¿Y si Hamlet, en años pasados, cuando niño, se hubiera resentido amargamente de haber tenido que compartir el afecto de su madre con su propio padre, y lo hubiera mirado como un rival y hubiera deseado deshacerse de él, de manera que pudiera disfrutar el monopolio de tal afecto sin disputa ni molestias? Si tales pensamientos se hubieran presentado en su mente infantil habrían sido reprimidos y cualquier huella de ellos eliminada por el amor filial y la educación recibida. La realización de su antiguo deseo de muerte del padre por parte de un celoso rival habría despertado estos recuerdos reprimidos que ahora producirían, en forma de depresión y otros sufrimientos, obscuras secuelas de su conflicto infantil.
Ernest Jones: Hamlet y Edipo.
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