viernes, 12 de diciembre de 2008

Lorca emula a Manrique

En las exclamaciones de este fragmento del elogio del torero Ignacio Sánchez Mejías, por parte de García Lorca, es evidente que éste se está inspirando en la copla nº XXVI de Jorge Manrique. Milagrosamente, en nuestra opinión, Lorca supera a su insuperable modelo. ¡Soberbio duelo de titanes!

No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!

(La sangre derramada, en LLANTO POR IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS)

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