O no tan inauditas en este caso. La indicación me viene dada por un documental de la BBC, del año 2011, titulado Tomás Luis de Victoria, el compositor de Dios. En un momento dado, su presentador, el actor y músico Simon Russell Beale, apunta la afinidad entre el músico y el pintor, coetáneo suyo casi perfecto, refiriéndose concretamente a la Anunciación que se conserva en el Museo del Prado.
Y de repente veo el cuadro,
como tal vez nunca lo había visto antes (y mira que lo había visto veces), y se
me hace evidente lo que comparten, lo que los reúne: ese sentido ascensional que
tiene la música del abulense –como buena polifonía sacra que es- es el mismo
que podemos percibir en las figuras alargadas del Greco. El arcángel Gabriel se
le presenta, lleno de respeto, desde una posición algo más elevada (sobre una
nube que ofrece resistencia sólida ante el peso de su pie). La virgen María, no
aterrada como señala el presentador, sino tal vez sorprendida, pero ante todo
entregada. El Espíritu Santo, todo luz, por encima de ambos, y separando dos
espacios, el doméstico, en el que se ha producido una irrupción sacral, y el ya
celeste donde, para más inri, un ángel con un libro de música en sus mano
izquierda, dirige con la derecha un imaginario concierto en el que participan
otros ángeles con diversos instrumentos, a saber, un arpa, un virginal, una
flauta, un laúd y una viola de gamba.
Con esa tan marcada y tan plástica
referencia genérica a la Música, ¿cómo no pensar en el gran músico español del
momento, Tomás Luis de Victoria (por más que su
música sea eminentemente vocal y no instrumental)?
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