La conversación de Carlos era llana como la acera de una calle, y por ella desfilaban las ideas de todo el mundo en su traje ordinario, sin suscitar emoción, risa o ensueño. (cap. 7)
Así caracteriza el narrador al esposo de Emma Bovary, que no tardará en ahogarse en ese matrimonio.
Flaubert es un escritor muy preciso, pero también muy duro. No esperemos en él la simpatía hacia sus personajes que pueden tener Cervantes o Galdós. La de Flaubert es una mirada penetrante e impasible. No se emociona con sus personajes, sino que los mira a distancia y los atraviesa con su escalpelo en busca de sus debilidades e inconsistencias.
Si no se tiene esto presente no se podrá progresar adecuadamente en la lectura de la novela.
viernes, 29 de enero de 2010
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