En el Purgatorio de la Divina Comedia, cuando suben Virgilio y Dante en el canto 21 a la cornisa 5 (la de los Avaros y Pródigos), tras haber sentido un gran estruendo, se encuentran con una sombra, causa del estruendo (que se produce cuando a alguno que purga se le abren las puertas del Paraíso), que no tarda en identificarse. Se trata de Estacio, poeta épico, que escribió la Tebaida y falleció sin poder terminar la Aquileida. Inmediatamente entona un elogio a Virgilio como gran inspirador de sus obras. Se produce entonces una situación embarazosa: Virgilio le hace un gesto a Dante ordenándole silencio, y Dante esboza una sonrisa que capta el recién llegado. Éste le pregunta el motivo de su risa. Entonces Virgilio le permite a Dante que lo identifique. Cuando así lo hace, Estacio se inclina devotamente para abrazar los pies del maestro.
Continúan juntos varios
cantos más. El reconocimiento de Estacio a Virgilio tiene una doble vertiente:
le debe mucho literariamente, pero también le mostró la fe que ahora le salva
(en referencia a la Bucólica IV del mantuano, que se interpretaba como una
profecía del nacimiento de Cristo):
Y él dijo: “Tú primero me
enviaste
a beber del Parnaso el agua
pura
y tú primero en Dios me
iluminaste.
(…)
Por ti poeta fui, por ti cristiano:”
(Canto XXII, vs. 64-66 y 73,
traducción de Ángel Crespo)
Más tarde Estacio le pregunta
a Virgilio por algunos escritores del pasado (Terencio, Plauto, Vario y otros)
y el mantuano le responde que habitan, con él, en el limbo, así como Eurípides,
Agatón, Simónides…
Delante iban los dos,
mientras yo andaba
solo detrás, pendiente de su
prosa,
y así mi arte poética
aumentaba.
(Canto XXII, vs. 127-129)
En un posterior canto (el 26,
el dedicado a los Lujuriosos) se encuentran a Guido Guinizelli. Dante le
muestra su reconocimiento, pero el poeta (uno de los del dolce stil nuovo) remite la primacía creativa a Arnaut Daniel, el
poeta provenzal, de quien dice (en palabras que retomará T. S. Eliot en su
dedicatoria de The waste land a Ezra
Pound): “fu miglior fabbro del parlar materno” (Canto XXVI, vs. 117): “fue el
mejor forjador de hablar materno” (A. Crespo).
Como vemos, hay mucha
literatura en estos cantos últimos del Purgatorio. Pero sobre lo que quería
llamar la atención (y que motiva el título de este post) es una hipérbole cuasi
blasfema que pronuncia Estacio al final de su inicial elogio al de Mantua:
“Y, en verdad, por haber
vivido cuando
vivió Virgilio, un sol
concedería
sobre el tiempo que estuve
aquí esperando.”
(Canto XXI, vs. 100-102)
Es decir, un año más hubiera
pasado Estacio en el Purgatorio (postergando la entrada en el Paraíso) por
haber vivido en tiempo de su maestro, y tal vez haberlo conocido y poder hablar
con él. (Esa hipérbole cuasi blasfema no deja de recordarme a la que pone
Cervantes el boca del soldado de su célebre soneto al túmulo de Felipe II en
Sevilla:
Apostaré que el ánima del
muerto
por gozar este sitio hoy ha
dejado
la gloria, donde vive
eternamente.)
Ahora que su sueño se ha
cumplido no me extrañaría que Estacio le quisiera seguir dando largas al
Paraíso celeste, pues que está a sus anchas en el Paraíso de la Literatura.
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