lugar de la escena, los personajes; sólo el talento del autor es extraordinario.
Emilia Pardo Bazán: La cuestión palpitante.
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