A diferencia de la despedida entre Héctor y Andrómaca en la Ilíada, en ésta del Cantar de Mío Cid lloran los dos personajes, hombre y mujer. Quien se gira cuando se marcha es el Cid, en el poema homérico es Andrómaca. El héroe griego, inflexible, ser de una pieza, no puede mirar atrás (vive en una "cultura de la vergüenza", basada en el honor y el reconocimiento exterior); el Cid (cristiano, que habita una "cultura de la culpa", basada en la búsqueda del sosiego interior y la tranquilidad del espíritu) nos resulta más humano, más próximo. Pero Héctor, desde luego, no deja de ser admirable. Sobre todo en comparación con el histérico Aquiles de los pies ligeros.
La oraçion fecha, la missa acabada la an.
Salieron de la eglesia, ya quieren caualgar.
El Çid a donna Ximena iva la abraçar.
Donna Ximena al Çid la manol va besar,
Lorando de los ojos que non sabe que se far;
E el a las ninnas torno las a catar:
A Dios vos acomiendo, e al Padre Spirital.
Agora nos partimos, Dios sabe el ajuntar.
Lorando de los ojos que non viestes atal.
Asis parten unos dotros commo la uña de la carne.
Myo Çid con los sos vassallos pensso de caualgar.
A todos esperando la cabeça tornando va.
A tan grand sabor fablo Minaya Albar Fanez:
Çid, do son vuestros esfuerços? en buen ora nasquiestes de madre:
Pensemos de ir nuestra via, esto sea de vagar.
Aun todos estos duelos en gozo se tornaran.
lunes, 5 de octubre de 2009
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